Luego de 70 largos y espectacularmente hermosos años de matrimonio, estaba nuevamente sola.
Las cosas no volverían a ser igual que antes. Todo era más duro desde que el violinista cerro sus ojos, para no volver a abrirlos jamás.
Sólo esperaba que el estuviera en el reino de dios, un reino donde las calles eran de oro, y el mar era de cristal.
Pero no sabía como se sentía, no sabía si era tristeza, dolor o depresión. Pero algo tenía, algo que sentía en su corazón.Desde entonces, se sentía sola. Porque ya no estaba aquel hombre que la acompañó desde tan joven. La única persona que amo de forma loca y romántica. Aquel que la acompañó casi eternamente, a crear un lugar que llamar hogar, a cuidar críos gritones que pudieron sacarle cañas verdes, el único que no se alejó cuando por una mala praxis se quedó calva.
Antaño, cuando el seguía ahí, se dedicaba a cuidarla y darle todo el cariño que puede entregar un humano a otro.
Aquel guapo, dedicado, detallista y amoroso hombre con el que compartió cada hermoso momento de su vida, se había marchado, sin mirar atrás, sin poder volver jamás.Ya no podía ver aquella mirada azul pálido, como las nubes que reflejan el cielo. Llena de dulce y siempre renovada esperanza, esa que siempre, en completo silencio le decía que todo estaría bien.
Pero no sentía miedo, ni desesperación. Por que sentía que más allá de el cielo, más lejos que otra galaxia, allá donde el mundo comienza a ser otro, el estaba viéndola, estaba cuidándola, desde muy en lo alto.
A penas han pasado 30 días desde que el se fue. Y nuevamente no tiene apetito, la comida tenía mal sabor, y todo era más cansado.
Habla recibido más visitas de su familia desde que su marido falleció, había comido muchas cosas que le traían, pero todo lo había comido por simple educación. Los días eran pesados y las noches eran cortas.Muchas noches se encontraba a si misma llamándolo desde su cama en sueños. Otras no podía pegar el ojo. Y muchas, solía sucumbir ante el frío, pasaba la noche en vela entre sus cobijas.
Cada día había una visita nueva que ella no querría ver.
Una mañana, una anciana mujer fue a su casa, ojos azules, cabello rubio y rizado... Claramente era la hermana de su esposo.Tomaron café y hablaron de los buenos momentos. Aquellos divertidos que tuvieros de jóvenes. Cuando fueron mejores amigos.
- A mi no me gustaba ese Catire. - Le dijo entre risas. - El insistía en que saliéramos juntos me buscaba al trabajo bromeaba conmigo le gustaba ir a merendar - Su voz se quebró. - Pero él nunca había sido mi tipo... recuerdo una vez que acepte salir con él. En su emoción el consiguió un segundo trabajo, sólo para pagar las entradas al cine. - recobró su compostura rápidamente. - En aquel entonces era algo muy costoso, y recuerdo que la película era de Cantinflas. - Nuevamente volvió a reír. - Nunca voy a olvidar la molestia que agarre cuando me di cuenta de que se había quedado dormido, el pobre hombre no tenía energías ni para volver a casa. Molesta lo acompañe, y cuando me asegure de que él estaba a salvo y en su cama volví a mi casa. La siguiente mañana el estaba afuera avergonzado y pidiéndome perdón, recuerdo que entonces me explico el motivo de su cansancio, y no pude hacer más que enternecerme y aceptar salir de nuevo con él supongo que nada más en ese momento mi corazón ya le pertenecía.
Ahora su corazón estaba roto, ya lo entendía. Terminó su historia llorando, recordando mil cosas hermosas, como el nacimiento de sus 5 hijos, las visitas de sus pequeños y ahora adultos nietos, la celebración de 50 años de su matrimonio, la boda de algunos nietos, nacimiento de bisnietos.
Todo aquello que compartieron, que jamás querría que sucediera con nadie más.Aquella noche, entre familia, sintió también su corazón oprimido, y llamaron a un doctor a casa.
Había mucha cola y el hombre tardaba en llegar, sus hijos la llevaron a la cama, para que descansará un poco. Hablaba con todos ellos, intentaban animarla, todos entendían su tristeza.Buscó con la vista a su hijo más pequeño. Ahora tendría 55 años, o tal vez más. El le sonrió y ella a el, se despidió delicadamente con su mano, y se desvaneció.
El comenzó a llorar, y muchos otros con el, una de las nietas presentes, era enfermera y se arriesgó a reanimarla. Pero ella no volvió.
Su piel suave, su cabello, y mejillas gorditas, ahora eran sólo un cuerpo. Uno muy hermoso, que le dio una gran familia a este apagado y triste mundo.
Se despidió, al igual que su esposo, dulce y tranquila. Ahora ambos descansarían en paz.
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La Cantante & El Violinista
Short StoryTe has preguntado, ¿Como se siente el tener tu vida hecha, y perder a la persona más importante en tu vida?¿Tener hijos, perro, casa, auto y que aún así, todo este vacío? Lastimosamente la cantante, si lo sabe.