-¡Cásate conmigo!
-¡Vincent ya para de una vez! Lo único que conseguirás es que llamen a los guardias.
-Remmus, me decepciona lo poco que sabes sobre mujeres: a ellas les encanta que las miren -Afirmaba el galán mientras dirigía su mirada nuevamente hacia la calle-. ¡Hey tú!... si, si, tu misma la de chaleco rojo, ¡Por favor cásate conmigo!
-Quizás no sepa mucho, pero si de algo estoy seguro es que detestan que las acosen, luces patético gritando desde aquí arriba -dijo Remmus mientras intentaba bajar a su amigo del balcón.
-Tonterías, nada es más romántico que un hombre cortejando a una dama desde el segundo piso.
-Se me ocurren un sinfín de cosas más románticas que esta, créeme. ¡Además se supone que ellas estén arriba en el balcón, no tú descerebrado! Ya bájate por el amor de Dios.
-¡Señorita! -gritó a todo pulmón el enamorado- Nunca había visto un rostro tan hermoso como el suyo ¿Sería tan amable de ser mi novia?
La chica a la que se refería solo le dedico una fea mueca como desprecio y siguió con su camino.
-Ahora entiendo porque tienes tan mala suerte con las mujeres, te has ganado tu fama con esfuerzo ¡Ja, ja, ja!
-Eres muy joven todavía para entender el amor...
-¿Amor? ¡Por favor! Le estas pidiendo matrimonio a cada mujer que pasa.
-El amor...es un misterio –dijo Vincent posando aún sobre el balcón con la mirada perdida en el horizonte.
-No me salgas con esas de dártelas de interesante, que eres igual de malo en eso –Sinceró Remmus sin pelos en la lengua. Antes de que la autoestima de Vincent se hundiera aún más, un fuerte sonido los interrumpió a ambos, parecía que algo hubiese estallado en la entrada de la casa. Rápidamente bajaron al primer piso a observar lo sucedido: frente a ellos se encontraban esparcidos por toda la habitación lo que parecían ser astillas provenientes de algún mueble o similar. Junto al destrozo estaba Komek, furioso y con el rostro enrojecido como un tomate; parecía que iba a acribillar a quien se le pusiera por delante.
-¡Maldito Mocoso! Lo desollaré vivo, ¡Lo juro!
-¡¿Komek estas bien?! ¿Qué te ocurrió? –preguntó Remmus asustado-. Cálmate por favor.
-¡Esa alimaña de Ariel Thalamir! El otro día en el coliseo me amenazó con dejarme en la calle, ¡Y lo hizo! –Respondió Komek agitado.
-No entiendo a qué te refieres.
-Su padre es el dueño de la compañía, seguramente le habló pestes de mí para que me despidieran. Hoy me avisaron que no trabajaría ni un día más en el puerto, ¡Que estupidez! Llevo décadas trabajando de sol a sol, y de la noche a la mañana me echan sin razón alguna ¡Mataré a ese mocoso por esto!
-Komek...-interrumpió Vincent mientras miraba el desastre en el suelo.
-¡¿Qué?!
-...La puerta... ¡Rompiste la maldita puerta!
-¡Al diablo la puerta! Ahora tengo otras cosas de que preocuparme, ¿Cómo diablos se supone que pague la renta y la comida y...?
-Komek... ¿Por qué rayos destrozaste la puerta? –insistió Vincent indiferente sin despegar la mirada de la entrada destruida.
-¡Si vuelves a mencionar esa maldita puerta, tomaré lo que queda de ella y la usaré para romperte la cara! ¿Me oyes?
-Komek...
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Crónicas de otro mundo
FantasyJusto cuando parecía que su vida no podía ser más normal, Edgar se adentra en un mundo de fantasía y lleno de aventuras, donde conocerá nuevos compañeros y peligros que jamás imaginó vivir... ¡Bienvenido al otro mundo, donde todo es posible!