Miraba con ojos vacíos hacia el techo, apenas podía escuchar al bebé llorar desde su cuna pero a pesar de tratar con toda su voluntad no podía moverse.
Dio un suave sollozo sin fuerzas para poder murmurar que todo estaría bien al pequeño ser que lloraba. Hacía pocos minutos que el demonio se había ido de la habitación, azotando la puerta tras él y dejándolo sobre el suelo completamente vulnerable y sangrando profundamente.
Sentía que ya no podía engañarse más, él sabía que sus supuestas emociones hacia el demonio no eran más que una pantalla que él mismo ponía para no volverse loco.
Pero ya nada estaba bien.
Si había algo que definía esa extraña relación era una palabra:
Tóxico.
Ni siquiera estaban juntos porque Dry estaba obsesionado con él, solo estaban juntos porque el ser del infierno necesitaba información y él era demasiado débil como para aceptar morir.
Sentía la sangre fluir por un costado de su boca, al igual que ese asqueroso líquido mitad sangre y mitad semen que se deslizaba por sus piernas, no estaba seguro si sus brazos también estaban lastimados o solo estaban rotos pero no podía moverse.
Había sido brutal y sentía que se había partido en mil pedazos como una muñeca de porcelana caída desde el estante, con la piel contra el frío suelo apenas sentía algunos estremecimientos mientras escuchaba cada vez más fuerte el llanto del bebé.
Lo alegraba que al menos no pudiera verlo desde la cuna.
Tardó varias horas en poder moverse, cuando lo logró aún sentía cada centímetro de él ardiendo de dolor así que rodó poniéndose boca abajo y empezó a arrastrarse, sentía su cabello húmedo e ignoró todas sus heridas que sangraban formando charcos a su alrededor mientras se acercaba a la cuna. Estiró su mano y agarró con fuerza una de las varas de madera que había más como decoración pero se había roto cuando Dry lo hizo golpearse contra la cuna en medio de su sesión. La atrajo hacia si dando fuertes jadeos tratando de hablar, el bebé se había callado hacía mucho tiempo pero aún escuchaba leves balbuceos.
—Todo estará bien.— susurró tratando de quedarse despierto mirando hacia la varilla de madera astillada que por estar rota formaba una punta —Lamento abandonarte así...— su tono de voz era muy bajo y no estaba seguro si lo escuchaba o no. —Dry... te hará cosas horribles. Y será mi culpa por no ser fuerte... por no poder... protegerte. Por preferir morir a quedarme a luchar por ti.
Yo fui quien te dio a luz y quien te condenó a esto... y no voy a perdonarmelo.— escupió un poco de sangre tartamudeando antes de volver a acostarse boca arriba, no quiso mirarse pero sabía que estaba desnudo y sucio por la sangre fresca como por sangre seca, además de aquel líquido blancuzco. Ya no importaba si iba a dejar de existir, sentía que ya no tenía fuerzas para poder avanzar ni para mantenerse en pie.
Dry había logrado destruir el último hilo de cordura que tenía.
Agarró con fuerza la varilla de madera y colocó la punta astillada arriba del lugar donde sentía que su corazón latía, con toda la voluntad que le quedaba la tiro hacia si escuchando el crack para luego sentir una horrible corriente de dolor que lo hizo gritar al sentirse atravesado por la estaca.
Solo se escuchaba el llanto del bebé como que si lo llamara.
Pero al final todo se volvió negro y el llanto se apagó.…
Div abrió los ojos de pronto separándose del chico al cual estaba follando, el demonio más joven hizo una mueca de disconformidad pero el de cabello negro solo se subió el pantalón.
—¿A donde vas?— preguntó apretando los labios bastante descontento.
—Debo hacer mi trabajo.— respondió el demonio de la puerta antes de desaparecer sin importarle nada, tal vez después tendría la oportunidad nuevamente de tener a ese joven en su cama pero ahora debía ir a verificar si su punzada había sido cierta.
¿Dry ya se había cansado de ese ángel desterrado y al fin lo había matado?
Caminó rápidamente mientras ignoraba a los otros demonios mientras trataba de llegar rápido a la mansión donde sabía que vivía. Abrió el portón sin importarle nada e ignoro a las almas que hacían de sirvientes quienes le pedían que no pasara, corrió hacia las escaleras sintiendo ese órgano latir con fuerza en su pecho.
En lo único que podía pensar era que si ese estúpido estaba muerto Ever no volvería a bajar jamás por esa escalera y se sentía idiota por solo tener eso en mente pero era algo que no podía controlar.
No importaba a cuantos ni cuantas tuviera en su cama, él maldito ángel aparecía en sus pensamientos como que si fuera su lugar asignado.
