¿Cómo llegamos a esto?

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Algunos de estos capítulos fueron subidos como extras en “Mi ángel”, los retiraré parcialmente de ahí. Algunos sufrieron algunos cambios y otros no, además de que escribí más capítulos.
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La decisión no había sido tan difícil de tomar pero había sido un proceso largo para llevarla acabo

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La decisión no había sido tan difícil de tomar pero había sido un proceso largo para llevarla acabo.
Ofreit tenía la frente en alto y aún cuando le sacaron las alas no hizo ningún sonido. Los ángeles eran tan piadosos que hasta habían utilizado un método para quitárselas sin que doliera tanto.
No lo podían dejar en el mundo humano ya que podía atentar contra los ángeles reencarnados ahí y no era tan fácil quitarle los recuerdos. Además, él ya sabía como moverse en la tierra y eso más que un castigo sería dejar que hiciera una vida que ya estaba teniendo.
Así que se había decidido exiliarlo al infierno.
Tenía unas esposas mágicas en sus muñecas y era acompañado por dos ángeles de rango superior, cuando las puertas del cielo se abrieron no espero a que sus acompañantes le dijeran que salga, solamente lo hizo en silencio y aún con la frente en alto.
Aún tenía poder ya que no había sido convertido en humano.
Llegaron hasta a un lugar oscuro del cielo y los ángeles mayores murmuraron unas palabras antes de que una escalera apareciera frente a ellos, el que no tenía alas se asomó un poco tratando de ver el final de esta pero no se veía.
—Tal vez si hubieras pedido perdón se hubiera llegado a otra decisión— la voz suave de uno de los ángeles lo asqueo completamente. Ellos, creyéndose de tan buenos y celestiales ¿Acaso no entendían que todas  las criaturas, incluso ellos, tenían una parte de maldad?
Dio un pequeño gruñido en respuesta haciendo suspirar con resignación a los otros dos ángeles.
Fueron largas horas bajando por la escalera, aunque no sintió cansancio gracias al poder que aún le quedaba.
—Ya casi llegamos— avisó el ángel de cabellos rubios mientras veía la espesa niebla que estaba a pocos escalones de ellos.
—El infierno no es tan malo— dijo de forma burlona el que estaba esposado. Ambos ángeles lo miraron.
—Solo... trata de sobrevivir... tal vez alguna vez te arrepientas lo suficiente... y te vuelvan un humano y te saquen de aquí— dijo el que no había hablado en el camino, con voz firme, pero casi como que si le doliera la posibilidad de que el ex ángel pudiera morir.
El rubio se acercó y tocando las esposas las hizo desaparecer.
—Ofreit...— murmuró el rubio.
—No me llames así— reclamó el que antes estaba esposado —Es Omar—
—Tu nombres es Ofreit— dijo con seguridad el ángel haciendo rodar los ojos al otro.
Los tres se adentraron a la niebla y cuando salieron de esta vieron una gran puerta que parecía forjada en metal.
—Vaya, vaya... pero mira quien esta por aquí— un hombre que se veía bastante fuerte salió de la oscuridad, estaba vestido con ropas negras antiguas y sus ojos eran completamente negros, su cabello negro estaba desordenado y era extremadamente guapo.
La forma mas humana de los demonios siempre eran así, con gran belleza y de buena forma, ya que así podían rebajar a alguien a caer en los pecados. Los ángeles también eran hermosos, pero ellos tenían una belleza más inocente y expresiones más dulces.
—Veo que bajaste de nuevo, Gady— el demonio miró al ángel rubio casi con insistencia acercándose burlón, con aires de coquetería.
Ofreit no pudo evitar mirar con curiosidad la reacción del ángel, sin sorprenderse cuando este ni siquiera se inmuto por la cercanía del demonio.
—Solo vine a cumplir ordenes— dijo con voz segura Gady mientras sonreía levemente, tratando de ser cordial. El pelinegro acercó más su rostro al rubio casi rozando sus labios con los de él, haciendo que el ángel retrocediera un poco, una sonrisa burlona se extendió por el rostro del más alto.
—Se que vienes aquí solo para verme, pequeña perra— habló de manera siseante con una mirada lasciva y una expresión algo lujuriosa.
