Mas de 70 años han pasado desde que todo inició, ya no era un hombre joven, pero sus ojos no perdían su intenso azul acostumbrado. En especial al ver a su esposa.
Jamás se permitió perder su humor, ni ser un cascarrabias.
Disfrutaba de su familia, y le gustaba recibir visitas. Nietos y bisnietos, tenía en especial una nieta que disfrutaba ir al terreno a buscar frutos con el. Otra que iba sólo a escuchar las historias de aquellas princesas, que según la palabra, habían existido. Y una muy pequeñita que disfrutaba escucharlo tocar el violín. Tenía un joven nieto que le gustaba acompañarlo a todas partes. Y muchos otros que también tenían sus peculiaridades. El disfrutaba su vida, tanto como quien disfruta de los dulces. Adoraba malcriar a sus nietos, le gustaba conseguir aquello que sus padres no les dejaban comer sólo para tener un secreto que compartir.Después de años y años de matrimonio, aún veía a su mujer de la misma forma que al inicio. Mantenían ese amor idílico de flores y corazones que comenzó hace tanto tiempo. Luego de 5 hijo, más de 20 nietos, y ahora 5 biznietos. Todo seguía en la flor del amor.
Su esposa era morena, de ojos oscuros y cabello liso. El cambio de lo años sólo la y hicieron ver más regordeta. Pero jamás dejó de ser preciosa. Antaño fue cantante, y aunque ahora no tuviera la misma fuerza en la voz, jamás dejó se sonar angelical.
En cambio el, rubio, de ojos claros y alto, tocaba el violín, tal como lo haría un ángel para Dios. Los años sólo le hicieron perder algo de cabello. Y aclararon más sus ojos, que ahora se ven como las nubes reflejando el azul cielo.-Buenos días, mi amor. - Le decía a su mujer al despertar, cada mañana.
- Hola, papi. - Respondía siempre a medio dormir
El despertaba a las 4, y hacia café para ambos. Bajaba al terreno y buscaba alguna fruta con que endulzar la mañana de su esposa, en el camino, recogía flores, para su mesa, y buscaba algunos otros granos de café que tostar.
Aquella mañana se dedicó especialmente a consentirla, puesto que últimamente se sentía muy enferma, y a su edad, eso era algo por lo cual preocuparse.
Le hizo el desayuno, y lo llevó a su cama. La arropó nuevamente y la alentó a comer.
Ella no sentía apetito, pero para hacerlo feliz, al menos probaba bocado. Para su lengua, la comida ya no tenía sabor, y algunas cosas, cuando lograba sentirlo, sólo sabían amargas.Tras un par de horas de haber comido, un fuerte dolor estomacal la atacó, y sus hijos los socorrieron, llevándola al hospital.
Un lugar muy lujoso, de paredes blancas, con bordes metálicos plateados. Y grandes lámparas de luz blanca.
Nada a lo que estuvieran acostumbrados.Dos días pasaron antes de que les permitieran recibir visitas. Nuevamente, eran ellos, y nada más.
- Te Amo. - Le dijo a su esposa, luego de besar su frente
- Siempre tan atento, mi cielo. - Respondía ella.
La fuerza en ella parecía perderse gradualmente.
Una tarde, comenzó a llegar la gente, sus hijos, nueras y yernos. Con regalos y muy deliciosa comida. El comenzó a tranquilizarse al ver el ánimo en su mujer, hablaba, reía y jugaba.
Pero el diagnóstico no mejoraba.Al día siguiente, comenzaron a aparecer algunos muchachos, que extraño. ¿Quienes eran?
- Recuerdo aún la historia de Rut. - Dijo la mayor de todas.
El hombre sonrió, ella era bajita, de cabello exageradamente largo y rojo, con brillantes ojos color esmeralda.
Junto a el, había un hombre joven, tendría 30 años, cabello largo, castaño claro, y ojos oscuros. Estaba claro que era su esposo.
Con ella llegó una chica un poco menor, de cabello corto y azul, morena y de ojos oscuros, que en algún momento le dijo:
-Hay que ir a buscar fruta un día, mi viejo. - con una radiante sonrisa.
Iba con un chico de cabello castaño oscuro, tan joven como ella, que la llevará cariñosamente de la mano. Este la ayudaba cada vez que su amada esposa quería algo. Ambos eran muy atentos y cariñosos.
Unas horas le tomó al violinista darse cuenta de que aquellas eran dos de sus adoradas nietas, y ya no eran las niñas pequeñas que recordaba.
En aquel momento, sintió el peso de los años caer sobre sus hombros. Sus ojos se aguaron mientras sus labios formaban una sonrisa.
Se sintió atendido por sus niñas, quienes buscaban lo que ambos querían, y lo que no. Fue una tarde perfecta.
Antes de que la tarde terminara de caer, ellas los abrazaron y se despidieron cariñosamente.Ya cuando el sol hubo caído, llegaron más visitas. Una chica muy joven de grandes ojeras enmarcando unos grandes ojos avellana se le lanzó encima.
- Abuelo, te amo. - Le dijo.
- Y yo a ti, mi muchachos hermosa.- Aún así, no la reconocía.
La chica fue donde su adorada esposa y la abrazo, la arropó y beso su mejilla.
- Mejorate, deseo escucharte cantar pronto, abuelita.
El violinista fue transportado a un muy viejo recuerdo, de una linda niña regordeta de grandes rizos que adoraba escucharlos interpretar su música juntos.
La llamó por su nombre y la abrazo fuertemente.- Hijita, que grande estas, que orgullo verte así de enorme. - El nudo en su garganta era grande y no desaparecían sus ganas de llorar.
Ninguno de todos aquellos se mantuvo como niños, todos crecieron y se hicieron grandes personas que ahora lo adoraban con todo su corazón.
Al final de todo, aquella gran familia que construyó con grandes bases llenas de amor, ahora eran lo que el esperaba, y estaba orgulloso. Orgulloso de lo que eran, de lo que querían ser y de lo que cada uno esperaba ser al final de sus tiempos. No todos cristianos como el, pero si, valientes, piadosos, sinceros... Completamente honorables.
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La Cantante & El Violinista
Cerita PendekTe has preguntado, ¿Como se siente el tener tu vida hecha, y perder a la persona más importante en tu vida?¿Tener hijos, perro, casa, auto y que aún así, todo este vacío? Lastimosamente la cantante, si lo sabe.