Capítulo 13. "Acción y pasión"

853 90 18
                                    

Olive intentaba prestar atención a la clase y a la interesante historia que el profesor Greenberg estaba contando, pero su mente viajaba en una nave de pensamientos oscuros que no se detenían. En su cabeza repasaba una y otra vez la escena del sótano. Justin y ella completamente solos. Por un momento se sintió vulnerable. Sin velo, sin barreras, sin escapatoria. Poder verlo de cerca no le ayudó en nada. Le pareció mil veces más guapo; con su elegante barba, su ronca voz, su penetrante pero suave mirada, sus carnosos labios y su maldita manera de acorralarla. Aparte de que parecía ser sincero y amable. No veía malicia en él.

Lo peor de todo era que le había permitido ocupar sus pensamientos. Sólo podía pensar en lo que había ocurrido en aquel sótano. Al final de la noche se arrepintió de haberlos invitado a cenar. No logró nada con eso, al contrario, despertó más su curiosidad. En definitiva su intención consistía en meterse en su vida y descubrir sus secretos.

Si él quería jugar con fuego, ella también lo haría. Pero sólo uno terminará quemándose.

O eso pensaba ella.

—Bornes, por favor, léenos lo que significa pasión en el glosario de filosofía.

No se había dado cuenta de que el profesor y toda la clase estaban mirándola fijamente. Ella sonrió en modo de disculpa.

—Claro —asintió, enderezándose en su asiento y carraspeando su garganta. Abrió su cuaderno y empezó a leer—: La pasión es una afección que experimenta el individuo y a la que no puede sustraerse fácilmente.

Justin fue la primera persona que se cruzó por su cabeza. Tragó lento y siguió leyendo en voz alta.

—Podemos definirla como un estado afectivo que experimenta el individuo de forma duradera e intensa, que no ha sido elegido por él, y que va asociada a la sensación de estar sometido a un influjo que domina su comportamiento. 

—¿Qué opina usted?

—Bueno... Pienso que la pasión va de la mano con el autocontrol. Si puedes controlar lo que sientes por esa persona, la pasión disminuye.

Greenberg la miró intrigado.

—¿Eso cree usted, Olive?

—Sí —respondió firmemente.

—¿Por qué?

Se encogió de hombros.

—No podemos dejar que un sentimiento nos controle.

—A veces no podemos controlar lo que sentimos por mucho que lo intentemos.

Esas palabras se le quedaron grabadas en la cabeza. Pero hizo su mejor esfuerzo para prestar atención a la clase. Media hora después, salió del salón de clases y se dirigió al jardín de la universidad que estaba cerca del estacionamiento. En el camino se cruzó con Malorie.

—¿No tienes clases de matemáticas? —le preguntó.

—El profesor se retrasó.

—Ya.

—¿Y tú? ¿Por qué no te vas a casa? Es jueves, tienes la tarde libre.

—¿Me estás echando? —rió divertida.

La verdad era que no quería decirle que había aceptado almorzar con Justin.

—Uh, no —rodó los ojos. Malorie le echó un vistazo y se le quedó mirando extrañada—. Tú nunca te vistes así para venir a la universidad.

—¿Así, cómo?

—Con ropa ajustada —hizo una mueca—. ¿Vas a salir?

—No.

Olive Donde viven las historias. Descúbrelo ahora