III. Orgullo

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Su mano dolía. El impacto de la detonación del arma lastimaba su muñeca. Sus oídos no funcionaban. Un insistente pitido llenaba su mente, opacado sólo por los gritos, esos malditos y desgarradores gritos.

El hombre estaba en el suelo, su cabello menta cubría su rostro. Su chaqueta blanca comenzaba a teñirse de rojo conforme la sangre abandonaba su cuerpo.

Él había sido el culpable.

Los gritos no mentían.

...

Despertó, entre sudor y temblores. Esa pesadilla de nuevo. Llevó las manos a su cabeza. Entrelazó sus dedos en su cabello y tiró con suavidad. El dolor lo ayudaba a centrarse en la realidad.

—Fue sólo un sueño, un sueño.

Su corazón latía a máxima velocidad, sin ritmo aparente. Estaba aterrado. Se giró en la cama, abrazándose a sí mismo. Intentaba recordar los ejercicios de respiración para tranquilizarse.

Aunque ahora sus días eran tranquilos, y no había ya amenazas acechándolo; las pesadillas seguían siendo cosa frecuente y los ataques de pánico parte de la rutina. Éste parecía ser un día especialmente malo.

Su celular estaba cerca de él, lo revisó. Eran las cinco de la tarde.

—Ah...

Tenía varios mensajes de Yoosung, se había quedando dormido hablando con él.

"Te quedaste dormido de nuevo, ¿verdad? Voy en camino. Te despertaré~"

—Mierda, no ahora.

Hizo un esfuerzo por sentarse en su cama. Su mente se aclaraba de a poco. Y entonces lo recordó.

Yoosung venía de visita el fin de semana.

— No ahora...

Dejó su cama, encaminándose al espejo. Intentó estudiar su rostro en busca de alguna señal que lo delatara.

Su frente estaba llena de sudor, y su mirada dejaba entrever el pánico.

Había hecho muchos progresos desde que inició esta nueva vida al lado de su hermano. Aún así, era demasiado pronto para declararse libre. Aún había recuerdos que lo atormentaban. En días como éste se volvía vulnerable, pequeño y temeroso.

La pesadilla había terminado, pero la ansiedad seguía ahí, oprimiendo su pecho.  No podía garantizar que no volvería.

No podía arriesgarse a tener un ataque y que Yoosung lo viera así. No podía. Si empezaba a gritar, si empezaba a llorar frente a él. No.

No podía permitirse revelar su lado débil ante él. Salió de su habitación, decidido a enviarlo de vuelta por donde vino, hasta que...

— ¡Hola, Saeran!

— MC...

La esposa de su hermano peleaba con una maleta a través del pasillo.
Demonios, ¡el viaje! ¿Cómo pudo olvidarlo?

—¡Saeran!— Saeyoung saltó del otro lado de la habitación, reduciendo el espacio entre ellos a una velocidad preocupante.

— ¿Cómo te sientes? — le preguntó, con sumo interés.

— Bien ¿por qué no habría de estarlo? — Saeran respondió, a la defensiva. Procurando no mirarlo a los ojos, su hermano podría detectar que algo andaba mal con él.

— ¡Bien, bien! — Saeyoung se defendió, alzando ambas manos. — Es sólo que dormiste demasiado, empezaba a preocuparme...¡pero es bueno que descanses!

Siete Pecados  [Yooran / Mystic Messenger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora