Capítulo 8

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Con Alec fuera del Reino Seelie se acabó la tortura, pero quedan las secuelas y veremos cómo se enfrentan todos a ellas…

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Resumen. Jace dice algo que no debería. Alec se encuentra con un gato. Magnus sostiene su mano.

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El camino hacia la recuperación no iba a ser fácil.


Magnus lo sabía.


Alec podría haberse mantenido firme en el reino Seelie, haciendo que su novio y su familia estuvieran increíblemente orgullosos, pero tan pronto como había sentido el suave viento veraniego de Nueva York en su piel, se quebró.


Él gritó y gritó hasta que Jace tuvo que detenerlo físicamente para no que no se lastimara. Trató de empujar a su Parabatai, trató de levantar los brazos y luchar, pero estaba demasiado agotado, demasiado herido como para hacer algo más que golpear lentamente el pecho de Jace al ritmo de sus últimos gritos.


Isabelle tomó las manos de su hermano para ponerlo de pie, envolviendo sus brazos alrededor de sus hombros para protegerlo de todo lo que lo rodeaba.


Para sorpresa de todos, Alec continuó resistiéndose, con los ojos cerrados por el esfuerzo mientras alejaba a Izzy como lo había hecho con Jace. Isabelle dio un paso atrás, visiblemente herida por la reacción de su hermano, pero Magnus sabía que todos entendían lo complicado que debía ser todo para Alec.


Él no intentó acercarse a su novio, no quería causar más trauma del necesario, y si lo que el encuentro con la Reina implicaba era cierto, entonces Magnus era la última persona a la que Alec querría abrazar.


Clary tampoco era una buena opción. Incluso si su relación había mejorado en las últimas semanas, no eran lo bastante cercanos, ni lo suficientemente amigos como para consolarse mutuamente.


Eso sólo dejaba a una persona para tratar de calmar a Alec.


Maryse tomó el rostro de su hijo en las manos, acariciando sus pómulos suavemente y hablando en voz baja- “Está bien, bebé, todo está bien”- ella besó el puente de su nariz- “Todo ha terminado ahora”


Alec miró a su madre, una constante corriente de lágrimas corriendo de sus ojos a su pecho, su voz tan rota como su mente- “Mami, estaba solo, pensé que iba a morir”


Los ojos de Maryse se llenaron de lágrimas- “Lo siento tanto, Alec. Lo siento tanto. Debimos haber estado allí, debí haber venido antes”


Alec se alejó del agarre de su madre, apartando las lágrimas y su dolor para exponer su ira a cambio.


-“Entonces, ¿por qué no lo hiciste”- Ya no estaba gritando, pero algo en su tono tranquilo hizo que Magnus temblara más- “Estaba justo allí”


-“Quizás deberíamos de hablar en casa”- dijo Maryse- “Después de una ducha y ponerte ropa nueva, un poco de comida y luego hablar”


-“No”- su voz fue firme, sin espació para discusión- “No iré al Instituto, no cuando sé que la Clave y todos los que viven allí me dejaron morir en el reino Seelie”


-“Entonces deberíamos ir con Magnus”- interrumpió a Izzy antes de volverse hacia el Brujo- “Estoy segura de que no habría problema con nosotros irrumpiendo en su lugar por unas horas, ¿cierto, Magnus?”


-“Por supuesto”- respondió el hombre, sonriendo suavemente para aliviar la evidente tensión en todo el cuerpo de Izzy- “Con gusto convocaré una cena para todos y…”


-“No”- dijo Alec de nuevo- “No iré a ninguna parte con ninguno de ustedes”


Magnus sintió que su corazón se hundía en su pecho, la amargura en la voz de Alec lo dejó mareado y demasiado emocional para protestar.


-“¿Y dónde vas a ir entonces?”- preguntó Jace, el enojo era fuerte en sus palabras- “¿Vas a dormir en Central Park? ¿Por qué no puedes simplemente superarlo?”


Alec se irguió al instante, imponiéndose a todos y haciendo que Magnus comprendiera lo que seguramente sucedería.


-“¿No puedo superarlo? ¿De eso se trata? ¿Sólo estoy siendo melodramático?”- sonaba casi sereno, como si acabara de presenciar algo que ya sabía.


Jace frunció el ceño, la confusión y la ira se mezclaban en su mente- “Eso no es lo que quise decir, lo sabes”


Alec sonrió, pero no de felicidad, no se parecía en nada a Alec- “¿Así? ¿Lo sé, Jace? Porque pensé que los conocía a todos, pero estaba equivocado”


La respiración de Magnus se dificultó, sintió que los ojos se inundaban de lágrimas, pero se negó a dejarse llevar de ese modo cuando Alec estaba sufriendo. Esto no se trataba de él.


Miró a su alrededor para ver cómo reaccionaban los demás ante todo esto y vio a Isabelle apoyada en un árbol a unos metros de distancia, con el rostro lleno de dolor, mientras Clary la abrazaba con fuerza y Maryse frotaba círculos sobre el brazo de su hija.


También vio cómo los ojos de Jace se oscurecían, la rabia y el odio se arrastraban como una enfermedad envenenando la sangre- “Deja de ser un idiota egoísta, Alec. No eres el único que sufrió durante esas dos semanas”


Magnus casi perdió el aliento, pero fue interrumpido por Alec golpeando directamente en la nariz a su Parabatai antes de escupir un feroz- “¡Que te jodan!”


Vio a Jace trastabillar y caer con fuerza sobre su trasero, y a Alec mirar al otro Cazador de Sombras con furia antes de que pareciera darse cuenta de lo que acababa de hacer.


-“Mierda, Jace, yo… lo siento,  sólo necesito tiempo. Tengo que irme”- y con eso se marchó.


Isabelle gritó detrás de él, rogándole que regresara, que dejara de correr. Clary se arrodilló junto a Jace, examinando su nariz con Maryse detrás de ella.


Magnus se quedó allí, sintiéndose bastante impotente.


Sabiendo que Alec estaba demasiado lejos para ser detenido, Isabelle se giró para enfrentar a su otro hermano- “¿Qué demonios te pasa? ¿No puedes actuar como un verdadero ser humano?”


Jace se apretó la nariz ensangrentada con el pañuelo que Clary le había dado y le devolvió la mirada a su hermana- “Me hizo enfadar”


Isabelle soltó un gruñido, como si realmente no pudiera creer lo que estaba oyendo- “¿Cómo puedes ser tan idiota? ¡Ha sido torturado!”


-“¡Sí, bueno, yo lo sentí!”- le gritó a Jace- “Sentí su dolor todos los días y no soporto verlo así”


-“¿Cómo, Jace?”- gritó Isabelle.


-“Como si estuviera roto”-  gritó Jace, descartando el pañuelo y poniéndose de pie para encontrarse con los ojos de su hermana- “¡Como si fuera una especie de puta muñeca de porcelana que la perra Seelie machacó en el suelo por días. ¡No puedo soportarlo y no sé cómo tú puedes hacerlo”


-“Yo tampoco puedo”- dijo Isabelle, la mordacidad poderosa en su lengua- “Pero esto no es sobre mí o sobre ti. Esto no se trata de ninguno de nosotros, se trata de él


Magnus nunca había visto a Isabelle Sophia Lightwood así. La había visto asustada, enojada, feliz. La había visto reír y llorar, la había sostenido en sus brazos cuando su hermano casi había muerto y había bromeado con ella con una copa de cóctel en la mano. Él la conocía bastante bien. Pero nunca había visto esta parte desinteresada y justa de ella que se parecía tanto a su hermano.


-“Necesita que peleemos por él, Jace”- continuó, sin retroceder- “Él necesita que ganemos su confianza nuevamente y lo protejamos, tanto de la Clave como de sí mismo”


Ella respiró hondo y miró directamente a los ojos de su hermano- “No dejaré que tú y tu síndrome del sobreviviente me impidan ayudarlo”


Jace dio un paso atrás, como si hubiera sido abofeteado. Clary estaba detrás de él, lista para defenderlo si era necesario. En cierto modo, Clary siempre elegiría a Jace por encima de cualquier otra cosa e Isabelle siempre elegiría lo que realmente creía que era lo correcto.


Magnus podía respetar sus dos visiones, tal vez un poco más la de Isabelle, ya que él mismo no podía decir que siempre elegiría el camino justo si eso significaba dolor para sus seres queridos. Clary iba a abrir la boca y defenderlo, independientemente de si era necesario o no, pero Jace se lo impidió.


-“Siempre sabes qué decirle a un tipo caído, Isabelle”- Las palabras eran duras, pero su sonrisa era amable. Magnus supo que estos hermanos Lightwood estarían bien.


Isabelle le devolvió la sonrisa, tirando de un mechón de cabello detrás de su oreja antes de contestar- “Es mi trabajo mantener a ambos a raya y meter algo de sentido en sus gruesos cráneos”


Maryse se rio desde donde estaba observando a sus hijos. Obviamente, parecía preocupada por su, una vez más, hijo perdido, pero también aliviada de que se hubiera evitado una catástrofe.


Jace pasó una mano sobre su cuello de manera arrepentida- “Debería ir a buscarlo y pedirle disculpas”


-“Sería bueno saber a dónde fue primero”- intervino Maryse.


Magnus sonrió y dio una palmada- “Entonces, lo bueno es que conozco a mi Alexander mejor de lo que él se conoce a sí mismo”

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Somos Amenzados con el Sufrimiento - We are Threatened with SufferingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora