timid * ✩ ym ‧₊˚

✩ he

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Como la ultima hoja que cae en otoño,

Como la ultima noche helada,

Y como la ultima flor que florece,

Te disfrutaba, como se disfrutan esas ultimas veces,

Sabiendo que, en realidad, no sería la ultima.

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Jimin siente como si su cabeza fuese a explotar en cualquier momento. Su cara está roja; lo sabe. Y cuando recuesta su cabeza en su pupitre mientras el profesor de matemáticas continúa su clase, por alguna razón, tiene una pequeña visión de Yoongi ubicado en el asiento a su lado, recostado de la misma manera y mirando hacía su dirección.

Puede ver con claridad sus ojos cerrados y su respiración pausada. Sonríe antes de cerrar los ojos, imitando a aquella dulce recreación de un recuerdo que atesora al fondo de su corazón.

Como si hubiese sido solo un pequeño parpadeo, Jimin escucha el eco de una voz lejana. Después, siente como una mano se ubica en su frente. Y entonces puede visualizar a su profesor, hincado, viendo hacia él con suma preocupación.

"Hey, niño, tienes mucha fiebre." intentó negar hacía esa afirmación. Porque no, no tenía mucha fiebre, solo un poco de temperatura que no significaba nada, sin embargo fue como si no importara lo que dijera. Lo obligó a levantarse del asiento con pesadez e inmediatamente, le indicó que fuese a enfermería.

Jimin se congeló de miedo cuando se puso de píe, todos mirando hacia su dirección. Rápidamente se sentó otra vez, negando repetidas veces e intentando hablar; pero la voz no quería salir.

"¿Eres Park, no? ¿Eres el hermano de Tae? ¿Quieres que mande a alguien a buscarlo? No puedes quedarte acá en ese estado." 

"Yoongi-" murmuró. Atragantado con su propio nerviosismo. "Yon-yoongi."

El profesor no comprende que trata de decir, pero entonces uno de sus compañeros levanta la mano, pidiendo la palabra. "Jimin tiene problemas para comunicarse, creo que Min Yoongi es el único con quien habla, los he visto un par de veces en el salón durante los recesos."

El silencio llenó el lugar. Todos se enviaban miradas de sospecha.

"Ve a buscarlo, y tú, Jimin, espera afuera. Siento que estar rodeado de personas no parece hacerte bien." la comprensión en su voz más la sonrisa amable que le dio luego, hicieron que Jimin pudiese soportar el temblor de sus piernas de gelatina y caminar a través del salón, ignorando completamente todo a su alrededor, hasta llegar a la puerta, haciendo una pequeña reverencia en gratitud para irse pronto hacía los asientos ubicados en frente del salón.

En aquella espera, su cabeza no dejaba de palpitar fuertemente, cerraba los ojos y el dolor se intensificaba. Mientras más lo pensaba, peor se sentía por no haber permitido que fuese Tae quien viniera a auxiliarle, sin embargo, tenía miedo.

Cuando Tae se enojaba no quería que él estuviese cerca, le explicó, hace algún tiempo atrás, que cuando estaba molesto solía decir cosas hirientes de las que después se arrepentía.