10 años antes.
-Bella ya se está haciendo tarde-le anunció su hermano mientras le miraba tiernamente cuando recogía las frutas- si no volvemos ya se hará de noche y no sabremos volver.
-Solo un poco más-respondió la niñita que todos amaban con tan solo mirarla.
-Está bien-cedió ya algo cansado por el trabajo de todo el día- pero entonces se va a enfriar la comida que nos habrá preparado mamá.
Al oír esto la pequeña sintió como le gruñía la tripa.
-Lo mejor será que no lleguemos tarde-dijo ella entusiasmada con la idea de un plato caliente.
Emprendieron el camino de vuelta hacía casa, rodeando el pueblo que siempre intentaban esquivar. Su padre siempre había sido campesino y su madre una esclava de la familia Foix-Candale que había sido vendida junto a unas tierras, pero cuando se conocieron el mutuo amor y el sentimiento de ira contra la división social les inspiro para que se escaparan, viviendo así en una pequeña casa en el bosque. Allí cultivaban sus propias plantas y se alimentaban de lo que podían. Con el tiempo llegaron los hijos que les ayudaban todo lo que podían, y de vez en cuando se acercaban al pueblo para intercambiar fruta a cambio de animales o tela para que su madre les pudiera hacer algo de ropa que siempre terminaba raída y pequeña hasta que volvían a comprar más tela. Pero a pesar de su condición ellos eran felices pues tenían lo más valioso que podían tener. Se tenían entre ellos.
-¿Qué crees que habrá hecho para cenar?-le pregunto la niña a su hermano interrumpiendo el silencio.
-No lo sé, aunque seguro que algo buenísimo-le animó a su hermanita cogiéndola de la mano para poder ir algo más rápido, se moría de hambre como cada día a esa hora.
Siguieron andando a buen ritmo hasta que llegaron a la valla que separaba la zona del rio con la del bosque.
-¿Quieres que te ayude a pasar?-le preguntó su hermano.
-Deja de decir eso Eric, ya soy mayor y puedo hacerlo sola.
-Está bien pequeña cabezota, pasa tu primero.
Ella subió primero una pierna y con un fuerte impulso paso la otra al otro lado agarrándose fuerte a la valla, después dio un pequeño saltito y cayo de pie al otro lado, entonces su hermano le paso la cesta repleta de frutas que habían recogido para vender al día siguiente.
Su hermano hizo el mismo proceso hasta estar al lado de ella.
-Te hecho una carrera hasta llegar a casa.-anunció él desesperado por llegar lo antes posible a casa.
-Trato hecho.-dijo tras lo cual se lanzó a correr.Aunque eran muy competitivos se querían mucho y lo cierto es que por culpa de eso Eric le dejaba ganar muchas veces, se llevaban tres años pero aparte de ser hermanos eran mejores amigos, pues tampoco habían tenido nunca la oportunidad de conocer a otros.
Llegaron rápidamente a casa, él tuvo que esperarla un poco y cuando llego entraron juntos todavía con la respiración entrecortada, el olor de la comida les llegaba desde fuera y les hacía la boca agua.
-Mira quienes han llegado-anunció su padre, estaba moreno por la cantidad de horas que pasaba a la intemperie trabajando la tierra igual que el resto de ellos, esa característica hacía que los ojos azules que habían heredado los dos hijos de su padre resaltaran mucho más.-Que cantidad de fruta. Con esto y el resto de nuestros ahorros creo que tendremos suficiente para algo de tela y cuero.
-David deja que tus hijos coman primero y luego ya podrás hablar con ellos.Debéis de estar hambrientos.-comentó su madre tendiéndoles dos cuencos de madera repletos de sopa con verduras.
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