Capítulo 5. "Necesitas ayuda"

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Cuatro años atrás...

Los problemas iban en aumento. Parecían nunca acabar. Algunas noches dormía, otras no. Sus calificaciones bajaron, su estado de ánimo no era el mismo y ya no quería salir de su habitación. Nada parecía tener ningún sentido. Olive estaba hecha un completo desastre. Con tantos problemas, su único escape fue la marihuana y salir con chicos más grandes que ella. Nunca se los folló. Sólo buscaba despejar su mente, conseguir drogas y alcohol gratis, y no podía pedirle dinero a sus padres porque ellos se lo negarían. Dos meses atrás la descubrieron fumando marihuana en su habitación. Casi se volvieron locos y la castigaron por un mes; sin dinero, sin celular, sin tarjetas, sin permisos.

Tal vez si ella les contara lo que pasó el verano pasado...

Simplemente no podía. Los recuerdos aún eran muy vívidos y le seguían causando terribles pesadillas. Por esa razón tenía insomnio. Por esa razón se refugiaba en el alcohol y las drogas. Por esa razón salía con tantos chicos diferentes cada semana. Quería olvidar. Era todo lo que necesitaba. La tristeza empezaba a consumirle; poco a poco iba a cayendo en una profunda depresión, había empezado a perder peso y el cabello se le estaba cayendo. Ya no era la misma Olive de antes. Todos sus cercanos  estaban muy preocupados por ella. 

Pero sus padres ya habían tomado una decisión.

—Olive, cariño... Tu padre y yo hemos tomado una decisión.

Los grandes y hermosos ojos verdes de Olive examinaron minuciosamente a las dos personas que estaban sentadas frente a ella. Su padre estaba muy serio. Jamás lo había visto tan serio.

—No entiendo —se limitó a decir.

—Ya no podemos seguir tolerando tu mal comportamiento —se adelantó su padre—. Ha sido suficiente de esto, ¿no crees? Es hora de ponerle fin.

Quiso reírse pero se abstuvo.

—¿Van a enviarme a un internado de monjas o algo así? —preguntó con un tono burlesco.

—Irás a terapia con un psicólogo —respondió su madre con total seriedad—. De miércoles a viernes. Todas las semanas hasta que estés mejor.

—¿Un psicólogo? ¿Es en serio? —apretó los dientes—. No, no iré a hablar con una persona que le importa una mierda como yo me sienta.

—¿No quieres hablar con nosotros que somos tus padres? Entonces irás con alguien más. Y no te estamos pidiendo permiso, te estamos avisando.

La adolescente soltó una maldición en voz baja y miró mal a su padre.

—Ustedes no me pueden obligar.

—Claro que podemos y lo haremos. ¿O se te olvida que te mantenemos? —Kaden arqueó una ceja—. Nuestro techo, nuestras reglas.

Rodó los ojos, fastidiada.

—Bien, iré —murmuró entre dientes, dándose por vencida—. Pero no les prometo nada.

Mielle la miró con tristeza.

—Sólo queremos verte bien, cariño.

—Pues no es la manera correcta —se cruzó de brazos—. Ah y tengo una sola condición.

—¿Cuál?

—Que todo lo que yo hable con ese psicólogo se quede entre nosotros. No quiero que les cuente nada —advirtió—. O no volveré.

Kaden se tapó el rostro con las manos y soltó un pesado suspiro.

—De acuerdo —aceptó—. Pero no dejes de ir o te castigaremos. Mañana empiezas.

Olive Donde viven las historias. Descúbrelo ahora