Prefacio

7 0 0
                                    

El viento aullaba melancólicamente a la vez que la lluvia le azotaba la cara. El frío de la tormenta le calaba hasta los huesos, haciéndolo temblar.

¿Así acabaría todo?

Desde el balcón, era capaz de ver su reino destruido, su corte mutilada, sus sueños quebrados, todo porque él no había sido capaz de estar a la altura de su corona. Él no había sido digno de su puesto, no era el legítimo rey.

Siguió con la mirada las figuras que allá abajo se movían, impacientes. Esperaban a que bajara de la torre, a que los enfrentara. ¿Con qué agallas lo haría? ¿Cómo podría decirles que les había fallado a todos?

Cometió el error de creer que lo malo había acabado, de permitirse confiar en que ahora las cosas tendrían que mejorar. Había sido demasiado ambicioso al pensar que él solo podría cambiar al mundo, cambiar todas aquellas miradas de rechazo por miradas de amistad. Vaya estúpido.

Bajo el cielo nocturno, rodeado de su propio fracaso, Fénix Agyar, ex rey de Otthon, lloró.

La Corona de un ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora