Historias de una chica separada de su Sol.

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Costumbre. Una palabra tan cotidiana y lejana a la vez. Es curioso cómo nunca reparamos en esas pequeñas e insignificantes rutinas que forjamos día a día, pero cómo nos duele separarnos de ellas y construir otras nuevas. Hay gente que ha nacido para ello, para vivir constantemente una nueva vida que no había planeado ni planearía. Otras en cambio se conformaban con la pesadez de lo conocido y temían el día en el que aquella odiosa pero cómoda vida tuviese alguna necesidad de cambio.Y en sus momentos de mayor alegría pensaba, ilusa de cuánto le esperaba, que ya había pasado lo peor y que se estaba adaptando. Adaptarse. Otra palabra en la que nunca nos paramos a pensar, pero que tanto significado tiene. ¿Es acaso posible adaptarse a un lugar que no ha sido hecho para ti? Preguntas que torturan su alma día tras día y que intenta evadir con pensamientos de autoayuda que tratan, en vano, hacerle sentir mejor. Hoy ha sido un buen día, una simple frase que solo muestra una parte superficial. No ha sido un buen día y probablemente tarde mucho en volver a serlo, pero ver rayos de luz en la oscuridad, ese acto tan inalcanzable, tan distante, salvaban en tristes amaneceres vacíos una parte de ella. Y es que acostumbrarse y adaptarse en las sombras puede ser un acto revolucionario si sabes usar el arma adecuada, pero pensar que superas y separas una parte de ti que no quieres que nunca se desprenda, es mas duro que cualquier roca del camino. Pero había algo que le hacía quedarse, que la hacía seguir luchando día a día contra aquella presión que se formaba en su pecho al recordar aquel calor que ahora le parecía tan distante. Entonces, el miedo se interponía. Miedo a superar lo insuperable. Miedo a agarrarse a aquel rayo de esperanza en medio de las tinieblas, pero que aquel rayo resulte una ilusión y acabe cayendo en un vacío del que no sabe si saldrá, o al menos no ella. Ver que tu mayor pesadilla pasa justo frente a tus ojos y no poder hacer nada por evitarlo.Impotencia, una palabra más que añadir a este vocabulario de angustias. Porque en tiempos de guerra, aferrarse a una mínima posibilidad puede ser decisivo, pero las cosas cambian cuando la guerra se libra dentro de ti.