VII: Guión

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Ranma despertó luego de una horrible pesadilla en la que un Genma gigante lo perseguía sin descanso. Se sintió observado desde que salió de su habitación; hasta en el baño podía sentir ojos que lo espiaban. Bajó a desayunar y sólo vio a las muchachas. Suspiró al pensar que lo más probable era que Genma y Soun estuviesen escondidos por toda la casa, monitoreando sus pasos.

Había planeado quedarse encerrado por ser domingo, entrenar un poco y descansar del revuelo que su decisión había causado en el ambiente, pero la presencia de esos hostigadores no lo iba a dejar en paz.

Quiso salir a tomar aire, así que le pidió ropa prestada a Akane, quien sólo le contestó con un «Haz lo que quieras». Seguía molesta por lo que había pasado en el dojo, pero era mejor que creyera eso a que supiera la verdad.

En toda la mañana, Genma, Soun, Shampoo, Cologne y Mousse no le quitaron los ojos de encima. No importaba a dónde iba o qué hacía, uno de ellos siempre estaba al acecho. Intentó perderlos varias veces, entre multitudes o tiendas, pero cuando creía que había perdido a uno, pronto lo reemplazaba otro. La abuela era la más difícil de encontrar, pero sabía que si no sentía ninguna presencia, lo más probable era que fuera Cologne quien había tomado el relevo en el espionaje.

Lo que Ryoga le había dicho era cierto, no se detendrían hasta averiguar la verdad. Aunque la molestia que le provocaba esa inquisición era secundaria cuando pensaba que ya no tendría otro momento libre para estar con Ryoga y «darle clases». Tenía que crear una excusa rápido, algo que dejase satisfechos a sus perseguidores sin despertar sospechas de sus verdaderas intenciones. Pero, ¿qué?

Ranma almorzó con sus acechadores. En la mesa familiar también habían sido invitados a comer Shampoo, Cologne y Mousse como recompensa por sus labores de persecución en la mañana –sin mencionar que ellos llevaron la comida–. Fue un extraño momento de tregua y de advertencia: era una clara amenaza de que si Ranma no confesaba por voluntad propia, lo obligarían a hacerlo por cansancio.

Durante la siesta, Ranma se enfocó en terminar los deberes escolares para así tener la tarde libre. Para Shampoo, la espía de turno, este fue un periodo insoportable. Ver a su presa casi inmóvil, esperando para ser devorada entre sus brazos, quieta y silenciosa, la mataba de ansias y aburrimiento. Ranma sabía esto y era paciente. El siguiente turno le fue encargado a su padre, quien, como Ranma había previsto, se durmió al poco tiempo de tomar el timón.

Había tramado un plan durante la mañana de persecución y lo había mejorado con borradores a la siesta; estaba dispuesto a ponerlo en marcha lo antes posible. Sólo faltaba un eslabón fundamental en su cadena y debía conseguirlo lo antes posible.

Sigilosa pero rápidamente, huyó de los ojos espías mientras caía la tarde. Sus pasos lo llevaron hasta la puerta de una gran mansión, donde el apellido Tatewaki se lucía con grandes letras doradas. Entró sin ser invitado y con cuidado de que no lo vieran quienes no debían. Se escabulló entre los pasillos del recinto hasta dar con Kuno, quien estaba en su habitación durmiendo.

Ranma utilizó su melodiosa voz para despertarlo, susurrando «Kuno... Es hora de levantarse, Kuno...» en un tono que derretiría a cualquiera, pero el muchacho estaba hablando y babeando en sueños; por lo que decía, parecía estar soñando con alguna mujer con grandes atributos físicos. Como el primer llamado no funcionó, Ranma gritó «¡Despierta!» y lo empujó hasta tirarlo al piso.

Confundido, Kuno se sentó en el suelo y creyó seguir soñando cuando vio a la chica de sus fantasías en la habitación. Intentó abrazarla con ojos nublados de sueño, pero Ranma le dio una cachetada para despertarlo.

