I: Ranko

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«Otro día, otra pelea» pensaba Ranma mientras volaba por los cielos a causa de una patada de Akane en una hermosa mañana de abril. Su vuelo aterrizó en el estanque de los Tendo al mismo tiempo que quienes desayunaban frente a él le daban los buenos días a Ranma-chica. El día había comenzado tan normalmente como era posible, con un malentendido y la furia matutina de Akane, esta vez provocada por haber atrapado a Ranma en una pelea con P-chan por su ropa interior.

Ranma salió del agua con los pezones endurecidos por el frío y se sentó a desayunar con los demás. Kazumi, quien siempre preparaba agua caliente de más para estos casos, lo bañó hasta convertirlo en un hombre otra vez. A nadie parecía importarle estos acontecimientos tan cotidianos, excepto al mismo Ranma, quien estaba seguro de que tantos cambios, uno tras otro, no podrían hacerle ningún bien.

Akane y Ranma ya habían salido hacia la escuela cuando de la nada Ryoga se presentó ante ellos pretendiendo una pelea por lo que había pasado esa mañana con la ropa interior, aunque, claro, esa razón sólo la conocía Ranma, quien lo ignoró y siguió su camino. Ofendido por tal indiferencia, Ryoga insistió en pelear.

—Ryoga, estamos cerca del río —le dijo Ranma—, si peleamos ahora lo más probable es que caigamos al agua y ni tú ni yo queremos eso, ¿no? Estoy cansado, déjame en paz.

La misma Akane se sorprendió de que Ranma rechazara una pelea que probablemente podría ganar, y un poco de preocupación se evidenció en su rostro. Hasta Ryoga notó algo raro en su compañero de batallas, parecía distante y taciturno esa mañana.

El tiempo en la escuela no fue mejor, Ranma esquivó los arranques de ira de Kuno una y otra vez, ni siquiera se molestó en derrotarlo y dejarlo en ridículo como siempre. Su mente parecía divagar en pensamientos muy importantes que nadie podía descifrar.

Luego de la escuela su figura se perdió durante toda la noche, no volvió a casa de los Tendo ni nadie supo a dónde fue ni qué hizo durante esas horas. Sus pasos fueron oídos sólo cuando la luna estuvo en su punto más alto en el cielo; Ryoga lo encontró entrando a la casa por una ventana a mitad de la noche.

—¿Dónde estuviste? —le preguntó, un poco enojado.

—Eso no te incumbe —contestó Ranma, esquivándolo e intentando entrar a su habitación.

—Claro que sí. Akane se preocupó por ti, no puedes simplemente desaparecer toda la noche.

Ranma se acercó a Ryoga y lo miró con una sonrisa sarcástica.

—¿Acaso tú también te preocupaste por mí? —le dijo.

—Claro que no. Pero no permitiré que preocupes a Akane.

El comentario le molestó. Lanzó una última mirada a Ryoga y luego entró a su cuarto, dejando al otro hablando solo. Francamente le fastidiaba esa devoción que tenía por Akane, ¿qué veía en una niña sin modales y tan molesta? Él jamás se comportaba así, sabía ser maduro y femenino cuando la ocasión lo requería.

Se recostó mirando al techo, con muchas cosas dándole vueltas en la mente como para poder dormir. Había decidido implementar una nueva medida que rondaba por su cabeza desde hacía tiempo, pero aún se sentía inseguro sobre lo que le deparaban sus decisiones.



Todos desayunaban tranquilamente, un nuevo y brillante día se iniciaba con una deliciosa comida preparada por Kazumi; Ranma era el único que faltaba a la mesa.

—¡Ranma, el desayuno está listo! —gritó Kazumi desde la sala, pensando que tal vez el chico se había dormido.

Unos minutos después, Ranma bajaba con sus cabellos rojos húmedos y el uniforme de escuela que Nabiki guardaba de repuesto. Dio los buenos días y se sentó tranquilamente a desayunar con los demás. Esta era una situación un tanto extravagante en la mañana rutinaria de la familia; sólo Kazumi se atrevió a hablar para romper el incómodo silencio de la mirada de los comensales.

