Tres horas más tardes, y cargadas con cincuenta bolsas cada una, caímos rendidas sobre un sillón de la sala de Caroline, riendo como dementes mientras nos despojábamos de nuestros zapatos y los aventábamos a través del salón. Caroline me abrazo y me empujo hacía un lado.
—Y, ¿te sientes mejor? —Pregunto ella, dándole un sorbo a su café frio mientras flexionaba las rodillas a la altura del pecho—.
—No realmente. ¿Debería sentirme bien por haber gastado todos mis ahorros para la universidad? ¿Es enserio?
—Todavía no acaba el verano, ¿vale? Además, te queda el siguiente verano para ahorrar.
—Pero yo quería el siguiente verano para descansar antes de mudarme lejos de California. Ya sabes, también soy humana y necesito hacer cosas de humanos —Le dije riéndome un poco. Ella río conmigo—.
—Se nota —Dijo apuntando hacía mis bolsas—. ¿Qué harás con tanta ropa? Creo que nos excedimos un poquitín. Digo, no tengo la menor idea de por qué compraste todas esas carteras. No es como si te quedara algo de dinero, ya sabes.
—Me lo dice la chica que compro como veinte pares de zapatos iguales
— ¡Cállate! ¡No es cierto, Roxanne! —Dijo ella entre risas, lanzándome un zapato. Le saque la lengua—. Son de diferentes colores, ósea que
no son iguales.—Como sea. Pero sabes, aún no me siento bien.
— ¿Por qué no? —Pregunto ella, dejando a un lado su felicidad y transformándola en preocupación—.
—Bueno, tengo que dejar toda esta ropa en casa, ya que tu closet no es lo suficientemente grande como para tantos objetos y aparte, tendré que presentarme a casa de Timothée un tiempo extra, ya que, gracias a ti, tengo que reponer mi dinero perdido.
—Lo que sucede, Rox, es que tu estas obsesionada con ese chico. Necesitas salir y conocer a más gente, no quedarte atrapada en tu propia burbuja de infelicidad por mil años.
Refunfuñe y le lance una mirada de soslayo. Abrí la boca para protestar, pero ella me interrumpió.—Oh no. No me vengas con algo que arruine mi felicidad y mi brillante idea. Sabes en qué pienso, ¿verdad?
—Eso creo. Si tiene algo que ver con "chicos", "clubs" y "minifaldas", no quiero tener nada que ver contigo —Le dije incorporándome de una y tomando mi celular con una mano—.
— ¡Por favor! No seas aguafiestas, ¿vale?
—Es suficiente por hoy, enserio Caroline, ya estoy vieja para esto.
— ¿Vieja? Já. Tienes qué, ¿cuarenta años?
—Réstale veinticuatro años, y probablemente estés en lo correcto.
Caroline gruño—. ¡Por favor! ¡Es una emergencia!
—Dijiste eso hace un par de horas, y mira en los que me metiste —Dije señalando las bolsas apiladas una encima de otra sobre el suelo. Ella hizo un puchero—.
Cinco minutos después de silencio puro, no me resistí y le hable, totalmente rendida.
— ¿Tal vez podríamos ir de pasada?
Caroline chillo fuerte y se lanzo contra mí, aventando sus brazos y apretándome en un abrazo de oso. Reí, apartándola de mí, y tomo una de sus bolsas al azar.— ¡No tenemos tiempo!, ¡Se nos hace tarde! —Dijo huyendo hacía su cuarto como una niña en navidad. Busque en un par de bolsas la ropa que probablemente usaría más tarde y tomándolas entre mis brazos, subí, siguiendo a Caroline—.