4•~ Mala decisión

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Ahí estaba parada, con la mirada rota, echa pedazos al vernos: a mí y a mi padre estando rodeados por ellos.

Un hombre se le acercó a mi madre y le acarició la mejilla.

—No hermosa, si no sólo es por tí, el jefe nos dijo que asesinemos a todos, incluyéndote a tí.

Me quedé sorprendido, mi mamá tenía un romance con su jefe, pero su romance fue mucho antes de conocer a mi padre, pero aún no podía creer esa información que había escuchado, cuando ellos hablaron.

Lo peor, fue que encontraron a mi mamá por mí, por el hecho de ser famoso nos encontraron. De ahí odie la mala decisión de haber sido modelo.

Mi padre intentó defendernos a mí mamá y yo, pero fue imposible con mucho hombre que nos estaba acorralando. Un hombre alto y de cuerpo robusto con un traje color negro, sacó una arma y la colocó frente a nosotros, estábamos tan asustados que sabíamos que era nuestro fín. Pero debimos de haber volteado hacia atrás, no sólo estar mirando hacía adelante.

¿Por qué? Porque justo en esos segundos, alguien disparo a mi padre por su espalda.

¡Papá!...

Mis ojos se abrieron mucho, al mirarlo caer lento hacia atrás, con sangre saliendo de su espalda y provocando un charco de sangre sobre el piso blanco. Cayó con la boca un poco abierta, mi madre cayó arrodillada, agarrándolo de su camisa y llorando sin piedad de que no muriera.

Las últimas palabras de mi padre fueron:

Fueron para mí, mi mayor tesoro que pude haber encontrado en la vida.

Con esas palabras murió, cerró sus ojos y dejo de respirar.

Mi corazón se sintió apuñalado, me sentí un poco sólo, recuerdos de él llegaron a mi memoria: jugando con él un partido de fútbol, cuando me enseñó a andar en bicicleta, tantas cosas que me había enseñado en mi vida.

No pude siquiera acercarme a mi padre, cuando alguien disparo a mi mamá.

—¡MAMÁAA NOOOO! —grité tan fuerte, que al mismo tiempo las lágrimas salieron de mis ojos, lloré tanto en pocos segundos que respiraba con un poco de dificultad.

Sentí la punta de un arma señalarme a un lado del costado de mi cabeza.

Me paré y coloqué la arma de aquél hombre en mi frente.

—Vamos, ¡matame! —supliqué—, de que sirve vivir si mis padres ya están muertos.

—No supliques mucho, tu deseo se hará realidad muchachito —sonrió con una sonrisa descarada.

Bajo su dedo índice hasta el gatillo; cuando sentí algo atravesarme en la espalda, un dolor inmenso me hizo caer, con poco aliento caí sobre el suelo, sentí que algo salía donde tenía ese dolor, por lo que, pase la yema de mis dedos ahí y cuando miré hacia mis dedos; la vista se me puso borrosa, pero pude notar sangre.

Cerré los ojos lentamente, mientras miraba acostados a un lado de mí, a mis padres. Tenían sangre al igual que yo, mi mamá tenía los ojos cerrados, respiraba un poco, pero se hizo la muerta al sentir la mirada de aquellos hombres, yo también lo hice.

—Vamonos, están muertos —dijo un hombre saliendo por la puerta, los otros lo siguieron burlándose.

Abrí los ojos con un gesto de dolor, mi mamá abrió un poco los ojos, su pecho se movía de arriba abajo muy rápido, parecía estar agitada, sus labios se abrieron un poco, mientras tenía sus ojos fijos en el techo.

—Hijo, perdóname —su voz era muy débil, hablaba casi sin aliento. Yo le iba hablar pero ella me calló. Voltio su rostro muy despacio para poderme ver, miró mi mano y la agarró, como en la mañana—. Prométeme —apretó sus labios y lágrimas salieron, recorriendo por su mejilla—, prométeme que vas a luchar por no morir, que vas a luchar por vivir. Qué apesar de ésto, vas a salir adelante en la vida. Que buscaras tu felicidad.

—Mamá... —me calló nuevamente.

—Prometelo, prométeme que vas a vivir y no morir en este momento, pero lo que más quiero —me acarició la mejilla—, es qué seas feliz —sonrió, para después morir con esa palabra "ser feliz". Sus ojos se cerraron y su mano dejo de apretar la mía, su pecho dejo de moverse de arriba abajo, en pocas palabras: dejo de respirar.

—Mamá, mamá... —moví su mano, pero ella ya no respondió a mi llamado, lágrimas salieron sin parar, besé el torso de su mano—, te lo prometo, prometo encontrar mi felicidad.

No alcancé a decirle que también prometía luchar por no morir, pues sentí los párpados muy pesados, por lo que creí que ya me estaba muriendo.

Mí CómpliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora