Epílogo

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Después de hablar un poco más, de contarle todas las cosas que él no sabía de esta y las otras vidas y de asegurarle que debía luchar por Rithana, que ella lo amaba, su celular sonó y sus ojos brillaron: era Carolina que lo llamaba para que la fuera a buscar.

―Debo irme, me necesita ―me informó levantándose de la silla y dejando un par de billetes en la mesa, él siempre ocupándose de todo.

―Claro, ve con ella y cuídala. ―También me levanté y le di un abrazo fraterno―. Sé muy feliz, hermano, te lo mereces.

―Gracias, espero que pronto puedas encontrar a alguien que te haga feliz.

―Ya la encontré, solo debo esperar que vuelva a aparecer en mi vida.

―Me alegro por ti.

Lo vi alejarse por la puerta principal, todo debía tomar su rumbo normal, claro que, esta vez, ella no estaría drogada y yo tampoco lo estaba. Caminé a casa, lentamente, pensando en si alguna vez volvería a ver a Katherine. Sonreí para mis adentros. Pude sentir su mano en mi espalda.

―Esa niña… ―murmuré.

―Yo no soy ninguna niña.

La dulce voz a mi espalda me paralizó. Katherine volvía a mí. Estaba aquí. Conmigo.

―¿Qué haces aquí? ―atiné a preguntar, después de haber quedado mirándola como un bobo.

―Nada, vine a verte ―respondió con ese tono infantil que me había gustado tanto.

―¿Y tu mamá? Me va a querer matar si te ve aquí conmigo. ―No pude evitar sonreír.

―No ―contestó con celeridad―, ella lo sabe, fue ella la me instó a que viniera.

―¿Ella te dijo que vinieras? No te creo.

―¡¡Sí!! Es verdad, lo que pasa, es que… me gustaste mucho, Jorge, de verdad, nadie me había gustado así ―dijo acercándose, peligrosamente, a mi boca.

―¿Sí? ―La miré y la tomé de la cintura―. Bueno, pues yo no he podido dejar de pensar en ti.

Sin pensarlo más, nos besamos, fue el beso más dulce y pasional que haya dado antes, esa mujer sí que era especial. Era una mezcla de niña y mujer, hecha de pasión y dulzura, de amor y ternura en una bella combinación.

Se apartó de mí y la miré a sus hermosos ojos verdes que parecían dos gemas, dos joyas preciosas que debía cuidar y proteger.

―Creí que debía esperar mucho más tiempo para volver a verte.

―Te vi hablando con tu hermano, por eso no vine antes, ¿hicieron las paces?

―Sí, todo está aclarado.

―Me alegro, ustedes se lo merecen, el idiota de Rodhon es el que tiene que pagar por todo.

―El único problema con eso es Khala, ella está enamorada de él y no quiero que sufra.

―Pero será mejor a que esté con un tipo así, no se te olvide que él la tenía amenazada y no creo que ella quiera estar con un hombre así.

―Tienes razón…

Ella sonrió y me besó de nuevo, enredar mis dedos en sus cabellos negros como el azabache, sentir su cuerpo pequeño, su sabor, su aliento, era lo mejor que había experimentado en mis más de dos mil años. 

―¿Vamos a tomar algo? ―me propuso apartándose un poco de mí.

―Está bien, ¿dónde quieres ir?

Extraño FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora