Poco a poco moviéndome por el barrio fui adquiriendo contactos en ese mundilloy empecé a vender cocaína, eso ya era otra cosa. Ahora comía lo que quería, incluso empecé a comprar ropa en las tiendas del centro de las que solo había oido hablar.
Mi vida iva cogiendo forma , la clientela aumentaba y necesitaba más droga, lo que implica mas contactos.
Me presentaron al Yonyi, que era el que controlaba la zona, y cuando lo vi me quede atónita. Era alto, tenía la cara con los rasgos tan finos que parecía un angel, sus ojos azules te traspasaban con solo mirarte, vestía un traje gris perla con camisa blanca, corbata a conjunto y unos zapatos negros tan relucientes que podias mirarte en ellos.
- Hola, soy el Yongi - dijo.
- Cristina, encantada - respondí con un hilo de voz.
Me dio la mano y un calambre recorrió mi cuerpo, hicimos el negocio y me marché.