CAPITULO 7: EL PRESIDENTE

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*Si no recuerdas los capítulos del presidente, te recomiendo que los vuelvas a leer, en el libro anterior, El Despertar Z"*

La noticia del vicepresidente me puso completamente de los nervios, se aproximaba una enorme horda de zombies, y con una parte del muro agrietado, era casi seguro que el muro iba a ceder.

—¡¿En dónde va a impactar la horda?! —Pregunté temiendo la peor respuesta.

—¡Si se refiere a la parte débil del muro, no, van a impactar al lado contrario! —Respondió.

Por una parte, me tranquilicé, pero de igual forma, no dejaba de ser una horda peligrosa.

—Hay que defendernos con todo lo que tengamos. Ya les aviso a los del ejército. Busca un lugar seguro o si quieres ayudar a defender, sígueme.

El vicepresidente me miró a los ojos y respondió:

—Eehhh... Me dan miedo las armas.

—¡Vale, no te preocupes, vete! ¡Estamos de urgencia! —Respondí.

Los dos seguimos nuestros rumbos, no podía dejar de decirle cobarde en mi mente al vicepresidente, era una gallina. Primero, fui a mi oficina, para avisarle a Cristina lo que se acercaba.

—No hay mucho tiempo, ve a un lugar seguro y quédate ahí hasta que todo termine.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tan nervioso?

—¡Una horda enorme se acerca!... —Mientras respondía, pude escuchar los gritos a lo lejos de la horda y sus pasos —Ay no...

Cristina se tornó pálida y empezó a temblar. No pasaron muchos segundos hasta que el jefe de la escolta apareció abriendo la puerta de casi una patada:

—¡¿Es cierto eso?! —Preguntó alterado.

—¡Si, vamos rápido! —Le respondí.

Cristina estaba casi petrificada. Yo estaba corriendo con el jefe de la escolta y le grité desde allí:

—¡CRISTINA, REFÚGIATE!

Ella, volvió en sí y se encerró en la oficina. El jefe de la escolta, tomó su radio y dijo:

—A todas las unidades, tanto de escolta como de ejército, reúnanse en la parte sur del muro, necesito a hombres tanto en el muro, segundo piso y terraza del edificio. Disparen a todo lo que se mueva, repito, disparen a todo lo que se mueva. ¡Fuego a discreción!, ¡No olviden las granadas y los explosivos!

Después, en unos altavoces que había en la Casa de Nariño, el vicepresidente empezó a alarmar:

—¡Todos los que no sean del ejército o que simplemente no vayan a ayudar a mantener la horda a raya, vayan a un lugar seguro, ya sea a sus habitaciones o donde prefieran! ¡Manténganse a salvo!

Esas fueron las únicas palabras del vicepresidente, a mi parecer, el anuncio fue algo frío. No tardaron muchos segundos a que varias personas empezaran a correr a diferentes direcciones gritando y buscando donde resguardar sus vidas. Los soldados tampoco se hicieron esperar. Una gran fila iba hacia el muro, y las otras, hacia el segundo piso y a la terraza.

La lluvia seguía aún más fuerte, estaba muy nervioso y decidido:

—¿Tienen un arma para mí?

—¡¿Está loco?! ¡Usted debe refugiarse!

—¡Quiero ayudar! ¡Quiero ser parte de esto, no quiero esconderme como un cobarde!

El jefe de la escolta trató de convencerme, pero por más que lo hacía no lo lograba.

El Despertar Z 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora