capitulo II

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                          🕳

... El clima de esta noche es frío y lluvioso, el cielo deslumbrado entre rayos atrapa tanto mi atención que no escucho lo que Alaric me habla, tampoco le doy mucha importancia asi que bajo el vidrio polarizado del auto en el que nos conducimos a una junta de negocio en el centro de la ciudad.
El aire frío golpea con fuerza en mis mejillas y algunas gotas de agua humedecen mi intento de maquillaje.
--Maldición, solo promételo Gail- grita -- Es tan difícil para ti apoyarme en esto ? Si no fuera importante no te habría insistido en venir.

--Me obligaste a venir -le corrijo frustrada- trataré de estar quieta y callada. Lo... prometo.

Alaric sólo asiente y noto la comisura de sus labios curvarse hacia arriba en un intento de sonrisa mostrando ese hoyuelo en su mejilla que tanto me encanta. Remueve su mano desde mi muslo hasta tomar mi mano y depositar un casto beso sobre la cara externa.

El lugar es excéntrico y algo exagerado en lujos. El humo a cigarrillo inunda mis fosas nasales y el ruido que hay en este lugar es incómodo, todas las personas están metidas en sus conversaciones sin duda mostrando la mejor careta de falsedad, compitiendo entre quien tiene mas poder y autoridad.
  No puedo evitar rodar los ojos, sé perfectamente como se mueve este mundo de los negocios, la mayoría de veces mi padre nos obligaba a mi madre y a mi a comportarnos como una familia feliz y ejemplar rebosante de modales y clase... baaaff puras patrañas.

Muchas veces fuí mirada como bicho raro ante esa estúpida sociedad por lo que padezco de heterocromía una afección que hace que el color de mis ojos sean distintos el uno del otro. Al pasar los años en eso precisamente me convertí, para todos, un bicho raro. Hasta tal punto que mi padre prefería mandarme a cualquier lugar rodeada de guardaespaldas antes que arruinara  alguna de sus juntas.

--Les presento mi prometida Gail Mcdaniel- dice Alaric mientras cierra su brazo alrededor de mi cintura como un acto de pertenencia.

--Un placer saludarla de nuevo srita Mcdaniel, quizá no me recuerda, en algún momento tuve trato con su padre el Sr Gerald Mcdaniel- un hombre no mayor de 40 años alto, rubio y ojos azul mar dice sosteniendo mi mano en un gesto de caballerosidad.

-*Mantén tu bocota cerrada Gail* me reprende mi subdoliente y sé que tiene razón, si algo estropea la noche de Alaric no sé que podría suceder.

Me limito a sonreir y asentir como una muñeca computarizada a cada palabra dirigída hacia mí en el resto de la noche.  Alaric quien ha permanecido a mi lado juega su faceta tan impresionante que me da náuseas compararlo con mi padre.  Sin embargo una parte de mi le gustaría que la  mayoría del tiempo fuese así, jovial y divertido, la sonrisa que tanto me enamora no ha abandonado su rostro en lo que va de noche y me pregunto hasta cuanto tiempo más le durará.

--Con permiso caballeros- pronuncio exageradamente reboloteando mis pestañas mientras que la mirada de Alaric me alcanza pidiéndome explicación. Beso su mejilla y susurro --el baño me necesita--.

--Bien cariño, no te demores.-  mientras endurece un poco sus facciones y se pasa una mano por su sumiso cabello negro perfectamente peinado hacia atrás.

Una vez dentro del baño me miro en el espejo mas veces de las que quisiera. Y muy a pesar de mi no puedo evitar sentirme nerviosa. Una hilera de ansiedad recorre desde mi estomago al pecho.

--*solo falta menos de una hora Gail, lo haces bien, no va a pasar nada*

Una joven entra al baño hecha un manojo de nervios, lleva un vestido negro ajustado y corto, tiene cabello lacio, negro azabache y reposa hasta el final de su espalda. Se lleva la mano hasta la cara y sollozos estallan entre rostro y manos. 
No se como reaccionar, me quedo más tiempo del que debería mirandola en realidad siento pena por ella, tan solo es una niña y....

En La Venganza Y En El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora