Historia de un reinado

Epilogo - Say dawn

Epilogo - Say dawn

El rey Wilson Slade observaba con fría furia a sus consejeros mientras estos le informaban la situación bajo la que sus tierras se encontraban.

En diez años de "reinado" todas las insurrecciones habían sido aplacadas de la manera más sangrienta posible, con la intención de enviar un mensaje claro a aquellos que intentase oponérsele, sin embargo hace poco más de una semana el feudo de Azarath se había sublevado en su contra bajo el liderazgo del joven John Grayson Wayne, el muchacho que para su desgracia había logrado escapar durante el atentado que años atrás cometiera contra sus padres.

Respaldado por las tropas de los Harper, cuya única hija fue prometida al joven desde la tierna infancia y las riquezas de los Queen, cuyo heredero Connor despreciaba a Wilson por las atrocidades desmedidas cometidas contra la familia de su amigo. En unos pocos días el muchacho de ojos azules había logrado bloquear los suministros del poco oro y plata que aquellas tierras aun brindaban, al tiempo que su dulce lengua levantaba los aireados ánimos de aquellos a los que el rey impostor subyugara para expandir su poder.

¿Cómo diablos habían hecho los Wayne para mantener bajo control esas tierras malditas durante tanto tiempo?

De pronto un estruendo a las afueras del palacio capta la atención de todos los presentes, gritos de batalla, alaridos de dolor y el dulce aroma del fuego le distraen de la oscuridad que uno a uno devora a los consejeros en la habitación.

Es gracias a sus siempre letales instintos que logra reaccionar antes de que una espada de fulgor dorado, que reconocería en cualquier lugar, le atraviese el pecho.

Frente a él y ahora rodeados de la poderosa magia negra que corre por su venas, se encuentra una muchacha de cabellos violeta oscuro y ojos tan verdes como los oasis de Nanda Parbat, unos ojos que jamás podría olvidar ni siquiera en la muerte, destilando odio y sed de venganza.

La hija mayor de Damián Wayne y Rachel Roth, aquellos reyes a los que asesinara años atrás de manera traicionera y vil, sostiene con fiereza su espada y sabe por la postura de su cadera y la inexpresiva mascara que tiene por rostro que el final está cerca, su oponente es por decir lo menos, letal.

Se enzarzan en una batalla feroz, espada contra espada. La muchacha es rápida, sus golpes certeros y los cortes precisos, es mucho mejor de lo que fue su padre o abuelo. Apenas un par de minutos bastan para que Wilson se encuentre sangrando copiosamente, las excelentes habilidades siguen allí, es y siempre será un guerrero, pero no se puede luchar contra el tiempo y el hombre ya es demasiado viejo para hacerle frente a su oponente.

Se permite un momento para analizar a la mujer con atención, facciones delicadas y piel tostada por el sol, ojos como lagunas, de un verde profundo que le dan ganas de perderse en ellos. Si no fuera por las hebras que coronan su rostro sería el vivo retrato de la adorada Talía, mujer que siempre deseo más nunca le perteneció.

- Morirás. - Fueron las únicas palabras que la sedosa y dulce voz de la joven le dedicaron y el rey usurpador no pudo menos que sonreír.

- No importa cuán violetas sean tus cabellos ni cuanta magia negra emane de tu alma. - dijo Slade con burla. - Es sangre Al Ghul la que corre por tus venas.

Esas fueron las últimas palabras que emitió antes de ser atravesado en el estómago por aquella arma y sumergirse en la negrura del infierno donde un joven idéntico al hijo de la que fue su perdición le esperaba. De no ser por las amatistas que tenía por ojos habría jurado que se trataba del mismo Damián que se presentaba ante él para reclamar su venganza.

El muchacho no dijo palabra alguna, no hacía falta. Si su hermana era una Al Ghul de pies a cabeza a Slade no le cabía la menor duda de que ese joven era un Wayne desde la raíz. Ejecutor y verdugo respectivamente.

"La muerte es un castigo demasiado dulce para tus pecados." era lo que su mirada transmitía. La tortura eterna de su alma el destino que le aguardaba. Apenas un cuervo de relucientes alas negras le arrebato de su presencia Slade Wilson supo que la verdadera condena solo comenzaba.

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Unos segundos después Thomas se reúne con su hermana cuya espada refulge ante la luz de la luna igual que el rubí de la frente de Thomas lo hacía al fulgor de las llamas.

- Esta hecho. - dijeron dice el menor y su hermana solo asiente en respuesta.

Abajo, en las calles de la ciudad, las tropas de Scarlett Todd Wayne eliminaban a todos y cada uno de los seguidores del usurpador. La guerrera, con su yelmo rojo cual sangre peleaba como amazona, tal y como sus padres hicieran antes que ella, feroz, valiente y sin un gramo de temor. Fiel a la única familia que le quedaba no dudo un instante en unirse a la venganza de sus primos.

Ella misma deseaba hacer pagar al impostor por la muerte de su madre y la tortura a la que sometió a su padre, pero su lugar estaba junto a los ejércitos, Scarlett era una líder nata, de carácter afable y habilidades inviables, a la que apenas le resulto difícil comandar las tropas que Stephanie y John reunieran para Allera.

El pueblo recordaba, el pueblo siempre recuerda, que las mejores épocas del reino fueron bajo el mandato de un Wayne.

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A la mañana siguiente de la insurrección no quedaba rastro de los seguidores de Wilson en Gotham ni en las tierras de Azarath, una revuelta general se ha levantado en cada ciudad y poblado en contra de la sangrienta monarquía del rey usurpador y durante las siguientes semanas una expiación se lleva a cabo en profundidad.

Cuando la luna llena finalmente corona el cielo Allera es cubierta con la capa, que antes se posara en los hombros de su padre y abuelo, por un orgulloso aunque melancólico Jonathan Kent.

Stephanie Drake Wayne, actual sumo sacerdotisa de Gotham unge la cabeza de su prima en aceites esenciales y recita los canticos sagrados a los dioses mientras a la distancia el rey de Metrópolis Conner Luthor, su padre y el hombre que la crio, le sonríe con cariño y nostalgia al percibir en su hija los retazos inconscientes del que fue el amor de su vida.

Tras la muerte de Tim, Conner huyo de Gotham con su hija en brazos, pero cuando Allera y Thomas llegaron a sus tierras con el corazón destrozado e ira bullendo en sus vientres no dudo un instante en unírseles, Stephanie que a corta edad ya se había consagrado a los dioses le apoyo y juro mantener a las deidades a su lado pues estas sabían a quien pertenecía el trono de los murciélagos.

En primera fila, siempre alerta y sin perder un momento la compostura Scarlett se mantiene erguida con la vista cual depredador, atenta a cualquier peligro e intentando en vano no sonrojarse por la sonrisa coqueta que Thomas le dedica al verla usando un vestido de seda bajo su reluciente armadura que le reconoce como la nueva Capitana General de los ejércitos de Gotham y Nanda Parbat, reino que tras la muerte del usurpador le pertenecía por derecho a los descendientes de Ra's Al Ghul.

Frente a ellos con sonrisas amplias y ojos brillantes John Grayson Wayne y Liam Harper sonríen complacidos y exultantes de felicidad, los recién nombrados señores feudales de Azarath esperan a su primer vástago y para John que durante años se supo huérfano y perdido, la idea de una familia propia a la cual amar le llena el corazón. El hombre de ojos azules le dirige una mirada agradecida al rey Oliver que le sonríe en respuesta; de no ser por aquel soberano que le protegió y resguardo durante los años que todos aquellos de apellido Wayne fueron perseguidos como traidores, nunca habría podido presenciar ese momento.

Allera finalmente se pone de pie con la capa negra sobre sus hombros y los ojos esmeralda brillando de emoción, dispuesta y orgullosa de finalmente cumplir con su deber.

Un hombre amado por el pueblo.

La enviada de los dioses.

Una titán entre guerreros.

El amo y señor de la oscuridad.

Y una reina eternamente esperada.

Tal y como siempre debió ser, Gotham nuevamente era protegida por los Wayne.