1•~ ¿Qué fue lo que pasó?

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Abro los ojos y lo primero que observo es una intravenosa metida en mi brazo derecho, las paredes son de un color blanco, me observo y estoy cubierto de una sábana blanca.

¿Qué me pasó?

Parece como si alguien me hubiera leído la mente, entra una enfermera a revisar que todo esté en orden conmigo, me sonríe amable al mirar que estoy despierto.

—¿Cuánto tiempo tengo así? —pregunto tratando de recordar lo que me llevo a estar en el hospital.

—Una semana, hoy sales de alta —escribe algo en unas hojas que tiene en sus manos.

Una semana. He estado mucho tiempo dormido.

Sesión de fotos.

Hombres entrando con armas.

Mi mamá.

Mi papá.

Todo está en orden, estás muy bien de salud. Tu herida a sanado, ahorita vengo, voy a traerte una gelatina —me sonríe de nuevo—, debes de tener mucha hambre.

Sale por la puerta, con las hojas en la mano.

No pasa mucho tiempo, ni siquiera diez minutos. Cuando se escucha voces de hombres gritando por el pasillo del hospital, esos hombres...

Nooo! Gabriel, por favor no vayas"

Mi mamá le estaba gritando con lágrimas en los ojos a mi papá.

Un recuerdo llegó a mi memoria.

Me trae de vuelta el ruido de puertas chocar con la pared muy fuerte.

Ellos me buscan, me quieren matar.

No dudo ni un segundo en salir y me quito la intravenosa que tengo en el brazo. Me levanto rápido de la cama que me mareo un poco. Busco con la mirada a todos lados con desesperación mi ropa.

Soy un idiota, mi ropa no puede estar.

Salgo con la bata al pasillo, ahí está un hombre con un arma de un tamaño grande en sus manos, su rostro está oculto con una máscara de color negro, al igual que su ropa. Rápido me oculto detrás de una pared, mi corazón se acelera, temo que me pueda ver y matarme aquí mismo.
Se escuchan pasos alejándose, me fijo un poco aún con temor de que él siga ahí con esa arma.

No está, dejo salir un suspiro de alivio, pero aún eso no significa que ya este a salvo.

Los gritos de ellos, se pueden escuchar en la entrada. No puedo salir ellos están ahí. Hay un cuarto pequeño, no parece ser un cuarto de un paciente, ni tampoco un baño. Entro rápido ahí al escuchar pasos otra vez. Mi corazón se acelera que siento que se me va a salir del pecho.

Siento su presencia al otro lado de la puerta, tengo miedo, nunca había tenido tanto miedo como ahora. Trato de casi no respirar y hacer un movimiento. Cinco minutos que parecen una eternidad pasan y el se aleja.

Estuvo cerca, no puedo ver nada aquí adentro, está oscuro y no creo encontrar donde se prende la luz del foco.  Siento un hilo colgar de un techo. Seguro debe ser este, lo tomo con mi mano y lo jaló para abajo, de inmediato la luz se prende. Hay muchas cajas de cartón: pequeñas, grandes. Escobas y muchas cosas de limpieza.

Encima de una caja hay un traje de médico, rápido la tomo y me visto.
Para mi sorpresa también hay gafas oscuras, me las pongo y salgo del cuarto.

Mí CómpliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora