1: Empezando Con Mal Pie

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—Bueno, sé que no es lo que se dice una maravilla pero tiene unas vistas espectaculares —El casero dejó unas de las maletas que se había ofrecido a transportar en la entrada y se apoyó ligeramente sobre el marco de la puerta.

Era un hombre de mediana edad, regordete, calvorota y con una gran sonrisa debajo de su espeso bigote canoso.

—Es muy acogedora —digo fingiendo una sonrisa—. Gracias por ayudarme con el equipaje señor Coleman.

—Oh, por favor, llámame Charles.

—Está bien, Charles... —enfatizo su nombre. Es un hombre agradable.

—Dejaré que te instales, nos vemos por el pueblo, adiós.

Abandonó la pequeña cabaña tras despedirse con una sonrisa amable. Miré a mí alrededor, todo era antiguo, las paredes, el suelo, los muebles... A pesar de que se habían esmerado en decorarlo con cortinas y adornos bonitos todo el lugar parecía que fuese a venirse abajo con la primera tormenta. La caseta formaba parte de un viejo complejo de cabañas situado a las afueras de Soulcity, entremedias de una arboleda centenaria.

Dejo mis cosas sobre el sofá que hay en el medio del salón y me pongo a mirar en todas las alacenas de la cocina. Ya casi son las ocho de la tarde asique me apresuro a comprobar de las herramientas que dispongo para ir al pueblo a comprar algo para cenar y hacerme con los horarios de los buses antes de que todo cierre.

El pueblo más cercano estaba a un kilómetro del complejo, debía de ir caminando a lo largo del sendero principal hasta llegar a él. Sobre todo a la vuelta pensé que sería una buena inversión comprarme una bicicleta de segunda mano, básicamente porque si tenía que volver todos los días del supermercado con las bolsas a cuestas se me caerían los brazos, y eso no sería muy bueno para mi trabajo o, más bien, mi futuro trabajo. Había sido Viktor, un amigo de la facultad, quien había conseguido que me admitiesen en la empresa que dirigía su padre a modo de prueba. Debería invitarlo a cenar algún día para agradecérselo, además, así podríamos ponernos al día sobre nuestras vidas actuales.

«...»

A la mañana siguiente era domingo y eso significaba que tenía todo el día para colocar todas mis cosas en donde debían estar y conocer un poco más a fondo el pueblo.

Comencé por la ropa y los accesorios, blusas en un cajón, chaquetas y pantalones colgados de las perchas y los zapatos en el estante bajo del armario. Los artículos de aseo y mis libros y dispositivos electrónicos fueron los siguientes en ser ordenados minuciosamente, no era una maníaca del orden pero me gustaba tener las cosas en su sitio para encontrarlas con facilidad.

Me llevó más tiempo y esfuerzo del que tenía pensado, y eso hizo que no cumpliese mi propósito de ir esa tarde a conocer los alrededores. Me dejé caer sobre la cama con la mentalidad de ir al día siguiente después del trabajo.

«...»

La luz que se filtra entre las contraventanas me despierta antes de que suene el despertador, me desperezo y ponga la cafetera en el fuego, es mi primer día de trabajo y necesito estar al doscientos por cien. Mientras se hace el café escojo un traje formal y me dirijo al pequeño cuarto de baño para darme una ducha.

La ducha de la cabaña consistía en una bañera recubierta de piedra pulida y unas cortinas amarillas con patos, el casero debía haberlas elegido a última hora antes de mi llegada.

Oigo un estruendo proveniente de la cocina en mitad de mi ducha, me saco el jabón y salgo del baño envuelta como puedo en una toalla. ¿Había estallado la cafetera? No le había dado tiempo a hacerlo, acababa de ponerla hacía escasos minutos.

De los hornillos de la cocina salía un humo negro y todos los electrodomésticos estaban apagados. Aparto la cafetera a un lado y reviso la caja de la instalación eléctrica, un par de fusibles estaban totalmente chamuscados. Genial, no tenía pinta de que fuese algo que se arreglase en un par de minutos. Agarro el móvil y marco el número del casero.

"¿Hola? ¿Eres tú, Sucrette?"

—Sí, Charles, soy yo... Verás he tenido un pequeño problema con la instalación eléctrica, creo que se me han fundido unos fusibles...

"Vaya es pinta realmente mal... Llamaré al electricista para que se pase en cuanto pueda."

—Está bien, gracias por hacerte cargo, Charles.

"Es un placer, llámame si necesitas algo más."

—Lo haré, adiós.

Con todo el jaleo de la luz se me había hecho tarde, me visto y me tomo mi café a medio hacer con unos cereales, estábamos entrando en diciembre y realmente no apetecía tomar cosas frías.

Para ir hasta la ciudad debía coger el autobús de la línea 14, cuando llego a la carretera logro divisar como el autobús está saliendo de la parada, lo había perdido, ahora tendría que ir andando hasta otro de los pueblos cercanos y, aunque el nombre lo diga, no era tan cercano. Me pongo a caminar por el arcén de la carretera, con mi maletín de trabajo a un lado, zarandeándolo violentamente como si eso fuese a reducir mi mal humor por mis desventuras.

—Buenas, ¿se ha perdido? 

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Hey, hey!

Por fin ha llegado el momento de comenzar este nuevo fanfic, será cortito pero me ha gustado escribirlo... De hecho creo que es el que menos tiempo me ha llevado escribir los capítulos, aunque a la trama principal le he dado unas cuantas vueltas más... como meses jus jus!

No me voy a liar a escribir asique... si te ha gustado, no olvides dejar tu estrellita y añadir esta historia a tu biblioteca!
Como siempre, Deby se despide! Hasta la semana que viene!

Grunge a las 2amDonde viven las historias. Descúbrelo ahora