Capítulo 2.

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No hay amigos.

Dolía todo. Dolía, dolía, dolía.

Mi espalda se relajaba tanto que a éste punto no me importaba si la razón era que no la tenía ya. Mis ojos parecían pegados con pegamento industrial: o estaban bien pegados o tampoco los tenía por haber visto la luz cegadora que me marcó el camino cuando cambié a una mejor nueva vida, suena demasiado buena, prometedora... ¿prometedora? Me saboreo por la paga en la que quedé ayer con el viejo Gura, eso si era prometedor, exquisito, le hacía sentir hambriento de poder a mi bolsillo, de permitirme poderme largar del lugar donde vivía, había escrito los planes en mi cabeza para que no se me olvidaran en algún otro lugar. Vivir sólo en un departamento donde pudiera decidir lo que puede o no hacerse en mi casa, tener comida chatarra en la alacena, tirarme unos polvos de vez en cuando, aunque no me importa hacerlo cuando hay alguien en casa, pues, mi padre nunca está, siempre está trabajando.

Pensándolo a profundidad, no se donde trabaja, hay semanas enteras que no lo escucho por casa por sus enormes botas empujando el piso en lugar de caminar. Dando pasos como si de verdad tuviera pleito cantado con el suelo, me saluda sin más y se vuelve a desaparecer, tampoco es como que tenga la menor curiosidad, con no verle más de una tarde seguida, estoy conforme. Por otro lado, está mi madre...

A veces pienso que ellos no son mis padres y que los verdaderos aún están luchando por encontrarme.

Pensamientos de un looser.

Se me vinieron a la mente, hace un tiempo no pensaba ni una pizca en ellos. A lo mejor ellos pensaron en mí y fue una tipo conexión de sangre, dónde la mía los unía por una línea invisible para los ojos externos y solo nosotros podíamos apreciar, pero si me adentraba más a ese pensamiento...

¡Despierta! Fue como un susurro o voz demasiado lejana, debía haber sido un ruido de la calle, alguien arreglando algún detallito con otra persona o algunas, no importaba si eran montoneros, si no era una pelea agendada con fecha y código de vestimenta y, un tipo de arma, se metían las reglas por el ombligo y se armaba una fiesta. Donde los encargados del entretenimiento, eran quienes unian a quien quisiera pelear y así se disfrutaba la pureza de vivir el momento, estando en un lado o en el otro, sin embargo, ya no me atraía mucho ese tipo de diversión.

Podía sentir como unas partes de mi piel se desprendían de los codos y el antebrazo, no sabía cual, los ojos me eran difíciles de abrir pero aun así los forcé. No miraba nada.

Uno, dos... Y un peso sobre mi me dejó sin respiración unos segundos hasta que lo pude controlar, el aire no debía ser bueno en ese lugar, era sofocante al intentar respirar. Mis manos estaban atadas y las piernas no las sentía, deben estar sujetas, ¿pero por qué? Volví a abrir los ojos lentamente, primero uno y ahora podia mirar un techo, unas figuras de luna y estrellas lo adornaban, sin ningun patrón exactamente, no brillaban y la luz del foco hacía su trabajo de manera superficial, supongo que es de noche.

-Veo que ya despertaste. -no desconozco esa voz...

-No, debe estar dormido aún. -cerré mis ojos y traté de despertar de mi sueño, conté unas 30 ovejas y abrí los ojos de nuevo, seguía ahí.

-¿Tienes hambre? Estarás muy hambriento, llevas algunas horas sin comer, como medio dia o unas 10 horas. -tan tranquilo me habló, si supiera que llevo incontable tiempo que no pego una mordida ni al aire. Lo peor es que, ni sabía porque estaba con ese imbécil en una cama que no era mía, ni porque supone que no he comido, ni porque me tiene amarrado.

-Desamarrame, ¿qué están haciendo conmigo? -me dio un escalofrío escuchar mi voz, sonaba extraña, no familiar. Raro.
Me reusé a seguir pensando en la respuesta que quería que dieran.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2018 ⏰

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