No esperes de mi, lo que no soy

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—Sal de aquí, Div. Esto no te concierne.— Dry se puso firme mirando al ex ángel que tenía sus ojos clavados en la cuna, el bebé no lloraba y suponía que esa era la única razón por la cual Ofreit no había corrido hacia él.
—Si, si me concierne. Dejaron entrar a un ángel al infierno para que de su veredicto ante la información. — Div se mantenía serio pero no podía evitar estar nervioso al ver al otro caminar despacio a su alrededor como un depredador a punto de saltar hacia su presa.
Nunca le había tocado estar en contra de manera tan directa de Dry, no le temía pero había un fuerte respeto que hacía que se mantuviera completamente alerta.
—¿Dejaste entrar a Ever para que hablara con Lucifer? ¿Qué tan malditamente enamorado estás de ese ángel?— casi escupió deteniéndose frente a él, apenas a un paso de distancia, inclinándose haciendo que sus narices casi se tocaran mientras mostraba los dientes en una sonrisa que destilaba enojo.
—¡No lo amo! Pero sus razones eran válidas y tuve que dejarlo.— Div no bajó la mirada tratando de que su ego fuera su fuerte, apretando los puños y haciendo que sus expresiones se vieran mucho más serias, tratando de no armar una gran pelea antes de que viniera el ángel.
—Estás dejando que ese sentimiento de domine. Eres demasiado débil con él y eso te esta jugando en contra. Estúpido— escupió en su rostro dando unos pasos hacia atrás, Div tragó en seco al sentir la baba viscosa en su mejilla pero no hizo ningún movimiento que invitara a la pelea.
Pelear con él le daría la razón.
Y quedarse quieto... también.
—¿Se lo llevarán?— Ofreit al fin se levanto con una expresión neutral pero Dry notó como a pequeños pasos se acercaba a la cuna y la tapaba con su cuerpo, sin darles la espalda para evitar cualquier ataque sorpresa.
—Lo harán.— Div se pasó la mano por el rostro para quitarse la saliva en cuanto Dry le quitó la vista de encima. Trató de entender que tipo de obsesión tenía con el ex arcángel.
¿Por qué no lo había matado? ¿Por qué procrear un bebé con él? ¿Había si quiera pensado que el cielo iba a detectar la parte ángel del niño?
—No lo harán.— Dry clavó sus ojos en el otro ser del infierno mientras hablaba entre dientes, a punto de transformarse en una bestia. —Yo no dejaré que se lo lleven.—
—Los ángeles pueden reclamarlo.—  Div no pudo contenerse al hablar mirando de reojo como Ofreit alzaba al niño de manera temblorosa y lo observaba, como que si viera a la mejor obra de arte en el mundo.
¿Cómo podía amar a un niño que significaba todo lo horrible que le había pasado?
—¡Es mi casa y nadie se llevará al niño!— sacó sus garras y se abalanzó contra el más bajo aunque se detuvo a pocos milímetros de su rostro, sin llegar a lastimarlo ya que Div logró detenerlo agarrando su brazo y apretando este. Ambos demonios se gruñeron aunque no se movieron, ninguno quería bajar la mirada o dar su brazo a torcer.
—Si lo haremos.— La voz de Ever lo hizo estremecer. Div miró hacia el ángel notando como sus alas estaban abiertas y brillando como que si estuvieran en el cielo.
Ever siempre había sido un ángel hermoso.
—Este es mi territorio, niño.— Dry se alejó del de cabello negro haciendo una mueca, mirando hacia el ángel por encima del hombro del demonio quien no se había movido en un intento de evitar que Dry se acercara a Evar.
—Pero los niños híbridos son jurisdicción del cielo.— Un hombre realmente atractivo entró en la sala, vestía traje negro y sus ojos eran completamente rojos, era mucho más alto que los otros dos y sus brazos se notaban musculados. Destilaba una sensación de sensualidad que podría hacer pecar a cualquiera.
—Lucifer.— Dry no pudo evitar que su voz temblara un poco.
Si él estaba de acuerdo con que el niño fuera llevado al cielo no había nada que hacer.
—Div, aparta ¿Quieres? Deja de proteger al angelito ¡No eres su perra! — se mofó ignorando lo dicho por Dry, clavando su vista en el otro demonio quien dio unos pasos hacia el costado haciendo caso con velocidad sin atreverse a decir nada.
Ever sonrió y caminó rápidamente hacia Ofreit.
—¡Ofreit!— sonrió con felicidad.
—¡No te acerques!— el ex ángel gritó con fuerza abrazando al bebé contra su pecho dando varios pasos hacia atrás. Dili abrió los ojos seguramente algo alertado por la voz de su progenitor, miró hacia Ever parpadeando y alzó su manito, palmeando levemente el pecho de Ofreit como tratando de calmarlo.
—Ofreit, no quiero hacerte daño ni a ti ni a tu bebé. Pero debes dejar que me lo lleve.
El tendrá una vida mejor en el cielo que aquí y lo sabes.— Ever se quedó quieto mirándolo con ternura, sonriendo suavemente como que si él no hubiera sido uno de los que lo metieron ahí.
