Parte IV

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Cuerpo de Bomberos de Ciudad Universitaria, México DF

15 de Septiembre, 2016

9:15 pm

Nueve horas y 45 minutos para el final de la Noche de la Expiación.

 

     Estaba hecho un ovillo en aquél rincón, tan sólo escuchando lo que ocurría en las calles. Disparos, gritos, llantos, lo peor eran esas risas desquiciadas. Se preguntó cómo era posible que tantas personas hubieran enloquecido esa noche. Quizá lo que habían dicho en los noticieros durante los días anteriores era totalmente cierto.

     —La Noche de la Expiación permite que todas las personas liberen el odio y la violencia que guardan dentro.

     Pero, ¿acaso todas las personas habían dejado salir su lado más oscuro?

     Se sobresaltó al escuchar pasos fuera de su escondite. Se levantó lentamente y sintió que todo ocurría en cámara lenta.

     Un par de sujetos enmascarados lo habían encontrado. Él fue más veloz y consiguió dejarlos fuera de combate con dos golpes del tubo de acero que tenía en las manos. Corrió a toda velocidad para escapar, pero se detuvo en seco cuando vio lo que ocurría en las calles.

    Sangre por todos lados, cuerpos destrozados y enmascarados hasta donde alcanzaba la vista.

 

 

 

 

 

Avenida Central, México DF

15 de Septiembre, 2016

9:20 pm

Nueve horas y 40 minutos para el final de la Noche de la Expiación.

 

     Hay enmascarados en todas partes.

     Me ha parecido ver a un par de ellos que tenían la misma complexión que un par de conocidos, pero con los rostros cubiertos es imposible saber quiénes son.

     Vamos tan rápido como podemos, los enmascarados no han reparado en nosotros ya que no somos el único auto que intenta pasar por la avenida. Claro que los otros autos son blindados y van con la única intención de arroyar a algunas personas.

     Ya que Alex va como conductor y tiene ambas manos sobre el volante, yo soy la encargada de proteger el frente del auto con el Revólver que tengo en la mano. Yolanda y Joaquín hacen lo mismo en el asiento trasero. Hemos tenido suerte de no necesitar las balas aún, los enmascarados piensan que nosotros también vamos a desatar a la bestia y nos saludan levantando sus armas. Yolanda ha sugerido en un par de ocasiones que deberíamos asesinar a cuatro de ellos para robar sus máscaras y cubrir nuestros rostros, pero no queremos gastar municiones antes de tiempo.

     —Me caga el silencio —se queja Yolanda—. Enciende la radio —me dice dándome un golpe en la cabeza.

     —No habrá nada, serían estúpidos si estuvieran transmitiendo en vivo justo ahora —le respondo de mala gana.

     —Enciende la puta radio —insiste y me da un tirón de cabello.

     — ¡Bien, bien!  —digo y presiono el botón para encenderla.

La Noche de la ExpiaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora