Maia.
—¿Sabias qué los jugadores son re buenos?—pregunto mi hijo.
—No, mi amor, porque no los conoci—le dije cambiando de canal.
Hizo una mueca.
—Bueno, ma. Son re buenos, me invitaron a el entrenamiento de
mañana— comento mientras se subió arriba mio.—¿Que?—abri mis ojos como platos.
—¡Si! Y dijeron qué vos también podes venir.
—Gian, sabes qué no me gusta qué vayas a los partidos, mucho menos a los entrenamientos.
—¿Por que?
—Porque sos chiquito, cuando tengas mi edad ahí te voy a dejar ir—le expliqué.
—¡Voy a tener como treinta!—gritó saltando en la cama. —Para esa edad Fran va a ser un abuelito.
Largue una carcajada.
—Primero tenés que ir al colegio, estudiar y después vas a hacer lo que quieras.
Mi hijo hizo puchero.
—Es qué Licha dijo qué fuera, por favor—suplicó dándome besos.
—No se, Gianfar. Si haces todos los deberes y acomodas tu pieza, puede qué lo piense.
—¡Te amo, te amo, te amo!—comentó corriendo a su pieza.
Supongo qué a hacer los deberes y acomodar.
—Pero si todavía ni dije qué sí —susurré riendo.
(...)
Suspiro y tomó a mi hijo de la mano, mientras nos dirigimos a la entrada del gran estadio de fútbol.
La primera vez que veo tan emocionado a Gian y eso me pone feliz. A pesar de que sea por fútbol.
Me sorprendo cuando el guardia nos ve y enseguida nos da unos pases.
—¡Cristian!—grita mi hijo llamando la atención de un chico que venia hacia nosotros.
—Hola crack—lo saluda este.
—Ella es mi mama—me presenta.
—Cristian Pavon, un gusto. Vengan, justo los chicos preguntaban por vos Gian—dijo mientras el jugador nos guiaba.
Llegamos a la cancha donde se encontraban los otros, al parecer, entrenando.
Nos indican qué tomemos asiento en la banca de suplente y veo a Gian saludar a un grupo de chicos y ellos a él.
Por un segundo me paralizo cuando uno de ellos de voltea y me mira.
Era un morocho lindo, con una sonrisa de los dioses una que nunca habia visto antes.Levanta su mano, mientras corre para aca.
—Viniste campeón—saluda a Gian, con un raro saludo de manos.
—Me costo hacer mis deberes y acomodar mi cuarto, pero acá estoy—sonrió.
El chico ríe y le da una palmada.
—El es Lisandro, mamá—presenta Gian.
—¿Tu mamá? Pensé que era tu
hermana—pregunta confuso.Él chico, ahora nombrado Lisandro, abre su boca para decir algo pero es interrumpido por el grupo de chicos qué vienen gritando.
—¡Gian, viniste!—grita uno saludando.
—Ellos son, Dario Benedetto, Leo Jara, Nahitan Nandez, Agus Rossi y Pablo Perez—los señalo uno por uno.
—Esta es la mamá de Gian—dice Lisandro.
—¿La que odia él fútbol?—pregunta Dario.
—Bueno en realidad, no lo odio, no me gusta. Aparte de ser violento—expreso con cierta timidez.
Todos quedan sorprendidos a mi respuesta y me miran por unos segundos.
Se quedan por un rato hablando con mi hijo, mientras ríen y hacen bromas.
Y yo aca, intentando—y deseando—dejar de mirar al morocho de la gran sonrisa.
Pero parece ser imposible.(...)
Sonreí al escuchar los gritos de Gian pidiendo falta porque habian tirado a su jugador.
Gianfar parece estar bastante entretenido qué prácticamente no me da ni pelota, pareciera qué se olvido de mi.
Me levanto para salir a buscar los baños, entrando a los grandes y vacíos pasillos.
Me topo con el letrero y me meto.Largos minutos después salgo para volver a la cancha, agarro mi celular para revisarlo y controlar qué todo este normal.
Siento un peso chocar contra mi cuerpo y tirarme hacia atras, con firmeza logro mantener el equilibro y levantó la cabeza.
—Uy perdón, te mate—dice a quien logro conocer.
Lisandro, el morocho de la sonrisa.
Largo una risita nerviosa. —No fue nada.
—Te venia a buscar—comenta con mano en su nuca. —Sin querer uno de los chicos golpeo a Gian y se lastimó, pero lo llevamos a enfermería y esta todo bien.
Mi corazon empezo a latir como fuerza al escuchar sus palabras, me llevo hasta enfermería para encontrarme con mi hijo.
Mi primera tendencia fue correr hacia el y abrazarlo.
—Mama, estoy bien—dijo intentando correrme.
—Ya se mi amor, pero me preocupé—le susurré mientras volvi a abrazarlo.
Mire hacia él grupo de futbolistas que nos miraban y suspire.
—Fui yo, mil disculpas. No lo vi—dijo Perez, con una media sonrisa.
Gianfar se había raspado las rodillas al caer y un poco los brazos, nada grave. Pero es mi hijo y como todas las madres, aunque sea un pequeñito rasguño es como él fin del mundo.
Cuando terminaron de curarlo, nos despedimos del grupo y los fuimos para él auto.
—¡No me dijiste tú nombre!—escuchamos un grito qué nos hace girar.
Gianfar sonríe y sigue su camino hacia el vehículo, dejándome con el dueño del grito.
—Maia, Maia Sarelly—le respondo cuando llega hacia mi.
—Lisandro, un gusto—me estrecha su mano y la recibo.
—Ya se, lo dijiste antes.
—Si, verdad—sonríe.
—¿Mamá puede venir Licha a comer a casa en la noche?—somos interrumpidos por una vocesita.
Lo miró sorprendida y confusa.
Y luego al jugador, qué solo sonríe.
—Bueno, si él quiere—respondo dandole una sonrisa a Gian y agarrando sus hombros.
—No quiero molestar—dice despeinando a Gianfar.
Mi hijo niega y le suplica.
—Por favor, nada de molestias. Sos el ídolo de mi hijo—tambien suplico y el jugador sonríe una vez más.
—En todo caso, invitacion aceptada—lo escucho decir y Gian lo abraza.
—Gracias por todo, Licha. Gracias, gracias—agradece.
—Gracias a vos campeón por venir y a tú mamá por traerte.
Le sonrió, luego de pasarle la dirección de nuestro hogar y la hora de la cena, y partimos a casa.
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Un novio para mamá || Lisandro Magallan
FanfictionUna madre soltera. Un futbolista. Una oportunidad. |Actualización lenta| Primer capítulo: 5 de mayo de 2018. Último capítulo: -