Eso odiaba de los ángeles como Ever.
Ellos no fingían ser buenos, ellos eran buenos con cada fibra de su cuerpo y no parecían ver el mal en otros compañeros, al punto de seguir preguntando por él cuando él fue ingresado al infierno.
—Él no puede llevarse al bebé al menos que aceptes ser quien lo concibió, ángel.— la voz de Lucifer hizo que ambos seres del cielo miraran al señor del infierno que sonreía de lado sin acercarse, mirando la escena con diversión y burla. —Si tu niegas que es tu hijo no podrá quitártelo.—
Dry miró hacia su superior sin decir nada pero no pudo evitar sonreír de lado.
—¿Es por eso que estás siendo tan tierno?— La voz de Ofreit sonó apagada, mirando a Ever con todo el desprecio que podía.
Podía darle a Dili una vida mejor.
Pero su escudo se esfumaría.
Si lo dejaba ir él no sobreviviría al infierno. Volvería a entrar en el circulo vicioso de nuevo, sería solo una muñeca rota hasta que Dry lo matara.
—Sabes que no miento, Ofreit. Es peligroso para el niño estar aquí, con los demonios alrededor, en el infierno.
Tu fuiste castigado por algo que hiciste pero él no tiene porque pagar tus pecados. Él no tiene que vivir esta vida, puedes elegir sacarlo de aquí y que sea feliz.
Sé que estás asustado, que él seguramente es un seguro pero sé que lo quieres.— el ángel se inclinó levemente hacia él mientras hablaba y estiraba sus brazos, sonriendo tratando de darle confianza, como que si estuviera frente a un animal salvaje.
Dry miraba completamente serio la escena sintiendo su seguridad menguar ante las palabras del ángel, sabía lo mucho que se había apegado al bebé, en cambio, Div miraba a Ever sin poder quitarle la vista de encima con los puños apretados sintiendo sus celos salir a flote otra vez.
Ofreit abrazó más al niño mirando su carita, acarició con suavidad una de sus manitos viendo como el bebé agarraba su dedo sonriendo con verdadera alegría.
Él tenía que dejarlo ir.
Pero... no podía.
Negó con la cabeza acurrucándose más contra la pared y dejándose caer hasta sentarse en el suelo, sin dejar de mirar a su pequeño sintiendo sus ojos llenos de lágrimas.
¿Por qué siempre tenía que ser tan egoísta?
—El niño no es mío, Dry lo trajo para que sea una distracción y evitar que me muera.—
¿Por qué no podía velar por la seguridad del niño sobre la de si mismo?
Pero tenía tanto, tanto miedo.
—¡Ofreit! ¡El niño no tiene la culpa de lo que te hicieron!— Ever apretó los labios sintiendo rabia pero trató de calmarse al escuchar la risa de Lucifer respirando profundo, era un alivio que la atmósfera del infierno no estuviera aplastándolo.
—¡Yo soy así, Ever! ¡No estoy aquí por ser un maldito puto ángel bueno!— Ofreit ocultó su rostro mientras seguía aferrado al niño. —¡Estoy aquí porque soy un monstruo! ¡Tanto como los demonios! ¡Asesiné a muchas personas, familias enteras que tenían niños! ¡Solo por dinero que no necesitaba!
¡No me pidas ser un ángel ahora!—
—¡Tu hijo no debería quedarse aquí solo porque tienes miedo!—
—¡Te dije que no es mi hijo!— cerró los ojos con fuerza mientras sentía sus lágrimas recorrer sus mejillas. —Tu no sabes lo que el miedo.
Lo que es tener que aferrarte a lo único que amas y negarle la felicidad solo porque estás aterrado de morir.
No hay nada después de eso.
No voy a salir de aquí nunca.
No vengas con tus gritos de los niños porque no me importan ¿Acaso olvidas porque estoy aquí? No fue por dar flores, Ever.
Deja de esperar lo mejor de mi.— abrió sus ojos dorados mirándolo casi con dolor y culpa, sin poder soltar al pequeño niño que confiaba completamente en él.
—Él ya lo dijo. Puedes irte, querido ángel.— Lucifer sonrió mientras se cruzaba de brazos, mirando hacia el niño con algo de interés.
Ese tipo de niños traían problemas, por eso nunca había jugado a mezclar su sangre con un ángel del cielo aunque él anteriormente había sido uno.   
Esperaba que Dry no terminara lamentando haber procreado al niño cuando este creciera.
—Puedes cambiar de opinión, Ofreit.— Ever dejó que Div agarrara su brazo, mirando aún con intensidad al ex ángel y al bebé. —No importa si es en cien años, cuando creas que es suficiente solo debes decir que es tuyo y podremos llevárnoslo. —
—Solo vete, Ever.— Ofreit miró hacia otro lado sin ser capaz de corresponder la mirada, sintiendo una fuerte presión en el pecho.
Una parte de él quería gritar que se llevara al niño.
La otra estaba demasiado aterrada por Dry como para dejarlo ir.
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De nuevo el miedo y el egoísmo hacen que Ofreit no tome decisiones acertadas :c
¡Gracias por leer!

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