Capítulo cinco

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La mañana del Jueves pasó más rápido qué apenas lo noté. Ya eran casi las tres de la tarde y recién había llevado a dormir a Gian, quién se había dormido en mi falda, termine de editar un libro y limpie un poco la casa.

Cuando ya casi eran las seis, mi hijo se desierta y corre la cocina.

—Hola mi amor—lo saludo cuando lo veo tomar su jugo.

—Hola mamá, ¿querés?—pregunta levantando su vaso.

Niego con una sonrisa. —Ya merende, amor.

—¿Puedo ir a ver a Licha?—hace puchero.

—¿Hoy juegan?

—¡Si, ma! 

—¿Y cómo tenes pensado entrar? No tenés entradas y tampoco Lisandro puede hacerte entrar todas las veces qué quieras hijo, tenés que entender.

—Le mande un mensaje—menciona sonriente.

Le doy una mirada confusa.

—Cuando preparabas la comida le mande un mensaje y me llamo, me dijo qué fueramos hoy a verlo—explica.

Cierro los ojos y suspiro.

—¿Yo te di permiso para hacerlo?—mi voz suena seria y autoritaria.

Gianfar tapa su cara con ambas manos.

—Perdón, perdón. Licha dijo qué le avisará cuando quisiera ir y cuando necesitaras—se disculpa llegando a mí.

Siento qué presiona su cuerpo al mío y, nuevamente, doy un suspiro.

—Le voy a llamar y le voy a preguntar, vos termina tus deberes qué mañana tenes qué ir—le ordeno y asiente.

Junto sus cosas y busco mi celular para preguntarle a Lisandro, y disculparme si es necesario.

—¿Si?—escucho del otro lado.

—Hola, Lisandro. Soy Maia, ¿como estas?

—Hola linda, bien bien. ¿Me llamas por lo de Gian?

—Ay si, mil disculpas si te molestó. Recién ahora me viene a decie qué te había llamado.

—No pasa nada, en serio. Pensé qué sabías, bueno, me dijo que le habías autorizado venir hoy al partido—comenta riendo.

También río. —No, te juro. No va a molestarte más, es qué esta re emocionado de qué te conoció.

—Maia, no hay problema. Yo le dije qué me avisará cualquier cosa, en me hizo caso nomas. Por favor, decime qué me lo traes hoy—consulta suave y aún riendo.

—¿Sabés dónde puedo conseguir entradas? Si vamos a ir, vamos a ir cómo espectadores, no cómo invitados.

—Por favor, vos dejamelo a mi. Ustedes vengan, no acepto un no cómo respuesta—propone.

Me silencio por unos segundos, sin saber qué decir. Lisandro es más qué una buena persona, todo lo que hace por Gian es impresionante.

—Bueno, esta bien—acepto. —Pero la próxima vez, vamos por nosotros mismos. ¿Si?

—Si, entendido. Nos vemos, Maia.

—Nos vemos, Licha—saludo y corto.

Me giro y encuentro a mi hijo parado al frente mío.

—Prepara la camiseta, Gianfar, qué nos vamos para la bombonera—anuncio y él niño abre sus ojos como loco.

...

Dos horas después llegamos al estadio y entramos. El guardia de la entrada nos reconoce y enseguida nos deja pasar, mi hijo no deja de admirar cada espacio del lugar.
¿Cuando se hizo tan fanático de un equipo de fútbol y jamás lo noté? Bueno, creo qué claramente  la culpa la tiene Francisco.

Llegamos a nuestros asientos, justo antes de qué comience él partido, Gian intenta buscar con la mirada a los demás jugadores y solo topa con Pavón, quién le saluda con un movimiento de mano.
Él partido comienza y los jugadores se mueven, corren y comúnmente, se golpean. Algún qué otra patada se dan entre los jugadores.

Él primer gol llega para él equipo local y él dueño de ello es Cardona, Gianfar lo grita y hasta lo festeja con una persona desconocida de al lado.
Luego del entretiempo, lo jugadores vuelven a la cancha y se posicionan en sus respectivos lugares. Lisandro nos llega a ver y nos saluda sonriente. Los dos le saludamos también.

Marcan un segundo gol de Benedetto llega a los 67' y es gritado por todo fanático del club, y como anteriormente dije, de mi hijo.
Yo no dejo de sonreir y de carcajear a causa de Gianfar qué no para de quejarse o de enojarse por simples errores del albitro o de un mismo jugador. Sinceramente, nunca ne hubiera imaginado qué le gustará tanto el fútbol. Jamás lo vimos en casa, nadie era fanático del fútbol hasta que mi hermana trajo uno a la familia.

Cuando finalmente él partido termina con la victoria para Boca Juniors, Gian insiste en ir a ver a Lisandro pero me niego hasta qué no salga de los vestidores.
Lisandro no tarda en salir y en encontrarse con nosotros, mi hijo lo felicita y también lo hago. Hizo un buen partido, aunque no entienda mucho.

—¿La pasaron bien?—cuestiona Licha acariciando el cabello de Gian.

—Re bien—enuncia eufórico el niño.

—No entiedo nada de fútbol pero por lo qué Gian me dijo, bastante bien jugaron—comento levantando mis hombros.

Lisandro larga una carcajada. Abre la boca para decir algo pero es interrumpido por sus compañeros qué vienen saliendo del pasillo a puros festejos.

—¡Gian!—chilla uno.

—Hola campeón—saluda él unico que llego a reconocer, Cristian, se acerca y se saludan. Hace lo mismo con los demás.

—Justo íbamos para cenar, ¿se unen?—pregunta el recién nombrado.

—¡Si! Por f...

—No, Gian. Dejalo qué ellos vayan a festejar, nosotros nos vamos a casa—lo interrumpo.

—No hay problema, Gian es ya casi parte del plantel. Aparte a Licha le va a encantar—dice otro de ellos qué creo recordar su cara. 

Lisandro niega riendo y yo rápidamente me sonrojo.

—En serio, no hay problema, vengan—insiste Pavón.

Al fin y al cabo termino aceptando, no solo porque me insiste mi hijo, sino porque Cristian y los demás también lo hacen.

Llegamos al estacionamiento y Gianfar sube al auto de Benedetto y va con él, dejándome con Lisandro.

—Te agradezco todo, Lisandro. A vos y a tus compañeros, son ambles con Gian y lo aprecio—hablo rompiendo, el incomodo, momento.

—No es nada, Gian es buen chico y todos lo bancamos. Prácticamente, es un crack—responde riendo.

—Francisco le inculcó el fútbol y ahora le corre por las venas, ya esta fuera de mi alcance.

—Si alguna vez decide jugarlo profesionalmente, ya sabés.

—Si, ya me planto la idea.

Licha ríe. —Pavón y Perez le llenaron la cabeza con qué jugara.

Muevo mi cabeza divertida.

Estaciona el auto y me doy cuenta qué llegamos a destino, observo a los jugadores abandonar sus autos y en uno de ellos veo a mi hijo salir.

—Pero, fuera de eso, muchísimas gracias Lisandro—le digo, acaricio su brazo por instinto de agradecimiento.

Él jugador me da una sonrisa, una maravillosa y enorme sonrisa, y bajamos del auto.

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2018 ⏰

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Un novio para mamá || Lisandro Magallan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora