Sentimientos emergentes

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Midoriya observaba con atención como su brújula giraba en torno a todas direcciones desde hace varios minutos atrás, sin darle un resultado definitivo. El bosque que tenía a su alrededor era demasiado denso para explorarlo sin equipo especializado, por lo que decidió anunciar a sus cercanos detenerse para asentarse durante la noche en aquel lugar. No parecía haber rastros de lobos u osos rondando alrededor, por lo que sería seguro dormir hasta el amanecer y volver a iniciar su búsqueda con mejor descanso en el cuerpo. Guardó su preciado tesoro, regalo de su más querido mentor, en los bolsillos de su chaqueta, derrotado, comprendiendo que las lejanas tierras en las que se encontraban en ese momento definitivamente tendrían algún peso magnético que impedía el paso a personas dispuestas a explorar el sector.

Si ese era el caso, entonces definitivamente estaba cerca del nido de algún dragón.

— Izuku-kun, aquí. — Uraraka se acercó con un plato recién hecho entre sus manos, y una sonrisa que no llegaba hasta lo alto de sus mejillas. Se veía tan cansada como él en ese momento, por lo que no puedo evitar una pulsión culpable a través de su pecho. — Descansa, tienes que comer de vez en cuando.

— Si, gracias... — Aceptó su oferta luego de unos segundos. El olor a carne de liebre inundaba sus sentidos, haciéndolo salivar automáticamente. — Creo que han pasado muchos días desde que no comía algo así...

— Tres para ser exactos, en realidad. Izuku-kun se está esforzando mucho.

— Ya veo... — Dijo sin más comenzando a degustar el exquisito plato que seguramente habría preparado para él personalmente. Uraraka era así, apoyándolo y cuidándolo en todo momento, incluso cuando él mismo no lo hacía regularmente. Sin embargo, ya no tenía tiempo para tales minucias, era su deber guiarlos hasta su destino lo más rápido posible, por lo que cuando descansaban mas tiempo del necesario, él solo se encargaba de transar mapas y posibles direcciones que los llevara en el menor tiempo posible. Sus manos de pronto, comenzaron a temblar, Uraraka tenía razón, luego de reflexionar los últimos diez días, estaba demasiado cansado. —

— Creo que ya es tiempo que duermas tu ronda esta noche.

— Pero-

— No nos sirves si no estas con todos tus sentidos bien puestos, Izuku-kun. Tienes que dormir. — La autoridad en la voz de Uraraka lo dejó sin palabras, era la primera vez en toda su vida que usaba aquel tono con él, bien conocido en su lugar de trabajo. Por lo que mientras llevaba el tenedor a sus labios, sonrió—

— Veo que tomar el cargo de gerente en la empresa te está rindiendo frutos.

— ¿Eh?

— Uraraka-san jamás me hubiese hablado de esa forma hace cinco años atrás. — Se mantuvieron en silencio por un momento, la voz de Iida se escuchaba dando indicaciones para colocar las carpas lo más cerca posible, mientras Todoroki y Ashido acataban sin entender mucho de por medio. De alguna forma, los reconfortaba escuchar a su cercanos de una manera relajada después de tanto tiempo. — Han cambiado tantas cosas con todos ustedes que no me di el tiempo de notarlo por culpa de mis viajes...

— Es el trabajo de Izuku-kun...

— No, no lo es. — Le interrumpió, molesto consigo mismo y un fuerte nudo en el estómago se apoderó de sus entrañas. — No tenía por qué serlo, y yo... — Sin terminar su oración, tomó su cabeza entre sus manos y una risa nerviosa escapó de sus labios, Uraraka lo observó confundida. — Desde que comenzamos este viaje, he tenido un sueño que no puedo sacarlo de mi cabeza al despertar... Me atormenta tanto que no puedo dormir correctamente después de despertar.

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