—¿Crees que vaya a estar bien?
—Eso espero. Helena fue difícil de superar para él y lo sé, pero esto... llegar a este punto sólo por...
—Yo tampoco lo quería creer. —dijo la chica bajando la cabeza con un mar de lágrimas en los ojos— Si yo te hubiese dejado hacer lo que decías que era correcto...
—Basta, no te martirices con eso. Él saldrá adelante, es fuerte. Yo lo sé y confío en su fortaleza.
La habitación completamente blanca, el sonido de un continuo pitido y el respirador al que estaba conectado hacían todo parecer surreal. Ninguno de los hermanos Aragón se imaginaba que algo así le pudiera pasar a alguien tan cercano a ellos, mucho menos por una razón que al escucharla superficialmente parecía inventada, como una broma que alguien haría con gracia; pero no era así, y la terrible imagen del chico tendido en la cama de hospital se los hacía saber.
—¿Y su madre?
—No ha querido venir. —respondió el de cabellera color carbón— No sé si niega por orgullo o por miedo.
—¿Miedo? ¿A qué o a quién?
—Miedo de ver a su hijo más fuerte completamente... —el ardor en su garganta producto de la tristeza era cada vez mayor, y pronto sintió una lágrima recorrer su rostro— destrozado y débil.
Ambos hermanos se abrazaron con fuerza, sintiendo una inmensa tristeza e impotencia de no poder hacer nada más que esperar y esperar a los diagnósticos de los médicos. Salieron del cuarto en el que descansaba el joven y caminaron por un pasillo que conducía a la sala de espera. Iban intentando entablar una plática cuando, de pronto, unos apresurados pasos resonaron por el lugar; al levantar la mirada vieron frente a ellos una figura con un rostro muy conocido.
—¿Dónde está él? —fue lo primero que dijo la dulce y desesperada voz casi al borde del llanto— ¿Dónde?
Los hermanos se miraron el uno al otro con sorpresa; ¿era real aquello que tenían justo frente a sus ojos?
ESTÁS LEYENDO
Meraki
FantasíaSi estar rendido a tus pies significa caer en la locura, entonces correré el riesgo.