Al llegar a la puerta que recordaba que era la habitación la abrió con fuerza escuchando el llanto del bebé y viendo al cuerpo bastante pálido y lleno de sangre en el suelo, con lo que parecía una madera clavada en el pecho.
Se acercó mirando la escena con algo de indiferencia, el ex ángel tenía moretones en todos lados y tenía grandes heridas en los brazos y en las piernas, además de un gran corte en la cabeza que no dejaba de sangrar manchando su cabello.
Su rostro se veía sereno y eso contrastaba horriblemente con la estaca clavada en su pecho.
Aspiró profundo notando que solo le quedaban unos pocos minutos de vida, se acercó a la cuna mirando al pequeño bebé quien dejo de llorar al ver que había alguien. La inocente criatura alzó sus manitos hacia Div riendo levemente, como queriendo que lo alzara.
El demonio se alejó y volvió a mirar al ex ángel.
No debería hacer nada, Ofreit era propiedad de Dry y si él no quería salvarlo pues debía dejarlo morir.
Un demonio no salvaba al juguete de otro demonio.
Pero Ever no tendría más razones para bajar y no podría ver sus gestos al ver que él estaba con otra persona haciendo algo que no debía hacerse en público según los estirados de los ángeles.
Suspiró con fuerza y se agachó, no le importó mancharse de sangre y sacó la estaca con cuidado de no sacar el corazón con ella.
Los demonios no estaban para dar vida o curar pero podía hacer algo, Dry seguramente se enfadaría pero que más daba.
Sonrió con algo de burla pensando que esta vez Ever si iba a tener que darle algo a cambio por salvar a su amigo mientras se arrodillaba y alzaba en brazos al delgado moribundo poniéndolo contra su pecho desnudo antes de besar sus labios, dejando que de su boca cayera una sustancia extraña de color negro para luego apartarse y dejar al hombre sobre el suelo pensando que entendía porque a Dry le gustaba tenerlo en su cama.
De pronto el cuerpo del ex ángel empezó a temblar y parecía como que si sufriera convulsiones para luego quedarse completamente quieto como que si hubiera muerto al fin, no respiraba ni su corazón latía, su piel se había puesto mucho más pálida pero eso no alarmó en absoluto al mayor quien solo esperaba.
Luego de algunos minutos las heridas empezaron a cerrarse bajo la atenta mirada del ser del infierno quien sonrió al ver como de a poco todo se curaba. Se escuchaban pequeños “cracks” de los huesos reparándose y pronto solo quedaban cicatrices sobre su pecho.
Ofreit abrió los ojos de pronto respirando profundo dando un jadeo.
Div dejó ir un silvido mientras apoyaba una mano en el suelo y se acercaba más al otro.
—Por poco te mueres.— dejó escapar una risita antes de darle un pequeño beso en los labios, dejando escapar una fuerte risa cuando el ex ángel lo apartó gruñendo, solo para levantarse e ir a ver al bebé alzándolo en brazos sin importarle que el demonio lo estuviera viendo sin nada de ropa.
—Tal vez es eso lo que quería ¿Por qué me salvaste?— Ofreit lucía molesto mientras se sentaba y besaba las manos de su bebé tratando de que las lágrimas quedaran en sus ojos y que las ganas de vomitar se fueran.
Div se sentó a su lado en la cama acariciando su abdomen, el ex ángel tembló ocultando al bebé en su pecho evitando que mirara mientras cerraba los ojos y dejaba que las lágrimas recorrieran de manera silenciosa sus mejillas.
El guardián de la puerta sabía que estaba destruido y eso solo aumentaba su libido, tal vez no podía ver sufrir a Ever sin sentir punzadas de culpa pero si disfrutaba de ver a otros en ese estado.
Dry había hecho añicos a ese chico.
Acarició con suavidad su vientre viendo casi con diversión como trataba de proteger al bebé con sus brazos.
—Entiendo porque él adora follarte...— susurró sonriendo impresionándose un poco cuando el de cabellos más largos abrió los ojos mirándolo con odio.
—No digas esas palabras frente al bebé.— gruñó como un gato enojado mientras mostraba los dientes como amenazando con morder.
—Y es mi juguete, Div. No te dí permiso para tocarlo...— la voz de Dry hizo que ambos miraran a la puerta, el demonio estaba apoyado en el marco con el ceño fruncido haciendo que el otro demonio de la habitación riera. Div se levantó dejando de tocar al ex ángel y caminó hacia donde estaba el otro para luego pasar a su lado para salir al pasillo. El mayor miró al hombre con el bebé con reproche antes de salir tras el intruso.
—Div no vuelvas a tocar lo que es mío.— gruñó con fuerza agarrando su muñeca pero el guardián de la puerta se detuvo dándose vuelta quedando frente a frente para luego acercarse más y besarlo con fuerza, Dry se sorprendió por unos segundos pero le devolvió el beso sin soltarlo, intensificándolo más hasta que ambos se separaron.
—Creí que estabas enamorado de Ever.— se burló mientras lo soltaba.
—Los demonios no amamos.— dijo sonriendo con diversión antes de seguir caminando sintiéndose totalmente triunfal de haber podido sortear el tema.
Ahora solo debía decirle a Ever...
Se suponía que no quería verlo ¡Pero ya que! Esos sentimientos estúpidos no lo iban a asustar.
Pasaron solo unas horas antes de que el ángel bajara, Div sabía que era terriblemente puntual. Aunque se había mantenido tranquilo todo el tiempo ahora que sabía que en pocos minutos el ángel iba a estar frente a él se sentía ansioso y alterado.
—Veo que hoy decidiste ser educado y no traer a ninguno de tus compañeros sexuales.— la voz del ángel lo hizo sonreír levemente y miró hacia él.
—¿Celoso?— sonrió de lado, sintiéndose como un niño pequeño que había hecho una travesura.
—Más bien, disgustado. Es de muy mal gusto lo que haces.— Ever alzó su barbilla mientras se acercaba, entre abriendo sus alas dejando ver el blanco de estas.
—Alguna vez deberías unirte.—
—¡Ja! Claro que no.— Ever miró hacia otro lado con el ceño levemente fruncido —¿Está vivo?—
Div sintió una leve presión en el pecho seguida de molestia ¿Acaso solo le importaba ese chiquillo? ¿De verdad solo lo quería como hermano y por eso lo soportaba todas las semanas o acaso el ángel tenía otro interés en Ofreit?
No lo había pensado.
Los ángeles si podían amar a otro ángel.
Toda la diversión que sentía se fue por un caño ante ese pensamiento.
No se suponía que los sentimientos fueran así de fuertes y arrasadores.
—Por supuesto que lo está.— casi escupió —Yo personalmente fui a verlo y créeme cuando te digo que él hace muy bien todo lo que tu no quieres hacer.— mintió mirando directamente al ángel a los ojos. El castaño hizo una mueca sin entender por unos segundos pero luego abrió más los ojos apretando sus puños.
El demonio pudo ver como tembló y como su ceño se frunció, sus alas brillaban levemente.
—¿Cómo te atreviste a tocarlo?— la furia se denotó en cada una de las palabras del ser del cielo haciendo que Div sintiera su propio enojo acrecentarse.
Solamente él podía poner furioso al ángel, él no tenía porque enojarse cuando se trataba de Ofreit.
—Como me atrevo a tratar de tocarte a ti, nada más que él no es inalcanzable, dulzura. Su precioso trasero es bastante apretado y...— no pudo terminar la oración porque sintió el primer puñetazo, no le dolió pero dejó que el ángel tratara de golpearlo dejando escapar algunas risas histéricas, terminando por caer al suelo con el castaño encima aún golpeando su rostro.
El dolor no era físico, solo emocional.
Los ángeles nunca eran violentos al menos que fuera en defensa propia.
¿Tanto lo amaba?
Abrió los ojos enojado y agarró las manos del ángel gruñendo pero cuando miró su rostro toda su furia se diluyó. Los grandes ojos castaños estaban cubiertos con lagrimas mientras otras se deslizaban pos sus mejillas, temblando sobre él dejando escapar algunos sollozos como un niño.
Él le había hecho daño.
Esa presión en el pecho era asfixiante.
—Ever...—
—¿Cómo pudiste? ¡Tienes a todo el maldito infierno! ¿Crees que no sé que le ocurre con Dry? ¿Crees que soy idiota? ¡Ya debe estar hundido en un pozo oscuro como para que tu vayas y lo empeores!— gritó cerrando los ojos, dejando de hacer fuerza con sus manos y dejando que cayeran sobre el pecho del demonio débilmente.
—Yo... solo bromeaba. Yo no... le hice nada...— murmuró al fin luego de unos segundos.
Los pinchazos de culpa en su pecho lo estaban asfixiando, se sentía asustado de esa sensación aplastante al ver al ángel llorar.
Los demonios no aman.
—¡No vuelvas a jugar con eso!— se levantó negando con la cabeza, aún temblando de rabia.
—¿Tanto lo amas?—
Ever levantó la mirada sin entender a que venía la pregunta del demonio, aún sintiendo todas las emociones desbordándolo.
—Es mi hermano.— susurró mientras las lágrimas seguían cayendo.
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Tóxico
RandomSe había sentido orgulloso cuando sus riquezas en el mundo de los humanos aumentó. Se había sentido invencible cuando empezó a cortar los hilos de la vida de muchas personas y nadie parecía darse cuenta de ello. Había sido un arcángel respetado y po...