—Te ves lindo, Ranma —le dijo con una sonrisa—. ¿Vas a ir así a la escuela?

—Sí, por supuesto —contestó él.

Los demás integrantes de la mesa cruzaron miradas y luego Genma se levantó para darle un fuerte golpe en la cabeza a su hijo.

—¡¿Qué te pasa Ranma?! ¡¿Acaso alguien te golpeó muy fuerte la cabeza?!

—Señor Saotome, contrólese —dijo Soun Tendo, manteniéndose sereno—. Supongo que Ranma tendrá una explicación para esto.

En el momento en que Genma se distrajo para mirar a Soun, Ranma lo tomó del brazo y lo lanzó al estanque, haciendo que su padre se convirtiese en un gran panda enojado.

—No me pasa nada —dijo—. Simplemente quiero estar así, ¿algún problema? Creo que ya soy mayor para decidir qué quiero ser o cómo quiero vestir. ¿Quiénes son ustedes para juzgarme?

La familia enmudeció, no sabían qué decir ante tal declaración. El desayuno continuó con un incómodo silencio. Parecía que todos tenían una objeción a la apariencia de Ranma, pero nadie se atrevía a exponerla.

Cuando terminaron de comer, Ranma invitó a Akane y a Nabiki a partir juntos hacia la escuela. A diferencia de otros días, caminó por la calle y no por los muros o las rejas, su pecho se erguía orgulloso y su figura era encantadoramente femenina; despertó más de una mirada de interés en los chicos que pasaban por la calle y eso le hizo sentir orgulloso. Al llegar a la escuela un murmullo se levantó en torno a «la chica nueva», algunos decían haberla visto antes, otros halagaban su belleza, unos cuantos la encontraban extrañamente familiar.

—Sabes que no podrás entrar a clase así, ¿cierto? —dijo Akane.

—¿Por qué no? —contestó Ranma.

—Porque no estás anotado como alumno de la escuela. No en tu forma femenina, al menos.

—No te preocupes, lo tengo todo bajo control.

La charla fue interrumpida por Kuno Tatewaki, quien llegaba gritando desde lejos «¡Chica del cabello de fuego!», en alusión a Ranma. En ese momento, los alumnos que murmuraban sobre la chica nueva recordaron que ya la habían visto con Kuno un par de veces, también con Akane, y en varias ocasiones saltando por los aires. Con esta información refrescada, los espectadores se prepararon para ver a El Rayo Azul recibir una golpiza de la chica pelirroja pero, en lugar de eso, vieron cómo ella se le abalanzaba para corresponder a su abrazo. El mismo Kuno se sorprendió de este acto y unas lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos.

—Chica del cabello de fuego —le dijo con la voz temblorosa—, al fin aceptas mi amor.

Ranma se alejó un poco y le contestó con una sonrisa.

—Kuno, querido, necesito que me hagas un pequeño favor.

—Claro, lo que sea. Haré todo por ti, mi amor.

—Dile a tu padre, el Director, que me agregue a la lista de estudiantes en lugar de Ranma Saotome, ¿sí?

Kuno pareció razonar por un momento y dijo «¿Por qué Ranma?» pero su pregunta fue desvanecida por una orden de la pelirroja obligándolo a apresurarse y cumplir con el pedido lo antes posible.

Cuando Kuno se alejó, Ranma volteó hacia Akane e hizo la señal de victoria con los dedos.

—¿Ves? Pan comido.

Antes de entrar a la clase, el docente de turno ya sabía que habría una nueva estudiante en el aula, aunque su nombre no le había sido notificado. Ranma esperó fuera del salón, el profesor anunció su entrada y él se presentó con una adorable y femenina sonrisa.

—Me llamo Ranko Saotome. Mucho gusto.

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Hola, ya sé que llego veinte años tarde a escribir algo sobre Ranma, pero espero que lo disfruten  ❤

Los sentimientos de una chica [Ranma 1/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora