Capítulo 1 - Remmus

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"SoundTrack Recomendado ;)"

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Solo el silencio le rodeaba. Al abrir sus ojos divisó un espectáculo único en aquel inmenso vacío: miles de luces de diversos colores, danzando en la distancia de un cielo perdido. La serenidad de aquel momento le hizo olvidar hasta su misma existencia, olvidar el dolor, la pérdida. Fue en ese entonces que escuchó una voz, la misma que le suspiraba cuando todo parecía perdido. Suavemente aquel sonido se coló a través de su piel, sintiéndolo en todo su ser. Era una señal de esperanza, aún era pronto para partir. Él le estaba llamando por su nombre...

Recuerdos inundaron su mente, de principio a fin en una fracción de segundo, las emociones brotaron de su corazón destrozado, recordándole que aún estaba vivo...

Déjame contarte su historia, una leyenda sobre hombres y bestias viviendo bajo el mismo sol, llena de aventuras y épicas batallas, en un lugar donde la magia existe y los héroes viven eternamente en los recuerdos de la gente, donde sus nombres resuenan en las canciones de cada contienda que libraron. Conocerás una realidad más allá de este mundo, un lugar donde no existe lo imposible.

Nuestra historia comienza en una ciudad cualquiera, repleta de gente común, preocupada de sus quehaceres y labores diarias, gente que no expresa más que cansancio y rutina en sus rostros. Personas que regresan tan cansadas a casa después del trabajo o del colegio, que solo llegan a dormir, agotados del día a día; pero no a soñar, ni mucho menos imaginar cómo sería vivir otra vida. Aun así, dentro de esta gran y aburrida ciudad, existía un joven que no era como los demás, a él le encantaba imaginar cosas, ¡incluso soñaba despierto en clases! Y aunque no era muy sociable con sus demás compañeros, era una persona amable y solidaria si lo conocías a fondo.

Edgar tenía 18 años recién cumplidos y vivía con sus padres en una casa pequeña (pero muy adornada) cerca del centro de la ciudad. La habitación de Edgar quedaba en un segundo piso, donde este pasaba la mayor parte del tiempo en su escritorio, lugar donde dibujaba y solía contemplar durante horas el paisaje a través del gran ventanal que poseía en su pieza. Durante el día, en clases, solía sentarse junto a la ventana en el fondo de la sala, lugar desde el cual llamaba menos la atención, por lo que solían llamarlo antisocial o solitario, sin embargo, tenía sus beneficios: como poder dibujar tranquilo sin que el profesor se diese cuenta, entre otros. Había dos cosas que Edgar siempre llevaba consigo y nunca soltaba sin importar que pasara: su croquera de dibujos bajo el hombro y su portaminas favorito con el cual dibujaba desde pequeño. Muchos trataban de adivinar qué clase de cosas retrataba y por qué se escondía tanto cuando trabajaba en ello, algunos excéntricos pensaban que dibujaba estupideces, como pentagramas entre otras tantas tonterías que se les ocurría, también no faltaban los que pensaban que dentro de la croquera no encontrarían más que obscenidades, después de todo ¿Por qué alguien escondería tanto su trabajo? ¿Que tenía de malo que no quería compartirlo con nadie más? La verdad es que sí había una razón, pero por más que se los explicara a los demás, jamás serían capaces de entender lo que había dentro de ella.

Hans, el mejor amigo de Edgar, era el único que había visto la croquera hasta ese entonces, lo cual era un gran halago para él y como muestra de confianza decidió mantenerlo en secreto, como símbolo de amistad. Desde que eran pequeños solían jugar juntos a toda clase de juegos, por lo cual tenían varios gustos en común, como el amor a la música, los videojuegos, la animación y el dibujo. Incluso en estos días Hans solía pasar el tiempo libre luego de clases en la casa de Edgar, pues al no tener más hermanos era bastante aburrido quedarse en su hogar toda la tarde a solas. Edgar tampoco tenía hermanos, de modo que ambos solían llamarse hermano el uno al otro frecuentemente.

Crónicas de otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora