Un sin número de platillos exquisitos se extendían por los mesones a lo largo del palacio, incluso a Vincent le costaba reconocer la sarta de frutas, verduras y otros manjares que habían a su disposición, ni hablar de Remmus. El salón principal era el lugar ideal para la celebración: constaba de una amplia zona donde los comensales podían degustar las delicias especiales de la casa, por otro lado había un pasillo abierto que llevaba a otra sala espaciosa donde los invitados podían bailar al ritmo de la música que inundaba el palacio. Era la banda orquestal más famosa de toda la región, sus melodías eran conocidas por todos y estaban a la altura de tan magnífico evento, ellos solían tocar en vivo para la familia Thalamir cada vez que estos organizaban una fiesta en sus aposentos, dichosos claro está, pues eran bien remunerados.
Era el cumpleaños número dieciocho de Ariel Thalamir, y como de costumbre este se celebraba a gran escala: decenas de invitados inundaban los salones de la mansión, agradecidos de haber sido llamados a la fiesta, regocijándose con la comida, la música y la interminable decoración que saturaba cada centímetro de vista.
En medio de todo, una mujer gorda de avanzada edad posaba junto a los invitados, mostrando sus joyas y causando la envidia de todas las mujeres exhibiendo un gran abrigo de piel de lo que parecía ser el pelaje de un gran Ben'Jal. Aquella mujer era la madre de Ariel, la Sra. Janit Thalamir y como todos los años, hacia acto de presencia en el cumpleaños de su hijo (y cualquier otra instancia) para demostrarle al mundo que ella era la mujer más glamurosa de toda la ciudad.
El plan que acordaron aquel día era simple, no así fácil de lograr: Kensuke había logrado inscribir en la lista de invitados a Remmus y compañía, de modo que estos solo debían decir sus nombres en la entrada para tener acceso a la mansión, por si fuese poco, el propio Kensuke estaría encargado de recibir a las personas. Ariel no tenía amigos de verdad, por eso cada año llenaba su casa de gente que con suerte conocía, gente de dinero y estatus que fácilmente podía simular ser simpática por conveniencia... o subirse más el pelo, después de todo no cualquiera tenía ese privilegio. Nadie de entre los más de doscientos invitados era su amigo, muchos ni siquiera lo conocían o habían hablado con él, solo estaban ahí...fingiendo que su cumpleaños les importaba. En medio de esa sociable soledad, Remmus y Vincent pasarían casi desapercibidos, aunque de todos modos para asegurarse de que fuese así, ambos se disfrazaron (poniendo especial cuidado en ocultar los ojos y el pelo tan característico de Vincent). Komek sin embargo no llevaba disfraz, su papel en la mansión era por el contrario, llamar la atención de todos
Ariel por su parte se encontraba sobre un pequeño balcón dentro del mismo salón desde donde observaba plácidamente a sus invitados. De vez en cuando fingía saludar a un conocido con una reverencia, cuando en realidad nadie le prestaba importancia. Estaba en eso cuando un rugido interrumpió la fiesta:
-¡Que se jodan todos los Thalamir! -gritó Komek-. ¡Ariel! ¡Trae tu afeminado trasero acá y arreglemos esto de hombre a hombre!
Komek estaba parado en medio del salón principal junto al ponche. Había bebido el bol completo y estaba armando un escándalo para atraer a Ariel y los guardias.
-¿¡Cómo demonios lograste colarte en mi mansión sin una invitación escamoso!? ¡Estas arruinando mi fiesta de cumpleaños! ¿Qué te has creído imbécil? ¡Guardias!, ¡Desháganse de esta molestia ahora!
Forzado a bajar junto a los guardias (quienes se abalanzaron sobre Komek), Ariel centró toda su atención en el berrinche, dejando además sin custodia las escaleras que llevaban a los pisos superiores, lugar donde se encontraba Samuel Thalamir y por ende, el anillo.
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Crónicas de otro mundo
FantasíaJusto cuando parecía que su vida no podía ser más normal, Edgar se adentra en un mundo de fantasía y lleno de aventuras, donde conocerá nuevos compañeros y peligros que jamás imaginó vivir... ¡Bienvenido al otro mundo, donde todo es posible!