—Entonces... ¿Qué quieres hacer hoy? —Le pregunte a Timothée mientras estábamos en la cocina, unos quince minutos después del enfrentamiento-conversación en el patio trasero. El se había aprovechado de la situación bastante bien, y dijo que "como su niñera" tendría que prepararle un desayuno/comida, porque eso es lo que las niñeras hacen—.
—Lo que sea. Solo quiero que me prepares más de esos deliciosos Hot Cakes, ¿Por favor? ¿Cómo mi niñera? —Pregunto, patéticamente fingiendo una voz de bebe desarrollado «por supuesto no del cerebro»—.
Lo fulmine con la mirada, aunque obviamente no sirvió de nada, ya que él no podía notarlo.
—Bien —Respondí forzadamente en tono contento. «Dar y recibir. Recibir y dar». El solo sonrió maliciosamente. Rode los ojos. «Cretino» Pensé—.Seguí haciendo cada vez más y más, mientras los acomodaba en un gran plato de porcelana azul. Timothée tamborileaba sus largos dedos contra la barra negra de la cocina y balanceaba sus piernas de acá a allá. Acomode con cuidado la comida frente a él y se quejo.
—¿Acaso esto no puede estar más quemado? —Pregunto arrogante mientras llevaba otro trozo a la boca. Sonreí—.
—Bien, tú querías más, así que te di los quemados. Espero no te moleste.
El solo levanto una ceja y sonrió.—Bien, entonces, he terminado por hoy —Dijo mientras alejaba el plato de él y cruzaba sus brazos sobre su pecho. Tome la comida y empecé a picarla con los dedos, llevándolas a mi boca después—.
—Probablemente hagamos algo divertido hoy —Le comente, con la boca llena—, tal vez podrías cambiarte con ropa decente y después podamos ir a cualquier lugar que se me ocurra —Mire a su pijama negra. Para ser sincera, le quedaba realmente bien. Pero nunca lo admitiría en voz alta—. Así que, ¿por qué no te apuras?
La sonrisa se borro completamente de su rostro. Poco después, sus mejillas se tornaron rojas como tomates. El bajo la cara solo un poco.
—No puedo —Dijo mientras rascaba su barbilla con rapidez. Parpadeé—.
—¿Por qué no puedes? Ya sabes, es solo tomar una ducha, ponerse algún vaquero y alguna cazadora y listo. ¿Ves? No es tan difícil.
Me miro como si estuviera contando alguna especie de chiste malo y gruño.—No seas tonta. No puedo cambiarme.
—¿Qué? Bueno, en estos momentos no estás desnudo así qué...
—No puedo cambiarme sin ayuda —Dijo lentamente. Me sonroje un poco—.
—¿Y-y qué -quieres qu-qué haga? —Le pregunte. Odiaba tartamudear. Enserio.
—¿Ayudarme? — Dijo, como si fuera lo más obvio del mundo. Me sonroje aún más—.
—Estás loco. ¡Eres un pervertido! —Le dije, fingiendo estar enojada. El no dijo ni pio—. ¡Solo cuando te conviene! ¿Verdad?
—Lo siento muchísimo. Pero tú querías una oportunidad. Y eso, es algo que las niñeras hacen, ¿o no?