Capítulo 3

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Al descubierto

    Los días pasaron y Alex seguía sin poder conseguir testosterona para seguir con su tratamiento. Trató de contactar varias veces con Tommy, pero éste no respondía sus mensajes.

Por desgracia hoy tocaba clase de deporte, Alex tenía miedo de que algo pudiera suceder, como que alguien notara sus pechos al correr o algo así. Todos los demás comenzaron a emocionarse en cuanto el entrenador entró al gimnasio, el ojiazul decidió quedarse hasta atrás para evitar llamar la atención.

—¿¡Listos para sudar!? —Gritó el entrenador a todo pulmón.

Todos los chicos comenzaron a gritar como monos salvajes, vaya que sí les gustaba ésta clase.

—¡Comienzen a calentar dando cinco vueltas al gimnasio! —El hombre hizo sonar su silbato dando una orden.

Todos comenzaron a correr y Alex se quedó en la banca esperando a que nadie lo notara. En eso el entrenador se le acerca.

—¿Y tu quién te crees que eres? ¿La reina de Francia? —Preguntó el hombre furioso.

—De hecho Francia no tiene reina, ésa es Inglaterra. —Respondió Alex con un aire de sabiduría.

—Me importa un comino quién es la reina de Francia ¡Lo que quiero es que corras! —Gritó el entrenador furioso. Al parecer no le gustaba que insultaran su intelecto.

—Yo no puedo correr —Replicó Alex cabizbajo. —Tengo asma.

Sabía que si mentía diciendo que padecía de asma no lo harían correr, estaba a salvo por ahora.

—¿Y tu justificante médico? —Preguntó el entrenador sin creerle ni una sola palabra. —No te imaginas cuantos han dicho esa estupidez. El asma es solo un mito...

—¡De verdad tengo asma! —Exclamó el ojiazul frustrado.

—No me importa, sin un justificante médico correrás igual que todos los demás. —Dijo el hombre haciendo sonar su silbato de nuevo.

Alex no tuvo opción y se levantó para correr junto a sus compañeros, con suerte las vendas evitarían que sus pechos se hagan notar.

—¡Mueve esas piernas Johnson! —Gritó el entrenador a un pobre chico que estaba hasta atrás, apenas podía seguirle el ritmo a los demás.

Después de más de cinco vueltas todos se detuvieron, Alex estaba con el corazón latiendo a mil por hora, hace tiempo que no corría tanto.

—¿Podemos jugar quemados? —Preguntó un tipo levantando la mano.

—Como quieran —Añadió el entrenador despreocupado, mientras le lanzaba una llave al chico para que fuera por los balones.

—Pero está prohibido jugar eso en las escuelas. —Añadió un chico moreno que le temblaban las piernas.

—¡Tu cállate Johnson! —Exclamó el chico que traía los balones. —¡Piensa rápido! —Éste le lanzó un balón con fuerza, haciéndolo caer. El entrenador vio lo sucedido y no dijo nada.

—¿Estás bien? —Alex corrió para ayudar al chico que todos llamaban Johnson.

—Si... Gracias —Susurró el chico apenado.

—¡Empiezen! —El hombre hizo sonar su silbato y todos comenzaron a lanzarse balones con gran fuerza.

—¡Cuidado! —Gritó Alex empujando al chico para ayudarlo a esquivar los balones.

En eso todos comenzaron a lanzarle balones a Johnson. Éste solo intentaba cubrirse su entrepierna y la cara.

—¡Fuera! —Gritó el entrenador indicándole que estaba fuera del juego.

El secreto de Alex (LGBTQ+) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora