●[Miss Sadistic Night]●

Capítulo XIV

¡GRACIAS POR NO ABANDONAR LA HISTORIA!

DISFRUTEN DE ESTE CAPÍTULO.

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Vaya, no puedo creer lo que está pasando. ¿Desde cuándo los Sakamaki son así de amorosos? Bueno Laito es Laito y Yui es Yui, pero Kanato al que más "menosprecio" y Ayato al que más jodo de los hermanos me están abrazando.

— WOW ¿Ahora por qué tan románticos? — pregunté extrañada por dicho comportamiento.

— Tsk... No te creas la gran cosa. — respondió Ayato safandose del abrazo.

— Lo soy tomatito. — dije imitando su voz. Recibiendo un "Tks" como respuesta.

Miré a Kanato que seguía abrazando me, como yo mido 175cm y el 165cm, le llevo una cabeza de diferencia y por un instante Kanato paso a ser mi hermanito Wataru, sin que me diese cuenta, lo abracé con mucho cariño tanto que se sorprendió demasiado. Reaccioné rápido y lo solté.

— Oh... Disculpa Kanato-kun. — dije mientras me rascaba la cabeza. Él solo me dedico una mirada curiosa. Sin más se alejó y sentí como alguien se pegaba a mi.

— Nfufu~ Yuki-chan si quieres me puedo poner romántico... — dijo mientras me agarraba de la cintura.

— No gracias. — le respondí mientras le pinché la mano provocando que me soltase.

— ¡Auch! — exclamó. — Eso dolió. — dijo con un puchero.

— Te puedo provocar más dolor al grado que te quieras arrancar la mano, si me sigues molestando. — comenté con una sonrisa enigmática. Laito solo alzó las manos en son de paz. Chequé mi reloj y ya era hora para mí siguiente clase. Así que me fuí con Kanato.

Originalmente me iba a ir con Ayato y Yui, pero estos desaparecieron antes de ir con ellos. Esa maldita galletita. En fin.
Fuí por todo el pasillo acompañada de Kanato, como éste chico ni siquiera habla o respira, era como ir caminando sola. O eso pensé.

— Yuki-san... — dijo con voz pausada. Como si no quisiera hablar pero se sentía obligado. — ¿Por qué me abrazaste... así? — preguntó con voz suave.

— Mmm... La verdad no sé. Sólo te abracé. ¿Acaso es malo demostrar cariño a las personas que te importan? — le contesté a lo que él se sorprendió. Solo negó en respuesta a mi pregunta. — Entonces eso resuelve tu duda. — dije sin más entrando a mí clase de cálculo diferencial.

Pasaron las malditas horas y porfin podíamos salir de la maldita clase, de esa maldita institución y poder ir a esa maldita mansión... Perdón me altere.

Todo el trayecto fue en silencio, nadie hacía el más mínimo ruido. Hasta llegué a pensar que era yo la única dentro de la limusina, de no ser por un suspiro de Yui, fue que volví a la realidad.

— ¿Te pasó algo, Yui? — pregunté a lo que ella me miró sorprendida.

— ¿P-Por qué p-preguntas? — contestó con pena.