VENDETTA [MARVEL]

012 - A little peace

capitulo doce - un poco de paz.

━━━━━━━━━━━

Persia jamás imagino pasar unas semanas en la mansión de Tony Stark en Malibu. No había podido dormir bien, así que compenso su energía en entrenar. Stark poseía un gimnasio bastante equipado y Persia no salía de ahí, así como Tony no salía de su laboratorio, ambos lidiando con sus propios demonios.

La semidiosa había notado que Tony dormía poco, se centraba en sus trajes o nuevos elementos a su colección, pocas veces salía de su casa y Pepper estaba muy preocupada por él.

—¿Tú no sufres de terrores nocturnos? —había preguntado la pelirroja, cuando cenaban.

Al principio era incomodo estar con ellos dos. No eran cercanos a la semidiosa, solo había trabajado con Stark, eran compañeros de trabajo, pero debía salir del campamento y encontrar un nuevo lugar para ella y Lía.

—No —dijo, centrada en su pasta—. Solo a veces, cuando el estrés es mucho.

—Entonces, ¿lo que pasó en Nueva York...? —Tony dejó la pregunta al aire.

Persia lo miró, confusa. —¿Qué cosa? Me han pasado muchas cosas en Nueva York.

—Ya sabes, un enorme agujero negro en el cielo con lluvia de alienígenas.

—Ah, eso —Ella alzo los hombros, bastante indiferente al respecto—. Es solo un día más en mi vida, es decir, no es la cosa más terrorífica que es presenciado, tal vez fue un poco desconcertante, pero nada que altere mi ciclo de vida.

Pepper la miró con asombro. —¿No te afecto ni un poco?

—No durarían un segundo en el infierno en el que me he criado —musito, pensativa—. Tal vez me hubiese generado algo de pánico, pero lo que paso este verano le gana con creces.

—Señorita Vendetta, usted está más cerca de estar cucu de lo que me imagine —dijo Tony.

—Si no te me adelantas —respondió, alzando levemente las cejas.

Tony sonrió con diversión. —Cierto.

Persia no mentía al decir que no tenía malos sueños. Estar todo el día ejercitándose o centrando su mente en otras cosas la agotaban tanto que solo cerraba los ojos y al abrirlos eran un nuevo día. Claro, que no era siempre así. 

Aquella nochera era de esos días en los que el insomnio dominaba. 

Miraba la extensión del mar, sumida en su cabeza que no dejaba de reproducir la muerte de Luke, los enfrentamientos en la guerra, las muertes y los gritos. Sus emociones conectaban con las aguas que batían furiosas las rocas debajo de la casa. 

Tarareaba por lo bajo, mientras su cabeza se encontraba recostada en el barandal. Su mano descansaba sobre su vientre abultado, daba suaves caricias de vez en cuando. Se sentía fuera de orbita, con una sensación de vacío y su pecho sufría de una presión que era difícil de soportar. 

A veces imaginaba que tomo decisiones diferentes, que nada de lo que aconteció pasó y está en el campamento con sus amigos y Luke, siendo felices dentro de lo que cabía. No importaba que no fuese reconocida, valdría la pena si su felicidad no se esfumaba como agua entre sus manos.