—Deja de hablarle así— el segundo ángel dijo en voz más alta y con un tono que hizo que el demonio volteara a verlo.
—Están casi en nuestro territorio, yo le habló como quiero...— rodó los ojos.
—Solo abre la puerta, Div— habló Gady apretando un poco los labios, aún con su expresión tranquila.
Div era el encargado de abrir y cerrar la puerta más pequeña del infierno, que era esa.
El demonio resopló de manera grosera.
—Algún día, estarás gimiendo debajo de mi y probaras lo delicioso que puede a llegar ser la lujuria, querido— habló de nuevo mirando al rubio quien solo dio un pequeño pasó atrás. Sabía que no haría nada aquí, todo estaría bien mientras no cruzaran las puertas porque ahí habías otras reglas.
El ángel mayor solo suspiró algo cansado, Div era así con todos los ángeles nuevos en la guardia de la escalera. También había sido así con él hacía trecientos años, la primera vez que bajo ahí acompañando a superior.
—Aún tienes algo de poder— murmuró por lo bajo al pelinegro que casi estaba siendo ignorado —Cuidate...— murmuró suavemente.
Ofreit frunció el ceño. Los ángeles no podían ser puro amor y paz, sabía que en el fondo, incluso alguien de tan alto rango como era el castaño que le hablaba, debían odiarlo.
—Lo que digas— resopló.
Div abrió la puerta con rapidez, no se podía ver más que oscuridad ahí dentro.
—Te deseo suerte, corderito— casi se mofó mientras miraba al ángel sin alas.
—No lo molestes— murmuró casi inseguro Gady, haciendo que el demonio volviera su vista a él.
—Tu alguna vez deberías entrar, nos divertiríamos juntos... y me harías feliz ¿Acaso vas a irte dejándome triste? Que mal ángel eres, pequeño— sonrío de forma coqueta sorprendiendo un poco al menor por lo dicho.
—No lo escuches— habló firmemente el castaño —Es un demonio, hará lo que sea para hacerte caer. Nunca les creas— dijo mientras agarraba con cuidado el brazo del rubio alejándolo más de la puerta y acercándolo a las escaleras —Ve subiendo— murmuró de manera suave. El menor asintió y empezó a subir bastante rápido.
—Tu estás celoso porque ya no te trato así...— volvió a hablar con burla el demonio y se mordió el labio mirando al ángel —Aunque no te preocupes, Everant, eso no quiere decir que de vez en vez no siga pensando en meter mi pene en tu culo—
—¡No hables así!— alzó la voz casi escandalizado el ángel castaño —yo nunca te he faltado el respeto y creo que ya ha pasado bastante tiempo como para que tu también me respetes...—
Ofreit casi dejo escapar una risa ante la respuesta del ángel pero luego volvió su mirada hacia adentro de las puertas, se acercó con cautela hasta la línea que indicaba el comienzo del lugar.
Solamente se veía oscuridad, nada más. ¿El infierno sería tan malo?
Él podría sobrellevarlo y pasarlo, era fuerte y aún tenía parte de sus poderes. Sabía que el infierno no era lo mismo que el cielo y no estaría lleno de ángeles tontos que se creen la paz personificada.
—Esta bien, te digo con mucho “respeto”— habló Div haciendo comillas en respeto con los dedos —Que me encantaría sacarte la ropa y tirarte la cama para abrirte de piernas—
Por un momento la furia se vio reflejada en el rostro del ángel pero enseguida volvió a verse calmo.
—Amo realmente tu cara enojada porque sé que harás una completamente distinta cuando te lleve a los delirios del placer— volvió a hablar el demonio divertido, Ever apretó los puños pero se obligó a volver a su expresión dulce y miró hacia Ofreit.
—Debes entrar y mucho cuidado— habló casi con ternura.
El ex ángel rodó con fastidio los ojos.
—Ese tono me pone mucho, Ever— Div volvió a hablar haciendo que el ángel frunciera un poco el ceño y se alejara, hasta el lugar donde estaba la niebla —¡sé que me vas a extrañar y volverás!— exclamó el demonio mientras reía, antes de que el castaño se perdiera en la niebla.
Ofreit no espero que el demonio volteara a verlo de nuevo y entró cruzando la línea, metiéndose en la oscuridad.
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