Horas más tarde, me encontraba a mi misma sentada sobre una silla con patrones chillantes en el cuarto de Caroline. Ella estaba frente a mí, acostada sobre el pisado y mirando el televisor con gesto aburrido.
Realmente, sin prestarle mucha atención. Yo solo me mordía las uñas de las manos y miraba hacia todos lados nerviosamente.
—¿Y bien?— Caroline me pregunto, apagando el televisor con el control remoto e incorporándose hasta quedar sentada y con las piernas cruzadas. La mire fijamente—.
—¿De que hablas?— Le pregunte, mientras, inconscientemente mordisqueaba mis uñas con más fuerza—.
—Tu sabes a qué me refiero ¿Timothée?
Al salir de la casa de la señora Nicole, rápidamente comencé a hacer llamadas telefónicas a casa y también a Caroline. Ella me pidió la versión corta de mi primer día y yo solo le di algunos detalles. Como la profundidad de los ojos de Timothée y la gran vista que había obtenido de trasero de Sam. Para estas horas, yo ya no tenia ganas de hablar.
—Uh. No, no sé de qué hablas— Le dije mientras lanzaba miradas cortas hacia el techo y después hacía Caroline. Ella suspiró—.
—Recuerda, que hace cinco horas me hablaste por teléfono y mencionaste lo loca que te traía ese chico. Realmente tiene que estar muy bueno para que le hayas puesto el ojo encima.
—¡Caroline!— Le grite indignada mientras lanzaba una almohada en forma de serpiente hacia su cabeza. Ella la atrapó y la colocó a su costado—. Al decir que el me traía loca, me estaba refiriendo a que realmente el es un dolor de cabeza. Apenas le hable, ¿Cuánto? ¿Cinco segundos? Tal vez menos. Y ya me estaba corriendo de su casa. El realmente apesta.
—Pero eso no le quita lo ardiente—Dijl levantándose del suelo y peinando su larga melena pelirroja en una trenza. Tuve deseos de tener tijeras a la mano y cortar cada cabello de su cabeza. No estaba celosa, lo juro.
—Claro que sí. Además, tu no lo conoces. Oh, y dos palabras, el-es-insoportable.
—Esas son tres. Y tal vez tú seas demasiado insoportable también.
—Oye,¿Estas de mi lado, o que? — Le dije frunciendo el ceño y bajando mis manos de la boca—.
—¿Recuerdas el año antepasado? Cuando aquella tía tuya fue a visitarte durante el verano y su pequeño hijo Charlie quedó ciego temporalmente, porque un compañero suyo le echó arena en los ojos mientras estaban en la playa. ¿Sabes quién le hablo?— Ella dijo mientras acomodaba su cabeza en mi regazo y miraba con los ojos abiertos-.
—Obviamente. Ellos son familiares— Lamí mi labio inferior—. El pequeño Charlie duro enojado todas las vacaciones y recuerdo que se echaba a llorar cada vez que le hablábamos de castillos de arena y días enteros en la playa. ¿A qué viene todo esto?
—Bueno, recuerda. ¿Qué pasó después? ¿Acaso no me contaste que un día fueron a la playa y el se rehusó bajar del carro? Y entonces ahí estabas tú, dispuesta a sacarlo del asiento trasero para que conviviera un rato con ustedes—. Ella dijo mientras me miraba con una mueca de satisfacción en su rostro. Y yo aún no entendía nada—. Vamos, ¿qué pasó después?
—El convivió todo el día con nosotros. Le asustaba meterse al mar, porque en su estado se ahogaría al no ver. Pero...
— Tu estuviste con él. Y no lo dejaste solo. Al final del día él se quedó sentado en la orilla, mojándose los pies y construyendo castillos de arena. Porque no sentía más miedo. Él sabía que si algo malo ocurriría, tú estarías ahí para el— Caroline dijo, orgullosa de sí misma. Ahora yo entendía si punto—.
—¿Quieres decir que... Que debería de ayudarlo a enfrentar...? Uh. ¿Sus miedos?
—Exactamente.
— ¿Y a mí en que me beneficiaría? En decir, ni siquiera me cae bien.
— No seas tonta. Entre más pronto se recupere, terminarás más pronto el trabajo. Obtendrás el dinero y ayudarás a alguien. No es tan difícil, ¿eh?
No lo había visto de esta forma. Si ayudaba a Timothée, tendría que dejar de verlo. No estaría obligada a ir y cumplir mi trabajo. Porque si solo iba y renunciaba, no obtendría dinero para Princeton. Solo tendría que dar y recibir. Recibir y dar. Muy sencillo.
—Entonces, ¿cómo descubro sus, eh, miedos? El parece ser muy duro de roer.
—Habla con su amigo. ¿Cómo dices qué se llama? Sam. Si, él. Seguramente sabe todo sobre Timothée. Lo harás, ¿cierto?
— Por supuesto que sí— Le dije mientras me levantaba del sillón y caminaba hacia la puerta. Esta noche tendría muchas cosas que pensar.
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C O R A Z Ó N C I E G O// TIMOTHÉE C.
Fiksi PenggemarA D A P T A D A// E D I T A N D O