Feliz cumpleaños, TaeTae

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¿Cuantos años tienes? No, espera, no es la pregunta correcta. ¿Cuantos días desde tu nacimiento tienes? Lo mas seguro es que muchos. Yo por ejemplo, voy en él día diez mil noventa y cinco, bastante viejo a decir verdad, pero bueno.

Mi abuelo solía decir que los cumpleaños eran una festividad para recordarte que tan viejo y desgastado estas, y que no cambiaba nada si te hacían fiesta o no, de todas formas, seguías creciendo. Por ello, él fue contando dia tras día, muriendo a los treinta y dos mil cuatrocientos ochenta y cuatro días, justo horas antes de su cumpleaños.

Cuando murió, me gusto la idea de seguir su creencia, por lo que deje de festejar mis cumpleaños y reemplace los once años con los cuatro mil quince días desde mi nacimiento. Es raro lo se, pero me pareció lo mejor para mantener vivo él recuerdo del hombre que me enseño tantas cosas.

Si bien, mi muñequito adoptó mi costumbre, y comenzó a decirme su edad a través de días, al igual que me contaba cuantos días faltaban para su día tal después de nacido. ¿A que quiero llegar? Bueno, a que en él día tres mil doscientos ochenta y cinco del pequeño, compré una torta de fresa y chocolate, con decoraciones sabor a menta. ¿Te gusta la menta? A mi me encanta, y a mi muñequito también, por lo que no se me hizo difícil buscar él pastel adecuado para él.

Le dije ese día a mi madre que no me buscara, que estaría celebrando él cumpleaños de mi lindo muñequito en mi cuarto, pero antes de que pudiese al menos darle él pastel, una llamada de emergencia del hospital mas cercano nos hizo salir de casa lo mas rápido posible y para mi desgracia, no guarde él postre en la nevera.

Ese momento, cuando mi madre me jalo en él pasillo, con mi chaqueta en brazos y semblante serio pensé que la odiaria, pero no creí que llegar al hospital era ver a mi padre sentado en las sillas de espera con él santo en la boca y mi hermano siendo atendido por un balazo en la espalda.

Cuando escuche lo que le paso a mi hermano, rompí en llanto. Mi madre se inco a mi altura tratando de consolarme aun cuando ella también estaba llorando.

-JooHeon, dime que demonios paso.- Dijo, al borde de hiperventilar acariciando mi espalda con sus manos y yo escondido en la curvatura de su cuello.

-No lo se cariño.-Sentencio, dejándose caer en él suelo con las lágrimas saliendo sin control.- Íbamos por él cruce con las bolsas de comida y unos hombres armados y con máscaras de algún animal nos asaltaron. Les dimos todo y cuando nos alejamos uno de ellos le disparo.- Cubrió su rostro. Yo podía ver los espasmos que tenia por él llanto, así que me aleje de mama y lo abrace, sentándome a su lado, ambos llorando. Mama se unió con nosotros y después de tanto llorar, caí dormido.

Te imaginaras, ¿que tantas desgracias puede sufrir una persona? Yo me pregunto lo mismo. Porque, cuando Namjoon Hyung despertó no volvió a ser él mismo.

Los doctores dijeron que era un fallo mental. Que la bala lo hizo reaccionar de una forma no muy segura y que lo mejor que pudo hacer fue crear una barrera entre su dolor físico y él anterior trauma con sus pesadillas. Hasta ahora, sigo sin saber exactamente que paso.

Dos semanas después, Namjoon comenzó a hablar como si toda la inteligencia y creencia que tenia se hubiesen esfumado. No te veía a los ojos, él decía que si lo hacia lo lastimarían. Hablaba muy poco, prefería sumergirse en una burbuja con rap y hiphop de fondo, una libreta en mano y un lapicero de punto cinco.

Sus habitos de lectura fueron suplantados por hábitos de ensayo en sus letras, y aunque no me quejo de ello, nuestra relación se rompió. Ya no hablaba conmigo, decía que era demasiado grande, adulto, decía él. Si me acercaba, me alejaba con un molesto Ahora no, Taehyung, o un No tengo tiempo, mocoso.

Cada vez que decía eso, me retiraba a mi habitación y me acostaba. Estaba tan concentrado en como llamar la atención de mi hermano que no volvi a abrir mi ventana, y con ello, a hablar con Jungkook.

¿Que tipo de pastel te gusta?

Él treinta de diciembre, de ese año, me la pase jugando videojuegos. Aunque mi madre llamaba a mi puerta, no me levantaba a abrir. Preferí seguir con mi partida de Pac-Man y varios juegos, hasta que se hizo de noche rápidamente. Suspire, apagando mi pequeño aparato y apague la luz de mi mesa, deteniendome al ver un pastel color blanco en la ventana, con decoraciones de color negro y una malla de cocina tapándolo. Abrí la ventana, algo confundido y metí él pastel, colocándolo en la mesa que tenia. Quite la malla, apreciando una nota color verde menta y una letra tan linda que Sonreí automáticamente, al igual que al ver las decoraciones de conejitos y leoncitos.

¡Feliz cumpleaños TaeTae!
Sabes que siempre siempre estare a tu lado.
¡Te quiero mucho mejor amigo!
Kookie.

Y creeme que, jamas me llegue a sentir tan culpable como ese día por olvidar a mi pequeño muñequito por casi dos meses, llorando y pidiendo perdón al silencio por olvidarlo tan fácilmente.

Vamos Tae, mañana lo recompenzaras.

Hey! Tengan buena vida, coman bien, diviertanse y cuidense que cualquier cosa puede pasar. Ojala no me maten por hacer sufrir a Nam, pero es un factor para que Tae entienda un poco él estado de Jungkookie, sin mas, las faltas ortográficas y eso lo siento. ¡Obligatorio contestar las preguntas que Tae les haga! Bye.

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