—¡Ya despierta, idiota! Necesito hablar contigo y es muy serio.

Kuno entendió que el mundo onírico se había desvanecido hace rato, y había dado lugar a uno mucho más hermoso, un mundo real en el que la chica del cabello de fuego estaba en su cuarto, junto a su cama, tan hermosa como la había soñado.

—¡Oh, chica del cabello de fuego! —Le dijo incorporándose y tomando sus manos, ignorando por completo el dolor del golpe— ¡Por fin decidiste venir a buscarme!

Ranma lo miró y suspiró con resignación, Kuno era una parte clave de su plan y necesitaría mucha paciencia para lograr que colaborase.

—Kuno, escúchame, por favor. Es importante, no tengo mucho tiempo —le dijo con voz de damisela en peligro, mirándolo a los ojos e intentando agregarle un sentimiento melancólico a su rostro.

—Sí, te escucho, mi amor. Dime lo que quieras; si quieres confesar tu amor por mí, yo te escucharé con atención.

Ranma no sólo debía ser paciente, sino muy tolerante, estaba usando muchísima fuerza de voluntad para no golpear a Kuno otra vez. Se concentró, respiró profundamente y siguió hablando.

—Muy bien, presta atención: necesito tu ayuda. Estoy en peligro, unas personas me están persiguiendo y...

—¿Y quieres que me encargue de ellos? ¡No quedará ni uno cuando se enfrenten a la furia del Rayo Azul de Furinkan! —gritó Kuno, interrumpiendo e ignorando completamente a Ranma.

—No, Kuno, querido —continuó la pelirroja con una vena exaltada en la frente—, escucha, por favor. Necesito que «actúes» conmigo. La única manera de deshacerme de estas personas es si los engañamos mediante una actuación.

—¿A qué te refieres, mi amor?

—Quiero que... Que finjas ser mi novio... —El poco orgullo que le quedaba se fue por el desagüe con esa última línea.

Kuno tenía una sonrisa de oreja a oreja, por fin iba a poder ser el novio de su amada pelirroja (porque eso era todo lo que él escuchó) y no podía estar más feliz.

A Ranma le costó un buen rato hacerlo bajar de esa nube para terminar de explicarle su plan, y cuando al fin lo logró, la tarde ya se había esfumado y debía volver a su casa.

Ni bien llegó fue abordado por su padre, enojado por la burla que le hizo al haberse escapado en su guardia.

—¡A partir de ahora tendrás doble vigilancia, las veinticuatro horas del día! ―gritó, enojado.

La pelirroja sólo lo ignoró y volvió a su cuarto. En seguida vio el destello de luz de las gafas de Mousse observándolo desde la copa de un árbol y suspiró. Pronto debía bajar a cenar así que decidió quitarse la ropa de salir y ponerse algo más cómodo, pero cuando estaba por quitarse la falda, escuchó el chillido de P-chan que lo llamaba desde el armario.

Se acercó disimuladamente hasta el cerdito para ver lo que quería y éste le entregó una nota que decía: «¿Cuándo podemos vernos?».

—No lo sé —dijo Ranma en voz baja—. Si todo sale bien, pronto me libraré de estos idiotas.

Se cambió rápido y bajó a cenar, P-chan apareció un poco después de él y se acomodó en las piernas de Akane, como siempre. Hubo una batalla de miradas contra Ranma, de la que sólo las hermanas Tendo se mantenían distantes.

Ranma durmió nervioso esa noche, no sólo porque sabía que estaba siendo observado, sino que le preocupaba la ejecución del plan que llevaría a cabo con el torpe de Kuno en la mañana del lunes.

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¡Holaaa! Perdón por tardar en actualizar y ¡muchas gracias por seguir leyendo! Espero que disfruten este capítulo, ¿cómo saldrá el plan de Ranma?

Kuno es uno de los personajes que más amo, así que me encanta imaginar los delirios que le pasan por la cabeza, jaja ❤

Los sentimientos de una chica [Ranma 1/2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora