000 - phase one

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capitulo cero — fase uno

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14000 — Nueva York, queens



Un ensordecer ruido se escuchó por toda la zona. Las llamaradas que cubrían la tienda de conveniencia era una simple distracción para lo que ocurría a unos kilómetros de ahí. Una pequeña rubia observaba el ajetreo desde su computadora, hackeando las camaras de las calles cercanas, mientras disfrutaba un smoothie y tarareaba una canción por lo bajo.

Si no supiera que era lo que tenía que ver a traves de las pantallas, no se daría cuenta de aquella figura de negro, subir por las escaleras de incendio y correr sobre la azotea del edificio con bastante prisa. La pequeña presto atención al ver movimiento en la calle del edificio perpetrado.

—Hay patrullas en la calle de atrás —informó, a traves del comunicador.

—¿En cuánto? —inquiere la fémina sin detenerse.

—Un minuto.

La chica se impulsó y brinco, aterrizando en el edificio continuo, contando mentalmente el tiempo que le quedaba. Cuando estuvo lo suficientemente lejos sacó un pequeño aparato y presiono el botón de en medio; se produjo explosiones continuas por toda edificación afectada.

La rubia observó la estructura derrumbarse. Y sonrió.

Habían pasado meses analizando aquel edificio, buscando los puntos accesibles, colocando los explosivos y buscando su sala de control, donde resguardaban información perjudicial. Habían sido contratadas por un grupo de mujeres que habían sido víctimas del engaño de un empresario que las lanzaría a la fama cómo modelos de ropa interior, pero en el transcurso, fueron violentadas y aquellas fotos, de ellas siendo sometidas, se vendían por el bajo mundo a los perversos que pagaban miles de dólares.

Era un trabajo que debía ser de la policía, pero cómo la mayoría de las veces, la ley solo era aplicada en casos de milagro o donde había millones e influencia. Esperaron tres años por un cambio y eso no paso, así que decidieron hacer algo por manos propias y contrataron el servició de una impecable mercenaria cuyos trabajos eran eficientes.

Así es cómo Persia terminó envuelta en aquella misión, que disfrutó mucho. Y para cereza del pastel, había difundido información de aquel tipo, por lo que los medios no tardarían de hundirlo más.

—Esquina noroeste —dijo Lia, guiándola—. Camúflate con la gente, va un grupo cerca.

Y eso hizo. Se deshizo de su antifaz, se soltó el cabello y se colocó una capucha gris sobre su traje ceñido al cuerpo, mezclándose sobre el gentío que corría para ver lo que pasaba, observando su obra de arte.


        A la mañana siguiente, la niña de diez años se encontraba en la sala de estar, viendo la televisión con semblante aburrido. Las noticias iban a lo mismo, los acontecimientos de anoche, tratando de percibir algo que pudiese revelar la identidad de su amiga, pero no había nada. Había borrados las camaras cercanas, así que no pudieron captarla, más que una sombra femenina, donde especulaban su edad y apariencia con base a la manipulación de la niebla.

Satisfecha, pero hambrienta, se dirigió a la habitación de la mayor.

—Persia —La movió del hombro.

VENDETTA [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora