VENDETTA [MARVEL]

002 - Loki

capitulo dos — Loki

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Tuvo diez minutos para ir a ponerse su traje e ir por sus armas. Dejó a Lía junto a Maria Hill, quién prometió cuidarla, y pese a sus instintos, tuvo que dejarla, sabiendo que Fury intentaría lavarle el cerebro.

Se reunió con Steve Rogers y Natasha Romanoff en un Quinjet. Ella y la agente vestían similar, el mismo traje ceñido al cuerpo que les permitía movilidad y entradas donde resguardar sus armas. La diferencia es que, mientras el traje de la agente Romanoff la cubría de hombros a mano, la de Persia solo se limitaba a los hombros, y sus manos eran cubiertas por guantes negros.

Persia se encontraba sentada, con los ojos cerrados, ignorando el revoltijo en su estómago que le indicaba devolver el desayuno.

—¿Estas bien? —pregunta Steve, al verla.

Persia abrió un ojo, al ver qué la miraba, asintió lentamente.

—No me gustan las alturas.

—¿Le tienes miedo a las alturas? —cuestiona Romanoff confusa, puesto que en las grabaciones que tienen de ella, la veía saltando grandes metros para caer en edificios continuos.

Persia ladeó la cabeza.

—Digamos que volar no me agrada.

Ninguno comento al respecto.

Tratando de mantenerse distraída, se incorporó de su lugar, relajándose y verificando que sus dagas estuvieran a la mano cuando lo necesitará, así mismo supervisó su brazalete mágico, el cual se convertía en una lanza cuando lo activaba.

Admiro su arma predilecta por un tiempo, recordando la misión donde lo obtuvo. Después de tanto tiempo, aún podía sentir la vibra de Medusa a través de ese mechón de serpiente que le cortó.

Busco en el bolsillo de pierna derecha y sacó un antifaz que no dudo en colocárselo. Dicha máscara le cubría la mitad del rostro, dejando al descubierto sus labios y el color de sus ojos.

—Estamos a diez minutos —informo Natasha.

—Bien —Steve miró a la pelinegra—. Seré el primero en bajar, si no puedo controlar la situación o algún ciudadano peligra, ahí entras tú.

—Entendido, cap.

Cuando finalmente llegaron al lugar, visualizaron a una multitud de rodillas. Loki Odison, dios del engaño, se encontraba caminando entre ellos, amenazándolos.

—Un dios tenía que ser —mascullo, Persia, con desagrado—. Siempre tan cretinos.

—¿Has conocido alguno? —inquiere la agente Romanoff en burla.

—Unos cuantos —contesto ella—. ¿Tú no?

Cuando Loki se disponía a atacar a un civil, el Capitan America intervino desviando el ataque con su escudo.

—La última vez que vine a Alemania, un hombre intento sobreponerse ante los demás y las cosas no salieron bien.

Persia observaba la interacción desde la nave, atenta ante cualquier amenaza.

—Un soldado que viene de otro tiempo...

A Persia le disgustaba enormemente volver a encontrarse con Loki después de tanto tiempo, y no por qué fuese un dios, de hecho, él le agrado bastante, más que el presumido de su hermano.