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Éfren.

No puedo creer que esto esté pasando, parece un sueño muy difícil de creer. Siento descargas eléctricas al sentir sus suaves labios en los mios.

Toco cada fibra de su curvado cuerpo, sin separar nuestros labios coloco mis manos en su vientre tocando –sin querer  una de sus tantas llantitas, una sirve risita deseaba salir pero no es posible, esa risa quedó ahogada en nuestro beso.

El beso va subiendo de temperatura y ya estamos muy calientes muerdo suavemente su labio superior, recibiendo un suave gemido de respuesta esa simple acción hizo que mi deseo subiera, agarro su labio entre mis dientes succionandolo, chupándole muy fuerte saboreando como si no hubiese un mañana. Mis manos desesperadas de explorar masajeaban su trasero —muy pequeño por cierto —no pensaba en tocar otra parte, no esta vez no quiero que se espante tan pronto.

Ella se separa de mi y como si de un resorte se tratara se levanta de encima mío — No, no, no, ¡Dios¡,porque me besaste ¿Porque lo hiciste? —me apunta con su dedo acusatoriamente.

Levanto mis manos en son de paz, y si en realidad supiera que fue ella la primera en besarme, pero no sé lo diré, mi madre dice que las mujeres siempre tienen la razón —Como sea, mejor volvamos. Tus padres van a pensar que te quiero violar —se acerca a mi tranquilamente y me acorrala a la pared y me besa, de nuevo.

Me separo de ella jadeando, me quedo estático donde me encuentro, regulando mi respiración. A unos cuantos centímetros se encuentra Violetta regulando su respiración, la observo de arriba/abajo y noto que está toda desordenada, me camino hacia ella y le arreglo su vestido y cabello además de quitar la pintura corrida de sus labios:—No sabía que tenías llantas.

Toda desconcertada me mira, poniendo sus ojos como dos platos enormes —¿Que? No ¿Cuáles llantas?,yo no tengo esa cosa del demonio, tal vez te equivocaste de chica.—se hace la loca...

Pronto será, mi loca..

Camina sin escuchar lo que le diría, una risita malvada sale de lo más profundo de mi garganta, sabiendo que para ella eso fue un golpe bajo. Tras limpiar mi boca por si hubiera pintura, alcanzo a Violetta...

(**)

De vuelta en la mesa miro a la Señora Amanda, quién me mira de una forma dudativa, como si supiera lo que estaba pasando en su patio trasero. Su mirada pasa de Violetta hacia mi, constantemente, ella se encuentra roja y seguramente yo estoy igual. No aguanta y se digna a preguntar; —¿Te gustó el paseo, Kay? —trato de no verme muy obvio.

—Si, claro doña Amanda, tiene una muy bonita casa —hace un gesto juntando sus manos y mirándome encantada. Seguimos con la cena.

(**)

Una despedida no deseada, estamos teniendo Violetta y mi persona. Había pedido usar el baño y ella muy amable aceptó, ahora se encuentra subida en el lavamanos y yo entre sus piernas, devorandonos mutuamente.

—Fue, un encuentro no planeado, y fue de lo máximo. Lástima, voy a extrañar tus besos y tú cuerpo —cono respuesta recibo un suave gemido y un asentamiento de cabeza.

—Yo también, tenemos que programa la salida para otro día —esta ves, se separa de mi para verme con sus ojos cafés, un poco negras.

Acaricio su cabello con la mano derecha, ya que la izquierda la tengo apretando su cintura —Cuando quieras con tal de que no sea después de mucho tiempo.

Mi Dulce Perdición  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora