Decisión

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En el momento que ingresó a la aldea y las miradas de preocupación de conocidos se posaron sobre él, supo que el presentimiento que había estado sintiendo en el pecho desde hace varias semanas atrás, había sido acertado.

Algo había ocurrido.

Llegar hacia su hogar nunca había sido tan largo y angustiante en todos los años que llevaba viajando, varias personas lo llamaron en un intento de hacerle saber sobre lo ocurrido, pero él solo deseaba llegar hacia la puerta de su hogar lo más rápido posible, estaba preocupado por la posibilidad de que sus amigos estuviesen relacionados, pero había alguien más que le intranquilizaba al punto de que era difícil respirar ante la posibilidad, si algo le hubiese sucedido...

Cuando abrió la puerta, el característico olor a azufre y carbón azul inundó sus pulmones tan violentamente que necesitó dar par de pasos hacia atrás, saliendo de su hogar. Allí, mientras respiraba profundamente, Uraraka se acercó llamándolo con ansia, junto con un preocupado Iida que le observaba con penumbra.

No, estaba seguro de que eso era lastima.

— ¡Izuku! ¡Menos mal has regresado! — La chica en un ataque de tristeza, se lanzó sobre él para abrazarlo con fuerza. Midoriya se percató que su cuerpo temblaba, su voz apenas y podía ser escuchada. — Tsuyu-chan... ¡Tsuyu-chan ha estado desaparecida desde hace una semana!

— ¡Uraraka-kun!

Iida, preocupado de que la noticia lo golpease con fuerza, increpó a su amiga por ser poco asertiva en ese momento. Sin embargo, Midoriya no cambió su semblante cuando Uraraka dijo aquellas palabras, parecía tranquilo, intentando reconfortar de alguna manera el dolor de la chica.

Alejándola luego de unos segundos en que ya parecía que sus lágrimas menguaban levemente, se reincorporó para ingresar nuevamente a su antiguo hogar, observando con suspicacia cada lugar que lo decoraba, cada espacio que recordaba, tapándose la boca para no inhalar ese asqueroso hedor a arrogancia. Todo parecía estar en orden a simple vista, lo que le preocupaba fuertemente, mucho más que la información que Uraraka le estaba entregando en ese momento mientras lo seguía de cerca.

— Parecía triste cuando pasaron tres semanas desde la ultima vez que te vimos. Pero ninguno estaba muy convenido de que hubiese escapado, como sugirió Hagakure-chan. Tsuyu-chan no es así...

Tocó la tela que cubría las ventanas de la sala de estar, encontrándose con la casualidad de que estaban parcialmente endurecidas, como si hubiesen estado expuestas a un cuerpo de gran calor. Rápidamente, se dirigió a la cocina, siendo seguido por sus amigos, ellos no parecían muy conscientes del olor del ambiente, por lo que supuso que podría ser extremadamente sutil hasta al punto de no ser percibido, a no ser de tener práctica para identificar su real origen. Si ese fuera el caso, eso significaba que quien ingresase a su hogar no había estado mas que un par de minutos a lo mucho. Lo que había sucedido fue inmediatamente rápido.

Estaba buscando algo especifico. Algo que sabía que se encontraba en esta aldea.

Su mayor temor comenzaba a volverse realidad, las palabras que su madre una vez había dicho en vida calaron hasta en lo profundo de su mente. Se culpaba internamente por haber sido tan confiado. Tan entregado a la suerte de que ella estaría protegida de cualquier peligro con solo estar en este lugar.

— Incluso las autoridades del rey se estuvieron encargando de los alrededores, en las aldeas aliadas e incluso en el bosque de las bestias. Pero hasta el momento no han encontrado nada. Salvo... — Iida y Uraraka se observaron preocupados. Midoriya poso sus ojos sobre ellos, esperando. —

— ¿Recuerdas el vestido de cuero que le regalaste hace tres años para su cumpleaños, Izuku-kun? Estaba destrozado rio arriba. Lo usó para año nuevo, yo se lo había visto puesto esa noche, pero... — Lagrimas nuevamente comenzaron a inundar los ojos de Uraraka, Iida acarició el contorno de su hombro para apaciguar su preocupación. —

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