Capítulo 9

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—Y así es como distinguimos a un pato de un ganso. —y así seguía nuestro maestro de biología tratando de que nuestras mentes no se perdieran en pensamientos lejanos a la biología, pero de verdad no nos interesaban los patos. Veía al reloj cada dos minutos, Biología era la última clase del día y Zabdiel ya había dicho que me buscaría para darme la carta.

—Señorita _______ ¿Sería tan amable de compartir con la clase lo interesante del reloj? —la voz de... oh dios no podía ni recordar el nombre de el profesor— La escuchamos —dijo para cruzarse de brazos y para que luego la mirada de todo el salón se dirigiera a mi.

—Bueno pues... la verdad es que... —fui interrumpida por un ruido "SALVADA POR LA CAMPANA" pensé, tomé aire y ya con la clase vacía le respondí al profesor— Me encantaría compartir con usted la respuesta, la próxima clase.

No se ni de donde había sacado el coraje para hablarle así a un profesor, así que salí del salón lo antes posible antes de que pudiera castigarme. Durante todo el trayecto hasta mi casillero me repetí mentalmente a mi misma 'RESPIRA'. Existía la posibilidad de que Zabdiel estaría esperándome ahí.

Crucé para poder llegar al pasillo donde estaba mi casillero pero tropecé con alguien. Con lo torpe que era logre tirar todas sus cosas al piso, esperaba algo como: "¡QUE HICISTE TONTA!" o algo así, pero al o escuchar nada supe que la persona era nueva en la escuela. Se agacho para recoger sus cosas, al principio no reaccione hasta que por fin me agache a ayudarle.

—Lo siento, no fue mi intención —dije disculpándome mientras le entregaba un libro, "TENGO GANAS DE TI" de Federico Moccia para ser específica.

—No hay problema, sé que no lo hiciste a propósito —dijo con una media sonrisa en su cara. Oh si, olvidaba mencionarlo, había tropezado con una chica.

—Hola soy _______ —dije devolviéndole la sonrisa.

—Mucho Gusto _______, yo soy Esmeralda —dijo riendo— Bueno me tengo que ir si quiero llegar a tiempo.

—Si claro, oye ¿eres nueva en la escuela?

—No, no estudio acá —su respuesta me sorprendió, y ella lo notó así que siguió hablando— Vine a dejarle todo esto a mi hermano, el esta viviendo con mamá ahora así que estudia acá. —Sin dejarme responderle ella desapareció. 'CHICA RARA' pensé y luego seguí con mi camino. Llegue a mi casillero y no había señales de Zabdiel, saqué mi mochila y guardé algunos libros, me puse mi chaqueta y salí de la escuela.

Estaba apunto de salir de los patios de la escuela cuando escuché a alguien gritar mi nombre.

—¡_______! ¡ESPERA! —giré para ver de quien se trataba, y ahí estaba. Zabdiel corriendo hacía mi con... Con una carta en la mano. Llegó hasta mi y me brindó una sonrisa— Oye fui a tu casillero pero no estabas ahí, así que salí a buscarte y bueno ya sabes el resto, ¿por que no me esperaste?

—Bu...Bueno pensé que no me darías la carta, que te habías arrepentido.

—Nunca me arrepentiría, pero bueno toma —dijo mientras me daba la carta— Dásela hoy mismo ¿si?

—Claro, iré directo a su casa —dije no sonando muy convencida.

—De acuerdo, gracias _______ nos vemos luego —dijo para inclinarse y darme un beso... en la mejilla. Me quedé parada, únicamente respirando y observando como el corría hasta el estacionamiento para encontrarse con Christopher, llevar a Gwen a su casa y hacer lo que sea que haga un lunes por la tarde.

Caminé hasta mi casa. Entré, y como siempre nadie me recibía. Mis padres seguían de viaje y mi nana me había pedido si podía ir a ver a su hija, y obviamente yo había aceptado. Pensé en que podía comer, pero no se me ocurrió nada. Dejé la carta sobre la mesa de la cocina, la leería luego, no quería pensar en Zabdiel ahora. 'COMO SI EN ALGÚN MOMENTO TE LO SACARAS DE LA CABEZA' replicó una voz en el fondo de mi corazón, reí tontamente.

Miré por la ventana, hacia la casa de Caroline. Ella dijo que la podía buscar cuando quisiera ¿no? Bueno tal vez hoy le robaría un poco de comida, por que mi nana no había dejado nada y yo y la cocina no nos llevamos.

Trote hasta la casa de Caroline, que eran que? Siete pasos desde mi puerta hasta la suya, JA yo era toda una corredora. Volví a reír tontamente por mis pensamientos. Toqué a la puerta y Caroline no tardó ni un minuto en abrir.

—¡_______ QUE SORPRESA! Pasa adelante —dijo con una sonrisa... maternal, familiar. Esa clase de sonrisas que te da tu familia cuando llegas a verlos, cuando les dices que los quieres, cuando es el cumpleaños de alguien, cuando estan felices.

—Hola Caroline, la verdad te pediré algo no muy agradable, veras mi nana no dejo comida preparada y yo...

—No digas más, pasa al comedor, yo estaba a punto de comer.

Caroline era de esa clase de personas a las cuales les tomas cariño rápidamente, por alguna razón cuando estaba con ella, era como si estuviera con mi familia. Como si estuviera con... mi madre? No, no era algo así. Yo sabía perfectamente quien era mi madre, contuve un sollozo antes de que saliera de mi boca, no podía pensar en ella, no ahora. Era mas como si estuviera con esa tía favorita que es como una de tus mejores amigas.

Pasé aproximadamente tres horas en la casa de Caroline, terminé contándole todo mi día. Era raro, como ya lo he dicho era como estar en familia, algo que nunca había hecho con mis padres, sentarme a hablar sobre mi día.

Cuando llegué a mi casa, mi nana ya había llegado. Me preguntó sobre la carta, pero evité darle una respuesta. Tomé la carta y mi mochila, le pedí que me subiera un pan con Nutella y una taza de chocolate caliente a mi cuarto, y subí corriendo las gradas, era tiempo de leer la carta de Zabdiel.

Me senté en mi cama, por alguna razón sentía que no debía leer la carta en mi cuarto, raro lo se. Me levante, tomé la carta y algo me dirigió al cuarto que antes ocupó... Ella. Abrí la puerta, todo estaba ahí, los muebles, los cuadros, la televisión, las lámparas, todo menos su ropa y su presencia.

Salí al balcón, el balcón de este cuarto daba al bosque. Verán había un pedazo del residencial, que seguía siendo un bello bosque, yo esperaba que se quedara así para siempre. Me senté Y tome la carta en mis manos. 'ES AHORA O NUNCA' pensé. Abrí el sobre y la saqué. Ahí estaba yo, sentada en un balcón con una carta de Zabdiel De Jesús en mis manos. Reí al notar que su caligrafía era mucho más legible que la mía. Comencé a leer.

Mi Cenicienta Dezcalza |Zabdiel De Jesús| [adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora