Capítulo cuatro

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Por la noche, Lisandro tal y cómo habiamso quedado, a las 9pm se presentó en casa.

Gian se habia llevado a Lisandro a su cuarto para mostrarle su colección de camisetas y posters, los cuales le había regalado mi cuñado.

—Qué rico olor—escuche decir de repente.

Su voz. Su voz era suave y un poco ronca.

—Hice lo mejor qué pude—le sonreí.
—Despues de probar vas a poder juzgar.

Me dio la razón y me ayudo a terminar. A los segundos ya nos encontrabamos comiendo junto a Gian.

—Mami, esto esta riquisimo—dijo Gianfar.

—Lo apoyo completamente—el jugador habló.

—Me alegro entonces—les sonreí a ambos. —La verdad qué la cocina no se me da muy bien, tampoco me gusta cocinar—aclaré.

—Pero te pasaste, mira—el niño acarició su panza. 

Largue una risita y detrás pude escuchar la de Magallan.

—Así qué trabajas en una editorial—lo miré y asentí. —¿Mucho trabajo?

—Depende, a veces me tocan libros, otras veces artículos o entrevistas, pero me oriento más en libros—respondí.

—¿De todo tipo?

—De todo tipo—aseguré.

—Mamá, Licha también es abogado—interrumpió Gian.

Lisandro asintió sonriendole al pequeño.

—¿En serio?—pregunte curiosa y sorprendida.

¿Dos carreras? Wow, impresionante.

—Por las dudas, me defiendo por si me hechan del fútbol—agregó mientras reía.

—Y nosotros vamos a tener un abogado por si algún día algo nos pasa—dije también riendo.

—Mira que los defiendo a muerte, eh—dijo él jugador.

(...)

Ya pasadas la media noche, Gian fue a dormir porqué estaba cansado y mañana iria nuevamente al entrenamiento con Lisandro qué se ofreció para cuidarlo mientras yo me quedaría en un reunión.

Camino hacia el sillón, abrazada a mi misma y me dejo caer con suavidad.

Lisandro toma lugar a mi lado.

—¿Puedo preguntarte algo?—dice con cierta timidez.

—Por supuesto.

—Gian dijo la otra vez qué no tenia papá. No quiero meterme, pero quería saber si paso algo. Para no decir algo alguna vez qué lo lastimé o algo—escuche cada palabra qué salia de su boca, lento y preciso.

Menee la cabeza para procesar la pregunta. ¿Porque se interesaba tanto en Gian? ¿O en nosotros, de algún forma?

—No esta muerto si eso responde tu pregunta, tampoco en prisión—reí. 
—Nunca le hable de él. Sabe qué nos dejo, pero nada más.

Lo observe en silencio. No dijo nada, solo asintió y dejo caer su cabeza hacia atrás.

—Supongo qué somos la típica historia, la novia qué se embaraza, el novio qué niego ese hijo y desaparece y toda la responsabilidad en mi—dije con claridad, segura de mis palabras.

—Jamás dejaria a una mujer sola, menos con un hijo mio—habló mientras volvía su mirada hacia mi.

—No todos los hombres son iguales, somos la prueba vivienda de eso.

—Pero lo criaste como los dioses, es un chico muy educado y inteligente—agregó.

—Nosotros contra el mundo—levante mis hombros.

—¿Tu familia no lo acepto?

—Si, va, dijeron qué me ayudarían en todo. Por lo menos mi mamá, mi papá me odio—dije con ligereza.

—¿17?

Asentí. —Toda una pendeja.

Escuche una risita.

—Pero lo hiciste muy bien—movió su cabeza con una sonrisa.

—Eso parece, sólo pido qué no deje embarazada a algún chica y se largue. Porqué lo castro antes de qué suceda—respondí con una carcajada, contagiándolo.

Hablamos por un rato, contandome sobre su familia y su trabajo hasta qué llego la hora de despedirnos, ya qué ambos mañanas trabajamos y ya era un poco tarde.

Terminé de juntar las cosas y al terminar, subí a mi habitación, después de ir a saludar a Gianfar.

Un novio para mamá || Lisandro Magallan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora