Un novio para mamá || Lisandro Magallan

Capítulo dos

«Lisandro»

Término de hacer mis ejercicios asignados y logro concentrar mi vista en un grupo de personas qué se acercan a el campo de juego.

—Que ganas de hacer ni una mierda—dijo mi compañero y amigo, sentandose en el piso.

—Te vas a ligar una cagada a pedo mas o menos, Pipa—le respondo entre risas.

—¿Van a ir para allá?—pregunto sumándose Pavón.

Los dos miramos hacia donde señalaba el cordobés. El grupo de personas, alguno qué otro hincha del club o periodistas. Ambos asentimos.

—El deber llama—dijo Benedetto cuando sentimos los gritos del entrenador para qué fueramos a la ronda.

Nos dio él típico discurso para alentarnos sobre el juego que era en unos días. Para luego decirnos que él entrenamiento había terminado y fueramos a ducharnos.
Algunos corrieron directo hacia los vestidores. Y otros, incluyéndome, fuimos a saludar a los hinchas.
(...)

—¡Lisandro!—Escuché qué gritaron mi nombre.

Divisé a un niño de tal vez unos seis o siete años, quién al parecer me esperaba con una camiseta del club.

—Hola campeón—dije apenas llegué a él, dandole un choque de manos.

—Sos un genio, cuando sea grande quiero ser como vos—hablo mientras me veia firmar su camiseta.

—Seguro qué vos también vas a ser un genio—le comenté tocando su cabeza.

—No creo, mama odia él fútbol. No me dejaría—dijo con tristeza.

—¿Tu mama vino? Una de esas la convencemos—le pregunte con curiosidad.

—No, vine con mis tíos, pero fueron al buscar algo al auto.

—¿Queres venir a ver los otros jugadores?—en cuanto termine mis palabras él pequeño salto emocionado.

—Obvio—dijo con alegría.

—¡Lucas!—le grite a un guardia. —¿Seria mucho pedir que le avises a los tíos de eh...?

—Gian y mis tíos, Mora y Francisco—dijo el nene.

—A los tios de Gian, qué lo llevo a conocer a los jugadores y que ya lo traigo—pedi palmeando la espalda, al ahora nombrado, Gian.

El guarda asintió y le agradecí.

(...)

—Así qué te gusta jugar al fútbol—dijo Benedetto.

Los demás están sentados escuchando a Gian.

—Sip, pero solo cuando estoy con él tio Fran—dijo mientras sonreía.

—¿Y porque tú mamá no te deja jugar?—pregunté.

Gian levantó los hombros.

—Dice qué es un juego muy violento, bueno, por lo menos en los partidos qué vio, dice qué hay mucha violencia entre jugadores e hinchada—explicó.

—Pero si a vos te gusta, tenés qué decirle y lo va a entender—dijo, esta vez, Pavón.

—¿Ustedes creen?

Todos asentimos.

—Y tu papá, ¿qué dice?—preguntó Bebelo.

—No tengo papá—nuevamente, levanto sus hombros.

—Vos haceme caso decile a tú mama, sino, la traes acá qué nosotras la convencemos—Pavón se acercó al nene y choco sus puños.

—Mira, vamos a hablar con Guille y Gustavo, le decimos si en él proximo entrenamiento te dejan venir—le propuse.

—¿En serio?—chillo emocionado.

Asentí.