IX. muerte de los astros, renacimiento del universo

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— when it aches, you gotta die in order to live again.

Los astros colisionaron. Navegó en aguas impuras y se ahogó en su propia implosión cuando su existencia no pudo consigo misma. Imperceptible, se evanesció como una estrella al perecer entre un millón de almas más vivas. 

Constelaciones nadaron de sus pestañas hacia sus mejillas y cuando tocó su propio corazón, quiso arrancarlo de la concavidad de su tórax. Y volvió a llorar, hasta que su alma le acarició el cuerpo y su cuerpo le acarició el alma con la pluma de un fénix. Así, ya marchito, volvió a florecer; ya muerto, volvió a nacer. 

Pieza por pieza, rearmó cada planeta y estrella flotando en su interior hasta que, un tanto roto y un tanto arrugado, su universo propio volvió a ser iluminado por las nebulosas de su vida.

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