Parte III

2.2K 44 26
                                    

16 de Septiembre, 2016

9:05 pm

Nueve horas y 55 minutos para el final de la Noche de la Expiación.

     — ¿Qué?

     Siempre me ha partido el corazón escucharla llorar pero hoy todo es distinto.

     — ¿Cómo sabes dónde estamos?  —repito.

     Alex y Joaquín recorren velozmente la casa.

     No hay intrusos.

     —Porque si estuvieras fuera, no estarías hablando por teléfono.

     Mierda.

     — ¡Por favor, déjanos ir!  —insiste desesperadamente, de fondo se escuchan disparos y carcajadas desquiciadas—. ¡Aquí afuera es horrible! ¡Están matando personas por todas partes! ¡Hay enmascarados en cada esquina y mucha sangre!

     — ¿Dónde estás ahora? ¿Y qué diablos haces afuera?

     — ¡Giovanni dijo que teníamos que irnos pero tuvimos que parar porque los enmascarados nos cerraron el paso! ¡Necesitamos donde escondernos!

     —Perdona, pero yo no…

     — ¡No quiero que me maten! ¡Tengo miedo!

     Remara su frase con un sollozo explosivo.

     —Dame eso —dice Yolanda y me arrebata el teléfono de la mano con tal violencia que sus uñas afiladas me provocan un par de rasguños—. ¿Qué chingados quieres?  —Dice al teléfono y hace una breve pausa—. ¡Ni siquiera lo pienses! ¡Si vienes aquí y alguien te ve, a todos nos matarían!  —Otra pausa—. ¡Me vale madres! ¡Están demasiado lejos, ojalá alguien se los chingue mientras vienen hacia aquí!

     Y cuelga.

     No sólo eso, le quita la batería al teléfono y lo deja sobre la mesa de noche. Me apunta con el filo de su cuchillo, de nuevo, y sisea con tono amenazador:

     —Más vale que no empieces con tus buenas acciones del día o seré yo la que te mate, ¿entiendes?

     —Perra que ladra, no muerde —le respondo con la misma actitud—. Es mi mejor amiga, no puedo dejarla ahí.

     — ¡No chingues, por favor!  —exclama Joaquín igualmente enfurecido—. ¡Hoy no podemos confiar en nadie!

     —Si no podemos confiar en nadie, entonces todos váyanse a la chingada —le digo furtivamente—. ¡Largo de mi casa!

     —Esta ni siquiera es tu casa, pinche mantenida de mierda —me espeta Yolanda con voz aguda.

     —Si alguien más viene, nos pondría a todos en peligro —dice Alex intentando parecer firme y tranquilo, me mira a los ojos y me es imposible ignorarlo—. No sabemos si alguien está detrás de ella.

     — ¿Quién estaría detrás de ella?  —Le reclamo—. La que tiene enemigos aquí soy yo, ella está limpia.

     — ¿Su novio?  —sugiere Joaquín.

     — ¿Por qué querría matarla él?  —pregunta Alex exasperado.

     —Por favor, siempre hay una estúpida razón para matar a tu novia —responde Joaquín encogiéndose de hombros.

     Yolanda lo fulmina con la mirada.

     —Bueno, no me importa —intervengo para retomar nuestra discusión, aunque eso signifique tener que llegar a la violencia y a tres posibles asesinatos, si no es que cuatro—. Iré por ella, me necesita.

La Noche de la ExpiaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora