2. Castigo

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Después de lo que paso, todas las cosas pasaron igual, una rutina, casi nada había cambiado, solo un pequeño detalle: Demencia no destruía las cosas de Flug. Miedo o respeto, no se sabía, pero cada vez que Flug estaba en la misma habitación que Demencia, ésta se portaba de forma errática, muy torpe, muy rara incluso más rara de lo que es ella habitualmente, y Flug al ver eso el pecho se le inflaba de orgullo.

—Verás, amigo mío— se decía — El porqué de su actuar es algo muy obvio: a ella le ha gustado lo que le he hecho y quizá, de esto no estoy seguro, quiera repetirlo— decía mientras "trataba" algunos utensilios de su laboratorio — Te explico, a todos, seas hombre o mujer, nos gusta ser sometidos y humillados, nos gusta que nos manden, que nos obliguen hacer cosas que en nuestro falso pudor repudiamos, no importa el carácter, esas cosas nos dan placer— soltó un resoplido de gracia.

En el estante de Flug, aparte de las sogas existía todo tipos de objetos destinas para "domar" a una persona, todas decorados de cuero negro lustroso. Látigos y "tablas para azotar". En un rincón se hallaban dos cajas rectangulares de madera, una roja y otra morada. En la roja existía todo tipo de agujas y pinzas, destinadas todas a infligir dolor. En la morada se encontraba todo un kit para edemas, destinados para violar los interiores de sus víctimas. Debes en cuando a Flug le gustaba recordar a todas las mujeres que había "entrenado" con esos objetos.

—Amigo mío, ser el "Amo" es un papel algo complicado, claro, no menosprecio el papel de la "Sumisa", los dos roles tienen su arte, pero en ese papel es más bien de dejarse llevar, dejarse someter y ser presa de lo que tu pareja dicte sin poner objeción, aunque siempre es bueno tener una palabra clave, luego te explicaré para que sirve porque me estoy saliendo del tema— dijo mientras cerraba las cajas morada y roja con llave —Verás, uno siempre tiene que velar por el bienestar de su pareja, aunque ella no perciba eso, tiene que tener el control y el respeto de ésta, y eso no se logra fácilmente. Un amo debe de ser capaz de infligir miedo solo con el fruncir de sus cejas. Un amo tiene que ser capaz de provocar placer hasta con una simple caricia, ya que esa simple expresión de afecto la hará recordar que es tuya, que te pertenece.

Ya era muy tarde y el día murió con su recuerdo, y Flug se dispuso a dormir, guardó todos sus objetos, lo había dejado muy limpios y cuidados. Se dirigió a su cuarto, puso la bolsa de papel en la cama de su cuarto y se dio una ducha — Últimamente no veo a Black Hat— se dijo mientras el agua caía sobre su rostro— ¿Qué pensará de lo que le hago a Demencia? Seguro no le importará nada, nunca le importa nada— decía mientras sus malos pensamientos caían como suciedad hacia el piso de la ducha.

Y unos ruidos el sintió que lo sacaron de su pensamiento, eran ruidos como los de varios objetos cayendo, como si un animal estuviera en una cocina — ¡Mi laboratorio! — pensó, se vistió y corrió hacia allí. Cuando llegó pudo ver una silueta muy familiar torpemente enredada con sogas, su cabello largo estaba enredado también y su cuerpo, estaba torpemente inmovilizada rodeada de sillas desubicadas. Flug respiró con calma no gritó ni reclamó, solo se quedó viendo y lentamente empezaba a fruncir el ceño. Y Demencia sintió miedo, cosa rara ya que nunca él le había dado tal sentimiento, sin embargo trato de alejarse torpemente como si fuera un gusano.

—Solo te voy a desenredar— dijo con voz suave— No me temas— y empezó a desenredarla, cuerda por cuerda, se dio cuenta que intento imitar sus nudos, la miró a los ojos y vio su cara sonrojada — ¿Por qué intentaste atarte?— Demencia no dijo palabra alguna y trato de huir de su mirada, pero Flug con una leve caricia hizo que se voltee a verlo — Por favor, dímelo.

Al tacto de la mano con su mejilla sintió como pena o nostalgia, como excitación y locura, como piedad y amor, y Demencia con un sonrojar y un suspiro dijo — Quiero volver a ser atada — y Flug al verla y oírla sonrió, él tenía el control.

—Está bien, volverás a ser atada—dijo Flug y Demencia se alegró —Pero primero vas a ser castigada— y ella tembló.

Flug cogió una de las sillas y se sentó, y guiaba con dulzura a Demencia para que ponga su vientre sobre sus rodillas, boca abajo mirando al piso, ésta sumisa obedecía y se acomodaba su largo cabello hacia el lado derecho de su rostro, sus rodillas colgaban hacía el piso, dejando empinado el hermoso y redondo trasero. Flug subió la falda y bajo las pantis de Demencia y ella soltó un gemido de inocencia. Su trasero era blanco como la nieve, parecía tan suave como el algodón, pero no sé podía caer en su belleza, no se puede perder la compostura.

Se sacó un guante con la boca y con la otra mano sujetaba a Demencia — Amigo mío, supongo has visto mis látigos y mis "tablas", pero eso no lo voy a usar, si quieres llegar al corazón de una mujer en un "Castigo" debe de ser a mano limpia, porque con tu mano sentirá tu piel y tu calor, tu amor y tu odio.

Y alzó la mano tan alta como podía hacerlo, y lo bajo con tanta fuerza y velocidad que parecía cortar el viento, su mano choco como un aplaudir en las suaves nalgas blancas de Demencia y ésta soltaba lágrimas de dolor y gemidos que hacían excitar el corazón de Flug, pero éste no mostró ningún sentimiento. Una y otra vez bajaban raudos como si fueran un silbido, lo blanco se volvió rojo, lo frio se volvió caliente, el dolor se hizo placer y los llantos se hicieron gritos. Demencia lloraba y sus lágrimas iban al piso.

— ¡Por favor, detente! — Gritaba — ¡Por favor!

— ¡Esto no se detiene cuando tú lo digas! — Y golpeaba con más fuerza y velocidad, tanto que perdió la sensibilidad de las manos — ¡Se detiene cuando yo lo diga! ¿Has entendido?

— ¡Si, por favor! — Lloraba— ¡Ya entendí!

— ¡Qué bueno que ya hayas entendido! — Dijo y alzó su palma de la mano como un último vuelo y golpeó las nalgas rojas de Demencia — ¡Ahora hemos terminado!

Ella seguía llorando, se sentía como una niña reprendida, indefensa e inocente, pero en su pecho y entre sus piernas la excitación desbordaba en pezones duros y humedad. Flug la cogió de las manos y empezó acunarla — Ya no llores, mi niña — decía con voz paternal mientras subía un poco su bolsa y besaba las lágrimas —Ya no llores más, ahora podemos jugar de verdad. 

Entrenamiento (Flugmencia) (Hiatus Indefinido)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora