Capítulo 3

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Después de varias horas recogiendo hasta el último gramo de tierra y tratando de evadir las pláticas de Alex, que eran demasiado extrañas y absurdas para mi gusto, bajé a la sala donde se encontraba Eli hablando con la señora Flynn.

—¿Terminaron? —preguntó mi hermana al verme entrar donde estaban.

—Eh..., pues sí.

—¿Por qué no vienes a sentarte y tomarte un vaso de limonada? —me ofreció la Sra. Flynn sonriendo y señalando con un gesto de la mano la enorme jarra de cristal que estaba en la mesita ratonera del centro—. Trabajaste muy duro hoy.

Aunque me parecía que más bien había desperdiciado mi día de "trabajo" la limonada me llamaba atrayente. Sentía la garganta reseca. Volteé a ver a Eli, esperando su aprobación.

—¿Por qué no? —cuestionó dirigiéndome una sonrisa.

Asentí y estaba a punto de pasar cuando instintivamente volteé a ver a las escaleras, esperando a Alejandra para que viniera a tomar limonada con nosotros, pero ella ya se había retirado. Seguro a estar encerrada en su cuarto de nuevo.

Nos encontrábamos regresando a casa, yo no podía apartar la mirada de la ventana mientras en mi mente se paseaba la imagen de Alejandra. Aunque apenas nos habíamos visto y casi no nos llegamos a hablar (bueno, yo casi no hablé. A ella no le paraba el pico), tenía la extraña sensación de querer estar a su lado y también de que apenas bajara la guardia se aprovecharía para despedazarme.

Era extraño sentir atracción y desconfianza hacia una misma persona. ¿A cuál lado debía prestarle atención?

—La verdad es que yo no sabía que Carol tenía una hija —empezó a hablar Eli, como si hubiera sabido en dónde se encontraban mis pensamientos—. Nunca me había contado nada de ella, ni la había visto. Y tú, parece que te entiendes con la pequeña.

Me encogí de hombros.

—Es rara. Me da una sensación de peligro fuera de su aparente ternura. Hay algo no me cuadra en ella —aseguré—. No puedo descifrar con exactitud de qué se trata. Debe ocultar un gran secreto. Sí, de eso estoy seguro.

Eli rio. No sé qué rayos le parecía divertido. Estaba haciendo conclusiones. No era para que se riera.

—¡Ay, James! Me parece que todas esas películas de misterios te están afectando la cabeza —me dijo revolviendo mi cabello con afecto.

La aparté de un manotazo y me volví a cubrir la cabeza con la capucha de mi sudadera. Crucé mis brazos sobre el pecho, frunciendo el ceño.

—No, Eli. No entiendes... —Ni yo mismo era capaz de entenderme—. Me parece complicada. No quiero tener más trato del necesario con esa loca.

Eli volvió a mirarme, riendo.

—Jimmy, tú también eres difícil de comprender. Alejandra no es la única de carácter extraño. Deberías darle una oportunidad.

Miré a mi hermana y entrecerré los ojos. Sabía que odiaba que me dijeran Jimmy. Eli tomó más seriedad.

—Escucha, James —prosiguió—, sé que Frank es tu único amigo y él está de viaje. ¿Por qué no intentas hacerte amigo de Alejandra? Para que no pases solo el verano. Además, trabajando con los Flynn vas a frecuentarla seguido. Entablar una conversación puede darse más sencillo de lo que piensas.

Me di una palmada en la frente. No era divertido ser así de ignorado por todos. A veces tenía el presentimiento de estar hablando solo.

—¿Qué no me acabas de escuchar? No quiero estar con ella.

El día que la conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora